Workaholics: una adicción como cualquier otra
Ya sea porque sienten que sólo son buenos en eso, necesitan escaparse, o no les gusta la situación de su hogar, los adictos al trabajo cada vez son más. Si bien han aumentado las leyes e iniciativas que promueven un equilibrio entre las horas dedicadas al trabajo y las que se les deben dedicar al ocio, muchas personas no pueden desprenderse, y utilizan sus horas de ocio ocupadas en trabajar. Disminuyendo el equilibrio vital que debe darse entre éstas para lograr una buena calida de vida.
El problema con la adicción al trabajo es que está socialmente legitimada, ya que un valor muy importante en nuestras sociedades de consumo es la dedicación, y la generación de ingresos cada vez más altos. Esto es lo que hace que muchas veces este problema pase desapercibido e inclusive se premie esta conducta compulsiva.
Se da generalmente en profesionales exitosos de clase media y media-alta, que rondan los 40 años, son perfeccionistas, y sobre exigentes.
Se la ha caracterizado socialmente como una adicción positiva, pero como adicción que es, presenta dos componentes fundamentales: falta de control y dependencia. Por lo tanto presenta graves consecuencias físicas y psicológicas.
Quienes padecen de este problema lo manifiestan como cualquier adicción a las drogas u otros comportamientos compulsivos: negación del problema, necesidad de control, distorsión de la realidad, dedicación full time al trabajo, y síntomas de abstinencia en épocas de vacaciones.
También tienen consecuencias negativas, por ejemplo: se ven deterioradas sus relaciones familiares, se aíslan, hay una pérdida del sentido del humor y no pueden relajarse. Su salud física se ve debilitada, porque también duermen mal... pensando en el trabajo, claro.
Tienen gran dificultad para relajarse y divertirse, sienten que pierden el tiempo, y la obsesión por "hacer", está presente todo el tiempo.
Los workaholics, en su esfuerzo por ganar más dinero, con la excusa (en este caso) de la búsqueda de una mejor calidad de vida, pierden en relaciones sociales, se vuelven irritables, y al final sólo son víctimas de una autoestima muy baja.
via | elergonomista.com