Las creepypastas (palabra derivada del inglés que significa “copiar y pegar”, con un juego de palabras por " tenebroso") son historias cortas de terror que se viralizan por internet y pasan a transformarse en una clase de leyenda urbana. Por lo general están vinculadas a juegos, videos, canciones, libros o juguetes y suelen contar con fantasmas, “hombres de la bolsa”, asesinos seriales, monstruos o extraterrestres. En definitiva, son una versión renovada de los tradicionales mitos urbanos.
Creepypasta: la venganza del diseñador de juegos


Esta historia en particular me la contó personalmente un desarrollador argentino de videojuegos que, al igual que otros tantos creativos de todo el mundo, visitan anualmente la expo GDC ( Game Developers Conference) para establecer contactos en la industria y enterarse de las novedades. A él a su vez se la contaron en una charla informal dos programadores indios y un animador en 3D italiano mientras aguardaban su reunión con el representante de una importante firma. La historia ya había circulado en las distintas salas y pasillos de la expo como un virus agresivo.
Supuestamente el hecho ocurrió hace unos años, que según mis cálculos, darían mediados de 2012. Se trataba de un grupo de cuatro jóvenes estudiantes universitarios que decidieron unirse para comenzar a desarrollar juegos para Android [ Nota del Autor: los narradores nunca aclararon ni de qué universidad y tampoco estaban tan seguros si eran cuatro; por lo general se referían a ellos en inglés como “el grupo”].
Durante los primeros meses se trató de prueba y error hasta que fueron tomándole ritmo al asunto. Los compañeros de clases y profesores les habrían resultado de gran ayuda.

Tras varios intentos fallidos lanzaron un simple juego de plataformas para Android.
El mismo tenía muy pocas descargas hasta que un amigo universitario le sugirió a su vez a un amigo redactor de una importante revista de videojuegos que lo viera y, si le gustaba, lo incluyera en el top 10 de descargas recomendadas. El juego finalmente fue anunciado y pasó a tener millones de descargas.
El juego era gratuito, por lo que nos les redituó dinero pero sí popularidad. En pocos meses más publicaron la segunda parte con muchas mejoras y esta vez en versión free to play.
No se hicieron millonarios, pero los miles de dólares que les dejaba mensualmente les hizo pensar seriamente en abrir una empresa, contratar más empleados y seguir produciendo.

Hasta ahí la historia marchaba bien y con un crecimiento sostenido. Los problemas empezaron a surgir cuando uno de ellos (no tenemos el nombre, así que vamos a llamarlo “John” a fin de identificarlo de alguna manera) contrariaba permanentemente a sus pares. John era el más creativo pero a la vez obsesivo y los proyectos debían realizarse de acuerdo a sus ideas.
Como suele suceder en estos casos, llegó el momento en el que uno de ellos (digámosle “Mark”) lo enfrentó y, con el apoyo de los otros desarrolladores, le cerraron la puerta de la empresa. John insistía en que debían volcarse todos los recursos de la empresa en su proyecto de realidad aumentada ya que iba retrasado y los socios entendían que no podían dejar los otros dos proyectos (uno de básquet y otro de plataformas) abandonados debido a que consideraban que eran los que iban a ser exitosos y que la realidad aumentada tendía al fracaso.
La salida de John no fue nada elegante. Terminó destruyendo el salón de reuniones hasta que lo sostuvieron entre tres y llegó la seguridad. Mientras era arrastrado por los guardias gritó incoherencias y hasta chillidos muy agudos, pero un segundo antes de pasar por el dintel de la puerta levantó su mirada hacia Mark y le dijo “venganza”. Los jóvenes sonrieron pensando que John enloqueció. Posteriormente se darían cuenta de que fue un hecho muy triste el perder a uno de los fundadores y mentes más brillantes de esa forma. Igual, no tardaron en reforzar todos los niveles de seguridad de sus redes y cambiar las contraseñas de todos los sistemas para evitar accesos “indeseados”.

Las cosas no siguieron bien. Los dos juegos que se publicaron meses después (tambíen free to play) fueron un fracaso y el que les daba dinero ya estaba dejando de hacerlo. Mark tomó una determinación: continuar el proyecto de John y lanzar una versión beta poniendo el enlace de descarga (directamente al apk) en sus cuatro juegos publicados.
Tardaron algunos meses más, pues les costó comprender la ingeniería de John, y se ocuparon de optimizar la economía lo más que pudieron.
Finalmente el juego de realidad aumentada salió a la luz en su versión beta. El concepto podía decirse que era una especie de “simulador de vida”, o Sims, en donde sugería lugares de destino para acumular elementos, cruzarte con personas para aumentar productividad, etc.
[ Nota del Autor: Aquí el relato suma otra duda ya que uno sostenía que el episodio ocurrió en todo el Estado de California y otro solo en Los Ángeles, pero nunca lo sabremos. Vamos a seguir con la idea de California simplemente porque, quien lo dijo, parecía tener más datos].
El juego fue descargado por unas 1000 personas en toda California (supuestamente esperaban lanzarlo para todo Estados Unidos pero en la versión beta estaba limitado) y prontamente comenzaron a corregir errores en base al uso que se le daba.

