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¿Eres adicta al gimnasio?

¿Sacrificas cualquier cita por tu hora de gym? ¿Te sientes sumamente irritada el día que no puedes ir a la clase? Ten cuidado: puedes estar al borde de una vigorexia.

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En la civilización occidental, para la que la apariencia física es tan importante, se ha venido desarrollando una enfermedad que, junto al estrés, es característica de las sociedades posmodernas: la vigorexia. Se trata, ni más ni menos, que de la adicción al gimnasio.

Al principio puedes preguntarte qué hay de malo en asistir mucho tiempo al gimnasio. Es más: puedes pensar que es beneficioso ir al menos dos horas por día para combatir el sedentarismo, el estrés, los kilos de más. Sin embargo, todo tiene un límite. Sabemos que hacer actividad física es bueno para la salud…pero lo que no es bueno son los excesos de ejercicio.

Una persona vigoréxica pasa más tiempo de lo normal realizando actividad física; llega a descuidar su vida social y hasta su trabajo por la obsesión de ir al gimnasio. Es factible que rechace invitaciones de amigos o de una pareja porque los horarios no se acomodan a los propios de su entrenamiento. Así, la manía del cuerpo llega a absorberla casi por completo.

La distorsión de la propia imagen 

Por otra parte, ¿nunca has notado, cuando estás haciendo una clase de gym, que hay personas que están todo el tiempo contemplando su imagen en el espejo mientras entrenan? Quizás algunas de ellas solo estén controlando cómo realizan los ejercicios, pero otras pueden llegar a ser candidatos a la obsesión de la vigorexia.

Cuando una persona que padece este trastorno se mira al espejo, por lo general no está satisfecha con su apariencia. Lo que sucede es que la vigorexia produce, tal como sucede con la anorexia y la bulimia, una distorsión en la percepción de la propia imagen corporal. Como no se siente conforme, el individuo busca desarrollar cada vez más la musculatura, por lo que pronto, si el cuerpo no responde a la actividad, comienza a modificar su alimentación. Para incrementar la masa muscular, consume alimentos ricos en proteínas y es posible que luego de un tiempo comience a tomar anabólicos. Se trata de drogas que “inflan” los músculos, como por ejemplo la creatina.

Si piensas que tienes riesgo de padecer vigorexia, te recomendamos consultar al profesor de tu gimnasio y también a un médico nutricionista. Nunca dejes de manifestar tus dudas: recuerda que, antes del físico, está la salud.