Lifestyle

Beneficios de tener un oso de peluche

Un oso de peluche puede ser un gran compañero para tus hijos. No hay duda que durante la infancia, el oso de peluche se vuelve un compañero nocturno que ayuda a espantar a los monstruos que salen debajo de la cama, además de ser nuestro confidente, y por supuesto un excelente compañero de juegos. Es por eso que aquí en EntrePadres te diremos cuáles son los beneficios de tener un oso de peluche en la infancia.

PUBLICIDAD

Es muy probable que durante nuestra niñez todos hayamos estado acompañados de nuestro oso de peluche. Pero ahora que somos padres... ¿qué beneficio le puede tener el que nosotros le demos un oso de felpa al nuestro pequeño?

Osos terapéuticos

Según la psicóloga Corrine Sweet, un oso de peluche “evoca un sentido de paz, seguridad y confort y es muy humano el desear que regresen estos sentimientos que vivimos en la niñez, durante nuestra etapa adulta”. Un claro ejemplo de esto es cuando le damos un oso a nuestro pequeño para que duerma solo, podemos decirle a nuestro hijo que el osito lo cuidará y será su compañero mientras duerme.

Desarrolla la creatividad 

Por si esto fuera poco un oso de peluche ayuda a los pequeños a desarrollar su imaginación, potenciar su creatividad y el control de sus emociones. Así que mientras tu bebé juega a inventar mundos imaginarios donde su mejor amigo y él son los héroes, comienza a desarrollar habilidades que serán de vital importancia durante toda su vida.

Paz y seguridad para el niño

Un oso de peluche brinda paz y seguridad a nuestro pequeño, por ejemplo, durante un viaje largo. El oso puede servirle de compañía y evitar que se sienta solo. En caso de algún accidente muchos policías y bomberos han adoptado a los osos de peluche como medio para rescatar a los pequeños en apuros.

Un oso de peluche puede ser el mejor regalo, y es que la ternura que inspiran estos preciosos animales, no está exenta de ser un gran regalo durante los baby shower.

Nadie está a salvo de caer bajo el encanto de los osos de peluche. Muchos de nosotros como adultos aun conservamos el recuerdo de nuestro mejor amigo de la infancia: nuestro osito.