Cada vez que tú tienes que separarte de tu pequeño por un rato, tu corazón ya está sufriendo porque se imagina la escena que seguirá: tu pequeño comenzará con un débil lloriqueo, que irá in crescendo como los tambores de las tribus de África. Seguirán las súplicas en un tono lastimoso que sensibilizarían a todas las estatuas de los santos de una iglesia, reclamará a los cuatro vientos, para espanto de tus vecinos, que ya no lo quieres más, y finalmente, abrazará tu pierna, tan fuertemente como abraza a su osito de peluche para dormir. Después de esta obra en tres actos, tu energía para salir está agotada, pero aún así debes hacerlo.
Aliviar la ansiedad de separación de nuestros hijos

Apiadándose de tí, EntrePadres te trae una serie de consejos para aliviar la ansiedad de separación de nuestros hijos.
Entendiendo la ansiedad de separación
Según la pediatra Mary Margaret Greason, profesora de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans, entre los siete y los nueve meses los bebés comienzan a manifestar la ansiedad por la separación de él y sus padres, porque ya tiene conciencia que tú eres esa persona que le brinda amor y con la que se siente seguro y contenido. Por eso, tu pequeño siente que cuando tú estás lejos, su red de seguridad ha desaparecido.
Valora el lado positivo de esta ansiedad que tu pequeño siente, hasta acá hiciste las cosas muy bien, todos estos meses de cuidados amorosos han dado sus frutos: tu bebé sabe que puede contar contigo siempre.

Cómo aliviar el momento de la separación
Nada mejor que la tranquilidad de saber que, aunque tu pequeño tenga las dotes de un excelente actor dramático, sus lágrimas se secarán diez minutos después de que tú traspases la puerta y se sienta entretenido con algún juego. Frases como "Enseguida vuelvo" o "La Abu tiene un cuento increíble para compartir contigo", también le brindan seguridad al pequeño.
Lo más importante es que controles tu ansiedad o tu preocupación. Si tu hijo logra sentir que tú estás angustiada, eso sólo aumentará su propia ansiedad.
Transitar estos momentos, aunque sean difíciles, estimulan a nuestros niños al desarrollo y al aprendizaje y a nosotros nos preparan para el momento en que sean ellos los que abran las alas para ausentarse del nido.
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