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La autoflagelación: Cuando el dolor físico es preferible que el emocional

Es normal que todos sintamos en algún momento de nuestras vidas desesperación, tristeza y desolación; o que pensemos “No puedo lidiar con este problema”. Sin embargo, cuando no se logra controlar y manejar adecuadamente las situaciones conflictivas, podría conllevar a cometer actos realmente serios, como desembocar en la autoflagelación.

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Existen muchos mitos y estereotipos alrededor de este “trastorno”. Que sólo lo hacen los chicos que pertenecen a cierta tribu urbana, que lo hacen para llamar la atención, que son personas con problemas mentales o que pertenecen a algún grupo satánico... La verdad es completamente diferente. Puedes conocer a la chica más dulce y tierna, o al muchacho más formal y serio, sin saber, que al verse solos, se autolesionan.

Este tipo de “padecimiento”, como lo denota su nombre, consiste en lastimarse a uno mismo o causarse algún tipo de dolor. Pero, contrario a lo que se cree popularmente, no se busca llegar al suicidio.

La práctica de estas acciones nocivas, es de algún modo un “mecanismo de defensa”. Las personas que sienten un gran dolor o carga emocional inmanejable para ellos, o del cual no pueden hablar, recurren a la autoagresión. Es más sencillo lidiar con el dolor físico que con el dolor emotivo. Siente que ellos pueden por fin controlar lo que quieren sentir o no.

En otras ocasiones, es practicado para combatir culpa o ira, o como un modo de demostrarse que aún están viviendo.

Las lesiones, pueden ser diversas, desde las más leves que suelen presentarse al inicio de su práctica, como el golpearse la cabeza contra la pared, tirarse de los cabellos, pellizcarse y morderse; pasando poco a poco a utilizar elementos punzocortantes para rasparse, hincarse, y cortase; llegando en casos más extremos a las quemaduras y la automutilación. Sin embargo, aunque sea difícil de entender para el resto de personas, quien utiliza la autoflagelación, suele sentirse aliviado y en calma después de haberse hecho daño. Esta sensación no es permanente, así que la próxima vez que perciba desesperación y dolor, recurrirá a herirse; dando pie a un círculo vicioso, pues crea adicción como cualquier droga.

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Es importante señalar, que difícilmente quien se autogenera dolor físico, irá compartiendo detalles de lo que hace. Todo lo contrario, se esmerará en ocultar las huellas de sus actos. Aún así, en algunas ocasiones, y dependiendo de la personalidad, sólo confiará su secreto a alguien muy cercano, a quien sienta que no podrá juzgarlo.

Si conoces que alguien se autolesiona, o lo has hecho tú, es necesario buscar ayuda. Pero antes que nada, es imperativo que se asuma que no es una conducta normal ni saludable. Si no se desea buscar inicialmente ayuda en una tercera persona, es un buen comienzo, idear otros modos de canalizar los sentimientos perturbadores. Puedes escribirlos, puedes orar o ir al a iglesia, evitar quedarte en soledad o tener suficiente tiempo libre como para recaer en estas conductas peligrosas.

Y lo más importante, tienes que amarte. Así no permitirás, que nada, ni nadie, incluyéndote a ti, te haga daño.