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¿Cómo enfrentar las malacrianzas en los niños?

Muchas personas han sido educadas con regímenes tan estrictos en su infancia que cuando son adultos temen repetir el mismo molde paterno, por lo cual desarrollan una relación permisiva con sus hijos que luego es fuente de agravios. Es cierto que la línea entre no ser autoritarios y malcriar a nuestros niños es muy difusa, y ello trae múltiples confusiones, pero hay que aprender a distinguirla por el bien del menor.

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Es importante saber que los padres no deben darle al niño todo lo que este desea, pues esa misma conducta se repetirá el resto de su vida: adultos egoístas que creen que pueden tener cualquier cosa con sólo desearla. Todos conocemos personajes tales y no querríamos que nuestros hijos fueran así. Bien, la infancia es el momento de evitarlo.

  • Los abuelos pueden ser permisivos, mas tú no, simplemente porque parte de ser un buen padre radica en saber establecer los límites razonables. Los niños son ingeniosos e intentan salirse con la suya a toda costa, de modo que emplean diversas estrategias emocionales ―como decirte que eres injusto, mostrar rabietas, quejarse―; sin embargo, los padres han de ser habilidosos y sortear estas respuestas sin ceder, claro está, en los casos en que el pequeño no tenga la razón.
  • Es necesario decir que no con todo rigor. Evita sonreír o que tu voz flaquee. El manejo debe ser firme. Los niños tienen una sensibilidad especial para notar signos extraverbales de inseguridad, así pues toma el control de la situación manteniendo tus armas. Ellos, lógicamente, no estarán felices, llegarán a expresar ideas de odio y rabia, pero no debes tomarlo como algo personal, son sólo mecanismos de lucha para obtener su objetivo, y cuando pase la situación ni lo recordarán.
  • Hay momentos en que hace falta ser impopulares para los hijos. Recuerda: estás educando seres humanos, tú eres la representación de la sociedad en ese momento y debes enseñarle que hay normas a respetar.
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  • Ofréceles la posibilidad de estar molestos contigo, también que expresen esos sentimientos. Pero que quede claro que eres tú quién decide qué es aceptable o no.

Puedes ser razonable y explicar los nones, mas nunca debes ceder en aquellas ideas que son esenciales para su buena educación.