Si alguien nunca ha visto Game of Thrones en su vida y solamente conoce su reputación, la de una serie sobre complejos juegos políticos, alianzas, traiciones y estrategias bélicas en un escenario fantástico medieval de dragones y espadas, cargada de violencia, muertes de personajes más o menos protagónicos y escenas de sexo, este segundo episodio de la séptima temporada no haría más que confirmar todos los prejuicios de ese espectador hipotético.
Game of Thrones T7/ E2 reseña: nacer y morir en la tormenta

Pero es, por eso mismo, un episodio ejemplar y esencial de Game of Thrones, que sin ser de los más memorables o ni siquiera de los más atrapantes, y funcionando sobre todo como un capítulo de puesta en marcha de desenlaces y eventos futuros —algo que se podía prever siendo la anteúltima temporada—, fue tan entretenido como fundamental para el desarrollo de la historia en esta temporada.
La primera tormenta

El título del episodio, “Stormborn”, refiere en primer lugar a uno de los tantos nombres que ha recibido Daenerys Targaryen, debido a que nació precisamente en una noche de tormenta en Dragonstone, muy parecida a esta misma noche en la que, junto a sus consejeros, anuncia su plan para conquistar los Siete Reinos, que servirá como eje de todo el capítulo.
Esa escena inicial funciona casi como un presagio, como un espejo de la escena que cerrará el episodio, que será con una tormenta de otra índole. Una tormenta de fuego.
Una escena inicial que marcó el tono y las características de todo el episodio, que consistió casi enteramente en deliberaciones estratégicas y búsquedas de acuerdo en medio de cerrados consejos de guerra, mientras los diferentes bandos se preparan para atacar o defenderse.
En Dragonstone, hubo un dificultoso pero eventualmente satisfactorio entendimiento entre Varys, el defensor del pueblo, y Daenerys, lo que termina por consolidar un equipo que parece cada vez más fuerte y que, pese a las diferentes opiniones, llegó a un consenso para seguir la elaborada e ingeniosa estrategia diseñada por Tyrion.
Un Tyrion que se gana cada vez más el respeto de Daenerys, como lo evidencia el hecho de que la Khaleesi no solo haya convencido a todos, incluyendo a las apresuradamente vengativas Ellaria Sand y Olenna Tyrell, de que esta era el mejor camino a seguir, sino que también adopta sus expresiones («no quiero ser la reina de las cenizas») en su propio discurso.
La llegada de Melisandre y sus consideraciones de tono místico, incluyendo debates sobre lenguaje inclusivo y profético, y su recomendación de aliarse con Jon Snow y el Norte, no hizo más que acelerar las cosas y redondear una situación que parecía ideal y muy auspiciosa para los héroes salvadores de Westeros.
Todos sabemos qué sucede cuando todo marcha demasiado bien en Game of Thrones.
Un buen ataque como defensa

Cersei Lannister, demostrando sus dotes como monarca, apeló a un discurso infalible a la hora de sumar adeptos: un mensaje que explota el patriotismo y el miedo a lo extranjero.
Los dothrakis vendrán a saquear sus casas y violar a sus mujeres le aseguró a los nobles, incluyendo a un desconfiado Randyll Tarly que aparentemente todo lo que tiene de mal padre lo tiene de importante aliado para los Lannister en Desembarco del Rey.
Desafortunadamente para ellos, Tarly ha jurado lealtad a los Tyrell; afortunadamente para ellos, Tarly no es lo suficientemente tonto como para volverse en contra de Cersei.
Pero Cersei y su propio Mengele personal, Qyburn, ya están trabajando en otra solución para defenderse del ataque de Daenerys Targaryen y su arma más letal, los tres dragones, que no son tan invulnerables como lo harían creer su imponencia y su aliento de fuego.
Una cruenta batalla tendrá lugar, sólo resta saber cuándo.
Un viaje al sur

A la llegada de Melisandre, se suma la llegada de dos cartas a Winterfell dirigidas a Jon Snow, que vuelven inminente el esperado encuentro entre Jon Snow y (¡su tía!) Daenerys Targaryen, en Dragonstone, un lugar en el que Jon Snow ahora sabe que cuenta con dos elementos esenciales para combatir a los Caminantes Blancos: el fuego de los dragones de Dany y el vidriagón.
El Norte quedó en manos de Sansa, que ahora está un poco embelesada con las mieles del poder, después de tantos años de acatamiento y sometimiento, pero la inquietante presencia de Littlefinger suma una nota de incertidumbre y potencial caos, cosa que sabe Jon Snow pero que de todas maneras su amedrentamiento no logrará evitar.
Un posible reencuentro es un posible desencuentro

Además de probar un pastel que lucía delicioso («el secreto está en dejar quemar la manteca»), el encuentro de Arya con Hot Pie fue crucial y determinó su cambio de rumbo, lo que resulta, para nosotros, como un arma de doble filo: por una parte, se reabre una puerta a la esperanza de que finalmente Arya pueda reencontrarse con su familia, pero al mismo tiempo, esa puerta trae implícita la posibilidad de un nuevo desencuentro y una nueva decepción.
Su ambiguo reencuentro con Nymeria, quien no acepta volver con ella porque, irónicamente, es su igual y no está hecha para ser una simple mascota que obedece a su amo, no parece ser un presagio demasiado determinante ni en uno u otro sentido.
Un héroe discreto y sacrificado

Mientras los demás deliberan, trazan estrategias, se plantean miedos, formulan ambiciones y se preparan para la guerra, Sam, desde el lugar menos esperado y cuando parecía que quedaría atrapado en tareas burocráticas o repugnantes, pone manos a la obra.
Primero para realizar un importante descubrimiento y ahora para salvarle la vida Jorah Mormont, que todavía debe su promesa a Khaleesi de recuperarse y volver junto a ella.
Nuevamente, la tarea de Sam no es la más placentera pero alguien lo tenía que hacer.
(Hay, otra vez, un pequeño juego en la edición en la transición de escenas, algo que caracterizó la peculiar secuencia del episodio anterior y ahora se utilizó nuevamente aquí y también en otra transición posterior, después de la reveladora y adorable escena de sexo entre Missandei y Gusano Gris).
Todo iba demasiado bien

Después de ese breve intermezzo sexual, y cuando todo parecía que seguiría por esa misma senda, con los flirteos entre Yara Greyjoy y Ellaria Sand, sobrevino una nueva tormenta.
El sorpresivo ataque de Euron Greyjoy salió literalmente de la nada.
No sabemos cómo Euron Greyjoy dio con sus sobrinos ni cómo hizo para tomar a sus soldados tan desprevenidos, pero después de unos pocos minutos de una caótica y sangrienta batalla, ya habían muerto dos de las hijas bastardas de Oberyn Martell, y ya eran prisioneras Ellaria y Tyene, que serán, obviamente, el regalo prometido para Cersei.
Para completar la tragedia, la valiente Yara murió en manos de su pérfido tío, al tiempo que el cobarde Theon Greyjoy dejaba pasar su oportunidad de coraje y redención.
Una verdadera tragedia que altera los planes y ya no hace parecer tan en desventaja a Cersei Lannister y los suyos.






