''Yo quiero el salmón grillé con verduras asadas'' dice mi amiga al mozo (fan número uno de la hamburguesa triple queso con patatas fritas desde hace 20 años). Todas las personas presentes en la mesa la miran desconcertados, y hasta le preguntan: ''¿Qué te pasó?''.
Elijo comer alimentos saludables por todas estas razones


Pero, ¿por qué nos tiene que resultar tan extraño optar por un plato saludable en lugar de otro recargado de grasas trans?
Empecemos por el principio...

Muchas veces las personas suelen dividirse en dos grupos: aquellos disciplinados (muchas veces catalogados como ''aburridos'') y ''exigentes consigo mismos'' que comen demasiadas verduras, le quitan la piel al pollo y beben agua. Y por otro lado, los que consideran que para ''vivir la vida'' es imprescindible devorarse una hamburguesa con un número incontable de pisos acompañada de unas patatas fritas XL y mucha soda (y un helado de postre, claro).
Por lo general, los integrantes del primer grupo son aquellos que en su casa se acostumbraron a comer saludable o quienes desde jóvenes lidiaron con su peso y encauzaron sus hábitos alimenticios -solo por mencionar dos casos-. Por su parte, los integrantes del segundo grupo (sí, ¿estás pensando en esa amiga que come tres veces más que tú y su ropa le queda siempre igual?) los pueden haber obligado a comer vegetales, tal vez les gustaban, tal vez no, pero jamás se vieron obligados a controlar su peso. Por el contrario, muchos de ellos hasta se sometieron a regímenes para engordar.
Por qué no es una cuestión de peso

Mi amiga que un día decidió que pediría (por primera vez en su vida) un plato de comida teniendo en consideración su salud perteneció siempre al segundo grupo. Y siempre cuestionó actitudes como la mía (sí, miembro del primer grupo desde siempre) o la de personas que teníamos en cuenta nuestra salud a la hora de comer (sin subestimar el sabor ni el placer de comer).
Pero un buen día, mi amiga se dio cuenta de que la alimentación no pasa solo por el placer. Sino que se trata de un ritual mucho más trascendente e importante para nuestros organismos.
¿Por qué nos alimentamos?

La pregunta parece bastante obvia y de hecho la tenemos tan automatizada que hasta olvidamos su respuesta. Nuestro cuerpo es como un auto que necesita combustible para funcionar adecuadamente. El combustible es como la comida y todo lo que comemos aporta determinada cantidad de energía que se mide en calorías.
Pero a diferencia de los combustibles, la comida viene en muchas variedades, sabores, texturas y lo más importante: diferentes calidades. Nuestro organismo, para ser eficiente, necesita todo tipo de alimentos, pero su prioridad es siempre nutrirse con alimentos de buena calidad. Los alimentos con buenas propiedades nutricionales son los que permitirán que el desempeño de nuestro cuerpo sea óptimo en todos los niveles y que pueda defenderse de todas las bacterias y virus que lo amenazan de forma constante.
Es por eso que no podemos vivir por y para el sabor y placer (solamente), sino que debemos intentar, en la medida de lo posible, combinar sabor con salud.
La hora de hacer el clic

A simple vista, parece lo más lógico y simple: comer lo que más nos gusta. Pero hay un aspecto que perdemos de vista y que es mucho más importante que cualquier otro: cómo se siente el cuerpo ante todo lo que para nosotros ''se ve y sabe bien''. Y como la vida no es perfecta, todo eso que sabe tan bien (porque todos adoramos las patatas fritas) no es lo que optimiza el funcionamiento de nuestro cuerpo. Y este se encarga de decírnoslo, a algunos se los advierte aumentando de peso, a otros con los niveles de colesterol y más problemas de salud.
Pero la realidad es que tarde o temprano a todos nos llega la hora de cuidar nuestra alimentación. Porque así se supone que debe ser desde el comienzo, nuestros cuerpos están diseñados para recibir combustible del bueno para rendir al máximo.
Nada de grupos

Por eso no deberíamos mirar mal a nadie que tome ''buenas decisiones'', tampoco deberíamos llamar a alguien aburrido por optar por una ensalada en lugar de una hamburguesa. Los estereotipos no son buenos, por eso tampoco deberían existir estos dos grupos imaginarios, sino que todos deberíamos preocuparnos por cuidar nuestra salud y mantener un equilibrio.
Al fin y al cabo nuestro cuerpo es nuestro templo y estará con nosotros toda nuestra vida. Por eso, olvidemos los grupos y la próxima vez que salgas a comer, ¿por qué no darle una oportunidad a ese plato de salmón grillé con verduras asadas?









