'Mandy' es la película de Nicolas Cage más demente, violenta y gore que puedas imaginar: 6 razones para verla

Desde que se exhibiera en festivales para ganarse la ovación de los medios de prensa, e incluso haber tenido 100 % en Rotten Tomatoes, Mandy, del director Panos Cosmatos ha resonado en el público que ansioso esperaba el momento de su estreno. Y la espera valió la pena.

Claro que Nicolas Cage era y es gran parte del atractivo del film: todos esperábamos un festival de excesos y sobreactuación, con momentos dignos de cristalizar en memes, pero todo lo que muchos podrían objetar del actor parece medido y contenido en este film que sí gira en torno a su figura, pero para potenciarla y retroalimentarse y así darnos una de las mejores películas de horror del año. Y quizá una de las mejores películas de Nicolas Cage de todos los tiempos.

A continuación un compendio de los mayores atributos del film, y, por eso mismo, algunas razones para ver Mandy. Sin spoilers.

Mandy: motivos para ver esta película de Nicolas Cage

Una historia (sencilla) de violencia

Mandy no se anda con muchas vueltas: esencialmente es una historia de venganza, de esas en donde un agente de caos rompe el orden y la calma establecida, y con sus acciones activan una máquina de matar en estado de reposo. En este caso, el agente de caos que destroza la apacible vida de Red y Mandy es Jeremiah, un megalómano que lidera un culto en torno a su figura mesiánica. Tras la violencia impuesta, Red actuará en consecuencia y desatará toda su furia para restablecer el orden.

Nicolas Cage y todo el maravilloso elenco

En Mandy podemos ver el repertorio de Nic en todo su esplendor. Según Cosmatos, había pensado en Cage para darle el papel de Jeremiah originalmente. Sin dudas hubiera sido muy interesante, pero no le habría permitido a Nicolas Cage alcanzar (y sobrepasar) sus cotas de paroxismo como logra al interpretar al vengativo Red Miller. El grandioso arsenal de Nicolas Cage le permite mostrarse como un hombre amoroso y sensible, para dar lugar al dolor físico y emocional, alimentado por la impotencia, hasta llegar a los niveles más insospechados de locura y violencia.

No obstante, hay lugar para que el actor meta algunas perlas de humor que rompen con la violencia extrema del film pero que se amoldan a la perfección a la atmósfera general del film sin descolocar al espectador. Ni siquiera cuando hace un evidente guiño a Bruce Lee, con una expresión típica de Cage y que ya es su marca personal, pero que en ese preciso instante se constituye en la forma más pura de homenaje.

Asimismo, las actuaciones de Andrea Riseborough como Mandy Bloom y Linus Roache como Jeremiah Sand son soberbias. El estilo del director brilla aún más cuando se vale de la gran actuación de Riseborough (y de su exótica belleza) para dotar a Mandy de carácter y personalidad, y componer un personaje con un trasfondo oscuro y dramático que genera sentimientos encontrados en el espectador. Roache también logra componer un villano despreciable con matices que lo hacen ver como un maniático tan omnipotente y desquiciado como frágil e inseguro.

Gore - violencia

Era de esperarse, desde el momento en que vimos a Nic armado de un extrañísimo tipo de hacha o sosteniendo un duelo de motosierras, no cabía duda de que la violencia sería preponderante. Y ciertamente quienes estan en búsqueda de experiencias extremas y fuertes no se sentirán defraudados: hay un momento digno de Game of Thrones (ese de Oberyn Martell, ya saben), entre otras formas sádicas y aberrantes de perecer en pantalla.

Su estética

Tanto hablar de los aspectos bizarros y violentos del film, así como el rol central de Nicolas Cage no deberían opacar su belleza. Mandy es una experiencia estética que se degusta con placer. El arte, la fotografía, el diseño de producción, así como los efectos visuales, logran una experiencia visual única, con momentos que conmueven por su belleza, y otros que impactan sencillamente por cómo se elige mostrar la violencia.

Por momentos parece que estamos viendo una suerte de Mad Max alucinógeno y psicodélico, y en otros algo digno del mejor giallo, Saw o bien del film 8 MM protagonizado por Nicolas Cage. Además hay segmentos animados que, dado el espíritu fantástico que sobrevuela el film, nos remiten inevitablemente a la película animada Heavy Metal.

El director por su lado ha dicho que la única referencia real deliberada es The Sword and the Sorcerer, un film del género fantástico de 1982.

La música del film

Mandy abre de manera épica con un plano cenital que sobrevuela el bosque donde transcurre mayormente la acción al son de Starless de King Crimson. Esta decisión condice con la intención del director de que «el film tuviera el sentimiento de una ópera-rock [...] quería que fuera una experiencia audiovisual», como afirmó en una entrevista con Variety. Más allá de la inclusión de este tema, la banda sonora encaja a la perfección en todos los momentos épicos y siniestros de Mandy. El gran responsable de ello es el músico islandés Jóhann Jóhannsson, fallecido a principios de año, también encargado de componer, entre otras, las bandas sonoras de Mother!, La teoría del todo, Sicario y Arrival, algunas de las cuales le valieron nominaciones al Oscar y algún que otro galardón.

La banda sonora de Mandy combina paisaje sonoros dignos del mejor rock progresivo con un sentimiento metalero que subyace y se magnifica (mutuamente) con la imaginería del film.

Las críticas elogiosas

Las reseñas de la prensa han sido bastante unánimes y elogian los atributos de un film «artístico» y visceral. Pero como no siempre es necesario atender a lo que dice la critica, podríamos mencionar a Guillermo del Toro, que nos conmina a ver Mandy:

Y muchos espectadores la vieron y señalan sus mayores virtudes:

Y tú, ¿qué esperas para ver Mandy?

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