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Todos los uruguayos deberíamos conocer estos datos sobre el SUICIDIO

Hoy 10 de septiembre se conmemora un nuevo Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Desde hace ya 13 años, la IASP (Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio) conjuntamente con la OMS (Organización Mundial de la Salud) celebran este día con el propósito de difundir el mensaje de que el suicidio sí puede prevenirse.

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Para informarnos más sobre esta temática, tuvimos la oportunidad de entrevistar a Isaías Valencia, perteneciente a “Último Recurso”, una ONG que trabaja para la prevención del suicidio en Uruguay.

Una primera aproximación: ¿qué es el suicidio?

En términos básicos, el suicidio podría definirse como “matarse a uno mismo”. Ahora bien, con respecto a las intenciones que impulsan esta decisión, es fundamental tener en cuenta que “quien se mata o intenta matarse no quiere morir, sino que quiere dejar de vivir como está viviendo. Es decir, quiere terminar con ese problema”, en palabras de Valencia.

Si consideramos la edad, se distinguen dos grupos de riesgo fundamentales: los jóvenes comprendidos entre 15 y 29 años, y los mayores de 65. En relación al sexo, se suicidan más hombres que mujeres, aunque ellas son quienes lo intentan con más frecuencia.

Una realidad preocupante: ¿por qué nuestra tasa de suicidios es tan elevada?

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  • Servicios sanitarios precarios

Primero que nada, es necesario clarificar que la tasa de suicidio varía según la zona del país en la que nos encontremos. En este sentido, la tasa de suicidio en Montevideo es inferior a la de la mayoría de los departamentos. ¿El motivo? Fuera de la capital, los servicios de salud tienden a ser más precarios, principalmente en lo que respecta a salud mental y emocional.

  • Un registro más preciso

Por otra parte, la ley uruguaya exige que los médicos firmen el acta de defunción de sus pacientes y especifiquen si la causa de muerte fue el suicidio. Esto hace que el registro de suicidios de nuestro país sea más preciso, a diferencia de otros países como Perú, en los que muchas veces se encubre el suicidio por motivos religiosos (entre otros).

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  • El ateísmo

Ahora bien, la religión se vincula a las tasas de suicidio en otro sentido. Nuestro país alberga a la mayor cantidad de ateos de América Latina y este no es un hecho menor, pues, en palabras de Valencia, “los valores religiosos actúan como un factor de protección". Pensemos, por ejemplo, que en el marco del catolicismo, el suicidio se encuentra atravesado de una fuerte carga peyorativa.

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  • El envejecimiento de la población

Para comprender la elevada tasa de suicidios en nuestro país es indispensable considerar otro factor: no podemos pasar por alto que tenemos una población envejecida, siendo que uno de los sectores más vulnerables a tomar esta decisión fatal en Uruguay son las personas mayores a 65 años.

Sí, solo en Uruguay, pues la tasa de suicidios tiende a disminuir después de los 65 años en el resto del mundo. ¿Cómo se explica esta preocupante diferencia? Está enraízada en la poca consideración que tenemos hacia el adulto mayor . Asimismo, de acuerdo a Valencia, "la desintegración familiar, que los hijos migren del interior a la capital en busca de nuevas metas y formarse profesionalmente” es otro de los factores que hace más vulnerables a nuestros ancianos.

La violencia doméstica, un problema social que también incide

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El vínculo entre la violencia doméstica y el suicidio es innegable: en un episodio de violencia doméstica, es frecuente que el hombre termine con la vida de su pareja y luego se quite la suya propia.

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En 2015, datos estadísticos registrados por la ONG “Por la integración” dejaron en claro que Uruguay es el país con mayor índice de muertes por violencia doméstica a nivel mundial. Estamos por encima de España (nuestra cifra es 10 veces mayor) y Chile (5 veces mayor). Para ser más concretos, una mujer muere víctima de violencia doméstica cada 16 días y se reciben denuncias por este tipo de casos cada 17 minutos. Esta realidad, entonces, también contribuye a elevar la tasa de suicidios.

¿Cuáles son los mejores métodos de prevención?

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Isaías Valencia nos contestó:

El tratamiento debe ser focalizado y dirigido a los desencadenantes que están generando la crisis. No se puede decir que todas las personas con ideación suicida necesitan medicamentos porque no es el caso: si no se presentan los síntomas psiquiátricos no es necesario. Depende de cada uno, hay que trabajar en lo global pero al mismo tiempo trabajar en cada caso particular.

En el caso de “Último Recurso” existen las líneas de crisis a las que las personas pueden acceder llamando al 0800. También brindan atención clínica en suicidología con puestos centinelas en diferentes puntos del país.

En este momento estamos trabajando en Montevideo, Colonia y Soriano, aunque la línea de crisis trabaja a nivel nacional. A través de eso vamos captando a la persona y vamos intentando hacer un trabajo en red para establecer los mecanismos particulares para resolver esa crisis.

A estas alturas, seguro que (como yo en su momento) te estás preguntando qué son los puestos centinelas. Se trata de locales atendidos por un técnico en suicidología ubicados en zonas rojas, es decir, en lugares donde se han registrado un alto índice de suicidios.

En Montevideo, trabajamos en zonas como el Cerro, La Teja y Paso de la Arena porque ahí desde el año 2000 es donde se presentan más suicidios en toda la capital. También estamos trabajando en el oeste del país y en el este en Castillos.

Un repaso de la situación mundial...

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La OMS estima que en el mundo ocurren alrededor de un millón de suicidios cada año. Para Isaías Valencia, los detonantes son la desesperanza y la imposición de ideales de vida cada vez más difíciles de alcanzar, que generan frustración.

Pero este no es el único problema, fenómenos sociales como la violencia doméstica, el bullying, acoso sexual y la drogadicción son grandes factores de riesgo. Además, también incide la desintegración social y familiar: ya no existe tanta cohesión como en antaño y esos ideales de familia que se tenía antes. La humanidad entera está en una crisis de identidad”, explica Valencia.

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Reflexiones finales

Sin duda alguna, la tasa de suicidios a nivel nacional y mundial nos demandan una reflexión seria. De nada sirve preocuparnos por los factores que nos trascienden y sobre los que poco podemos hacer. Así, no tiene mucho sentido lamentarnos por la precariedad de los servicios o el envejecimiento de nuestra población. Tampoco por el ateísmo - a fin de cuentas, cada uno tiene el derecho de elegir sus creencias (o la falta de ellas).

Tenemos que direccionar nuestras energías hacia lo que sí está bajo nuestro control. Para empezar, ¿por qué no nos replanteamos la percepción que tenemos de nuestros ancianos? Asegúrate de que el cambio de perspectiva se vea reflejado en el trato que les regalas a tus padres y abuelos.

Fija tus metas y lucha por ellas, pero nunca olvides que sin tu familia no serías quien eres, ni estarías donde estás. Una persona que olvida sus raíces está condenada a la infelicidad.

¿Qué tanto te preocupas por tu salud mental? Resérvate algo de tiempo todos los días para descansar y hacer lo que disfrutas. Esta decisión, más que un derecho, supone una de las mayores obligaciones que tienes contigo mismo.

Y, finalmente, no tengamos miedo a hablar del suicidio. En este caso, y como ya estamos comprobando, el silencio se convierte en el mejor cómplice de la confusión y de la muerte.

> Que no sea más un tabú: todo lo que necesitas saber sobre el suicidio

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