Siempre que hablamos de salir a correr hablamos de correr en el sentido normal, para el que está diseñado nuestro sistema locomotor. Esto es, hacia adelante. Sin embargo, correr hacia atrás puede ser un ejercicio muy interesante y un fantástico complemento a tu ejercicio aeróbico si lo practicas de forma correcta.
Correr hacia atrás

Al correr de forma normal tu organismo puede experimentar algunas lesiones con el paso del tiempo. Por ejemplo, los tendones pueden dañarse, el metatarso también y las rodillas pueden sufrir desgaste. No obstante, corriendo hacia atrás de forma complementaria es posible reducir el riesgo de lesión por estas causas.
Si corres de esta manera algunos kilómetros diarios podrás desarrollar los cuádriceps y trabajar otros músculos que no trabajas al 100% corriendo de forma normal. Además, restaurarás el balance de tu cuerpo y no exigirás tanto a tus rodillas, lo cual significa menos lesiones.
Para correr hacia atrás de forma segura debes hacerlo en puntillas sobre los dedos de tus pies, con zapatillas apropiadas y mirando frecuentemente sobre tu hombro. Además recomendamos que practiques esta técnica sobre superficies blandas, tales como pasto o arena, para así reducir el riesgo de sufrir un golpe en superficie dura en caso de que te caigas.
Es recomendable que vayas gradualmente, comenzando con pocos kilómetros y aumentando la cantidad poco a poco. Puedes dedicar unos minutos de tu entrenamiento diario a hacerlo, y así podrás ir aumentando diariamente la distancia.








