Tras el incendiario discurso de Tyrion Lannister y la sorpresiva demanda de un juicio por combate por el asesinato del rey, el pueblo de Westeros aguarda ansiosamente para ver cómo se terminará por dirimir esta disputa familiar convertida en cuestión de Estado, mientras el verdadero culpable se encuentra muy lejos, tranquilamente cometiendo otros asesinatos igual de bienvenidos.
Game of Thrones: la justicia tarda [Crítica 4x07]

Un juicio justo
La catarsis de Tyrion debe haberle sentado muy bien luego de verse sometido a tanta injusticia, ya no sólo en el juicio mismo por un asesinato que no cometió, sino durante toda su vida, por el hecho de ser enano. Pero ahora es la vuelta a la realidad. La vuelta al calabozo y la necesidad de encontrar alguien que luche en su nombre para salvar su vida.
El afortunado deberá luchar nada menos que contra Gregor “La Montaña” Clegane, uno de los guerreros más temibles e imponentes que se hayan visto en Westeros, cuyo apodo sólo le hace justicia a su tamaño, pero no a lo que es capaz de hacerle a su rival.

Es más que bienvenida la reaparición de Gregor Clegane, ahora interpretado por un nuevo actor, un personaje alrededor del cual se tejieron ciertas mitologías, pero que nunca antes habíamos visto en todo su esplendor. Ahora aparece en un momento crucial y se pone al servicio de la injusticia, representando con toda su fuerza salvaje y su brutalidad ese lado de la balanza.
Del otro, del lado de la justicia, aparece como representante el Príncipe Oberyn Martell, un hombre que busca la venganza precisamente ante esta brutalidad, que se cobró la vida de su hermana, pero que además aboga por la justicia en el caso de Tyrion. Un representante, como contrapartida, más sutil, ingenioso e inteligente, pero no menos letal.
Será un legendario enfrentamiento el que veremos en el próximo episodio, ya anunciado desde el título del mismo.
Las guerras inminentes
Otro gran enfrentamiento que se avecina es el de Mance Rayder y sus Salvajes contra la Guardia de la Noche en Castillo Negro, uno en el que las cosas no lucen nada alentadoras para la Guardia de la Noche, pero mucho menos si los jefes siguen sin escuchar los consejos de Jon Snow, amparados en la envidia que les produce que éste sea joven, apuesto, inteligente y haya tenido sexo con una salvaje.
En Rocadragón, mientras tanto, tiene lugar un extraño intercambio entre Melisandre y Selyse, con una misteriosa atmósfera erótica, como suele suceder con Melisandre. Mientras ésta le habla sobre las virtudes de la mentira, como truco para llegar a la Verdad (la Verdad del Señor de la Luz), discuten sobre su hija, Shireen, y sus “tendencias a la herejía”. Como todo profeta, Melisandre habla en términos vagos e imprecisos, que sugieren tal vez un futuro “sacrificio” que involucre a Shireen.

Melisandre no ha tenido mucha incidencia en esta temporada y es tal vez la historia menos interesante de las muchas que hemos seguido. Con Stannis y Davos planeando los detalles más mundanos de la guerra, como reclutar un ejército y financiarlo, los aspectos religiosos de Melisandre han quedado relegados, y ella no parece tener mucho para hacer, más que aparecer ocasionalmente –desnuda– dialogando sobre sus quehaceres esotéricos.
Finalmente, tenemos al hombre cuya acción desde las sombras y cuyas conspiraciones son el motivo de muchos de los conflictos centrales de la serie, que ahora sigue incidiendo de manera decisiva en la trama en torno al poder y el trono.
Recordemos que desde Desembarco del Rey Sansa es sospechosa por el asesinato de Joffrey y que, en un intento de protegerla tal como le prometió a su madre, Brienne está en su búsqueda. Sin Lysa Arryn de por medio, todo esto se entrecruza con los planes que Petyr Baelish podría tener.
Petyr Baelish es un hombre oscuro, perverso, peligroso y ávido de poder, pero siempre le estaremos agradecidos por ser el responsable de la muerte del Rey Joffrey y de la hermana demente de Lady Catelyn Stark. Me pregunto qué será ahora del pequeño monstruo que ésta tenía por hijo.
Otras observaciones:
- Fue un poco duro ver cómo las esperanzas de Tyrion en conseguir un campeón se esfumaban, primero con Jaime y después con Bronn. Uno llega a entender a Bronn y justificar su decisión, sobre todo después de esa frase tan lapidaria como verdadera: “Sí, soy tu amigo. ¿Y cuándo tu has arriesgado tu vida por mí?”
- El intercambio entre Tyrion y Oberyn fue perfecto, y el cierre con la frase de Oberyn “Yo seré tu campeón” y la reacción de Tyrion, de los momentos más emocionantes de la serie.

- Ver las aventuras de Sandor y Arya es siempre entretenido, pero en este episodio tuvimos tal vez lo que fueron los mejores momentos entre los dos.
- La otra pareja viajera –Brienne y Podrick– no tiene todavía el encanto y la imperfecta armonía de Sandor y Arya, con esa dinámica de amor-odio, pero también aportan lo suyo y son un resquicio de liviandad y humor muy bienvenido.
- Daenerys sigue intentando gobernar las ciudades antiguamente esclavistas debatiéndose entre el idealismo justiciero y el pragmatismo, pero también tiene algo de tiempo para dejarse caer en los encantos de Daario y al mismo tiempo mantener contento a Jorah con la vaga promesa de algo que nunca sucederá.
Puntaje: 9/10.






