Soltar el pasado: mi primer paso

La negación es una de las herramientas más fuertes que tiene la mente para hundirnos, para detenernos cada vez que intentamos salir de nuestra confiable zona de confort. Sin embargo, debemos reconocer que es el ego el que nos pone barreras, ya sea en su disfraz de miedo, vestido de vergüenza o escondido tras la baja autoestima. La mayoría de nuestras limitaciones están en la mente. ¿Cuántas veces nos repetimos: “no voy a poder hacer esto”, “esto no es lo mío”, “yo no tengo esa capacidad”?
Pues varios meses atrás no era consciente del poder que tenía mi mente, así que cuando me llevaron al curso de meditación, me senté, crucé mis piernas, cerré los ojos y esperé que algo mágico pasara. Luego de 2 segundos, empecé a descepcionarme y mi mente comenzó a hablarme: “¿Por qué no sucede nada?", "¿Será que estoy haciendo algo mal?", "¡Basta Vale! Concéntrate", "Listo, a partir de ahora no pienso más”, “No pienses, no pienses, no pienses”, “Pero si estás pensando, tonta”, “No, definitivamente no puedo hacerlo”, “¿Cómo será que lo logran los demás?”, “Ay… ¿y si hay algo malo en mi?”. Y así continuó mi charla interna, hasta que mis piernas se acalambraron, se encendió la luz y una voz nos trajo al presente diciendo “Ya pueden abrir los ojos”. ¿Yaaaaaaa? Pero si ni siquiera había logrado un segundo de paz.
Obviamente fui absolutamente negada a que algo pudiera pasar, mi mente ya había seleccionado el cartel que decía “No puedo” y no había manera de luchar contra eso.

Encontrar mi camino en la espiritualidad me llevó bastante tiempo, no es algo que me sucedió de un día para otro, sino que fue un proceso de aceptación, conocimiento y profundización. A medida que pasaban las semanas iba logrando acallar mi mente sin ningún esfuerzo, simplemente la dejaba fluir, observaba sus pensamientos e inmediatamente los soltaba para que siguieran su camino. Nunca había sido tan consciente de cuánto esos pensamientos afectaban mi vida presente, cuánto me limitaban, ni de todas las máscaras que me habían forzado a crear para poder seguir adelante.
Entonces, un día, observando esos ríos de pensamientos infinitos que recorrían los túneles de mi cabeza y retumbaban generando olas que llegaban hasta mi corazón descubrí que estaba atada a mi pasado y pendiente de mi futuro.
¿Nunca les sucedió que cuando alguien les hace daño rememoran todo el dolor del pasado como si en su cabeza corriera una película en blanco y negro? ¿O cuando nos enojamos con alguien y le recordamos a esa persona todos sus errores? ¿O si alguien nos falla o nos traiciona y acumulamos pensamientos sobre todas las personas que una vez nos fallaron solo para llegar a la conclusión de que: “eres una víctima” (pobre tú)?
El hecho es que nos quedamos anclados en el pasado y, cada vez que sufrimos, nuestra mente se enfrasca en ese curioso proceso de rememorar todos los momentos dolorosos que hemos vivido solo para enfatizar esa angustia ¿No es un poco tonto? ¿Por qué querríamos dañarnos a nosotros mismos? La buena noticia es que, ¡podemos evitarlo!
Cuando nos sucede algo, solemos llevarnos con nosotros el sentimiento, ya sea bueno o malo, y olvidamos el verdadero motivo de nuestras experiencias: el APRENDIZAJE.
Imagina que te enamoraste perdidamente de alguien, esa relación termina, te pasas el resto de tu vida intentando volver a sentir ese mismo amor, esa misma experiencia y claro que no la encuentras, porque todas las situaciones son diferentes, porque tú cambiaste y tu vida es otra. Por esto te frustras, una y otra vez, y caminas como un caballo, mirando solo hacia el frente, persiguiendo esa zanahoria que nunca jamás vas a encontrar, cuando a tu alrededor pueden estar sucediendo cosas maravillosas, que tú eres incapaz de reconocer.
Entonces: ¿qué tal si pruebas soltar ese sentimiento, dejarlo donde pertenece (en el pasado) y te traes contigo el aprendizaje? ¿Cuánto aprendiste de esa relación, sobre ti misma, sobre los demás, sobre el amor? ¡Tráete eso contigo y aplícalo en tus experiencias! Pero deja los sentimientos atrás, y abre tus brazos a un nuevo sentir, a un nuevo amor... ¡Déjate sorprender!
Otras veces sucede esto mismo con las experiencias negativas, y esto es lo que más nos lastima. Imagina que en la primaria se burlaban de ti, y tu te traes ese sentimiento de “no soy nadie”, “soy fea”, “soy tonta”, “soy mala para los deportes”. ¿Qué crees que puede provocar eso? O una muy baja autoestima y confianza en ti misma, o un deseo ferviente de vengarte y demostrarle al mundo que tú puedes contra todo. Como sea, ninguna de esas opciones puede ser buena para ti.
Si alguien nos traiciona, o nos hace daño, arrastramos ese sentimiento por meses, años, incluso todo la vida. Y es como un tumor que crece en nuestro interior, y nos lastima, nos recuerda que una vez sufrimos y no nos permite avanzar. Todos nos equivocamos, todos sufrimos, pero si acumulamos dolor en nuestro corazón como si fueran trofeos de guerra, solo estaremos quitándole espacio al amor. Podemos tropezar dos veces con la misma piedra, pero en lugar de cargar con ella, es mejor que la dejamos allí, en el pasado y aprendamos que: si no miramos hacia abajo al caminar, podemos tropezar.
Entonces, soltemos los sentimientos que nos atan y nos condicionan y llevémonos el aprendizaje para crecer y dejarnos sorprender por este mundo maravilloso.
Esta fue mi primer lección, el segundo paso de mi viaje hacia interior: soltar el pasado, honrarlo, aceptarlo y seguir, libre de culpa, libre de miedo, libre de dolor, libre de expectativas, con los brazos abiertos a recibir lo que el universo tiene para darme, y así fue que por primera vez pude dejar de negarme, pensar y cuestionarme, y simplemente sentarme y meditar…
Hasta que como parte de ese proceso aparecieron verdades, fuertes, claras y dolorosas, pero verdades que me ayudarían a crecer.
Conoce mi historia: Escapando del pozo