La noticia sobre el juego se esparció positivamente. Se utilizaba más, llegaban mails con sugerencias y hasta debieron poner un enlace a la aplicación en la propia web de la empresa a pedido de la gente. Hasta la propia novia de Mark (digámosle “Lisa”) se consideraba fanática y lo distribuía en su propia universidad.
Mark viajó a una expo a Europa y cuando regresó intentó comunicarse con alguno de sus socios pero fue infructífero así como también con Lisa. Del aeropuerto se dirigió directamente a la oficina porque le resultaba extraño que no lo atendieran un lunes por la tarde. Cuando llegó no había nadie. Incluso las luces estaban apagadas. Se sentó en su escritorio para ver si tenía algún mensaje en papel o en su computadora hasta que se vio sorprendido por un chat en su pantalla.
—¿Extrañado? —Decía la ventana.
—¿Quién habla? —Contestó sorprendido Mark.
—Yo también extraño… Me hiciste extrañar… Todo eso era mío. Todo.
—¡¿Quién carajos habla?! —Insistió Mark con la paciencia agotada.
—Venganza…
Mark se quedó helado. Pese a que nunca le dijo su nombre, sabía que se trataba de John. Comenzó a escribir insultos, pero John le ganó de mano indicándole que no se gastara en insultos, que tomara su smartphone con la sesión de chat, tablet con el juego abierto y siguiera sus órdenes.
—¿Cómo sabes dónde estoy? —Preguntó Mark.
—¿Creías que me ibas a dejar afuera de mi propio código? No soy tan estúpido, Mark —Respondió John—. Ahora sube al auto y ve hacia donde te indica el juego en tu tablet. Te espero.
El juego le indicaba un camino hacia las afueras de la ciudad sobre una zona rural. Lo curioso es que los puntos de objetivo eran varios y estaban juntos, algo poco frecuente.
—Por los viejos tiempos, te pondré algo de música mientras llegas —Le dijo John por chat—.Te pondré Nessun dorma, que sé que te gusta. Es justo.
Mark no podía creer lo que estaba pasando, le temblaban las manos y apenas podía controlar el volante.
Al llegar al punto indicado por el juego ya era de noche. La flecha indicaba la entrada a un campo por un portón de madera. Más en el fondo, a unos 100 metros, se divisaba un granero bien del estilo norteamericano. Todo con Nessun dorma de fondo.
Mark traspasó el portón y recibió un nuevo mensaje.
—Ahora sí, sigue de aquí al granero con el juego de realidad aumentada. Te sugiero que ilumines el camino con el led del smartphone. —Dijo John.
Mark levantó la tablet con el videojuego y la dirigió hacia el camino que conducía al granero. A los costados del camino aparecían cajas en el juego. Mark volvió a bajar la tablet para ver si estaban físicamente, pero eran solo virtuales. Se acercó hacia donde debía haber una y volvió a levantar la tablet para ver de qué se trataba. Fue entonces cuando se horrorizó como jamás lo había hecho en su vida. Adentro se hallaba la cabeza flotando en sangre de uno de sus socios y escrito sobre su frente la palabra “Venganza”. En el juego su contador de puntos subió por varios miles.
Mark se dio vuelta y, en estado de shock, se acercó hacia la caja de la derecha. Allí vio la cabeza de otro de sus socios. No aguantó y se desplomó casi inconsciente, mientras en el juego su contador seguía incrementando los puntos.
—Despierta, Mark, esto no ha terminado —Decía la pantalla de chat.
El joven volvió en sí, se levantó y tomó el smartphone y la tablet. "Está jugando con mi mente, esto no puede estar pasando. Es un truco de este loco", pensaba Mark intentando convencerse. Volvió a apuntar la tablet hacia las laterales del camino y allí estaban las mismas cajas. Continuó caminando y se encontró con más cajas en donde una a una estaban las cabezas de sus empleados. Quería creer que se trataba de un truco, pero en su interior sabía que no lo era.
—Ahora que estás en la puerta del granero, Mark, entra.
—Voy a llamar a la policía ahora mismo.
—No, no lo harás, Mark… si no quieres encontrar a la cabeza de la Lisa en otra caja. Entra.
Mark dependía de las órdenes de John y, extenuado, abrió el granero y se iluminó con el smartphone. No había nada más que madera y paja.
—Levanta la tablet, Mark, pareces idiota —Indicó John.
La imagen era dantesca. El cuerpo desnudo y bañado en sangre de Lisa estaba desmembrado, las piernas, brazos y torso colgaban de cadenas formando una equis, pero la cabeza no estaba. Solo una caja debajo de la figura.
—Perdón por lo de Lisa Mark, mentí —Decía el chat.
Mark realizó unos pasos casi en forma involuntaria y totalmente sobrepasado. Acercó la tablet sobre la caja y efectivamente estaba la cabeza de Lisa. Le dio tantos puntos en el juego que le saltó un mensaje de “Has ganado”. Se arrodilló, vomitó dos veces, arrojó la tablet para dejar de ver ese cuadro y antes de hacer lo mismo con el smartphone leyó el siguiente mensaje de chat:
—Felicitaciones, has ganado el juego. Pero bueno, en definitiva, solo era un juego.
El caso, supuestamente, llegó al FBI. Mark aportó ciertos datos sobre el código del juego y los registros de las últimas locaciones de las víctimas. No se supo realmente si encontraron los cuerpos o no, lo que dice el mito urbano es que John se fue del país para trabajar en una importante empresa japonesa. En cuanto a Mark, tampoco se sabe nada, pero uno dijo que estaba internado en un neuropsiquiátrico. Y, en cuanto al juego, algunos dicen que todavía circula el apk en la deep web y que si llegas al final podrás ver todo lo que vio Mark.

Así concluye la historia. Lo curioso es que, cuando mi amigo me terminó de contar toda esta creepypasta —que a su vez le habían relatado esos indios y el italiano mientras aguardaban por una reunión—, le pregunté con quién estaba esperando juntarse y me dijo que con un tal John, de una firma japonesa.
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