Hoy voy a destruir una imagen que muchos han construido y que lamentablemente, no tiene punto de conexión con la realidad. Se trata de un mito (como otros tantos) que el paso de los años fue creando respecto al más importante científico del Siglo XX, es decir, el mismísimo Albert Einstein.
Sobre él suelen decirse miles de cosas, unas, enaltecen su prodigiosa inteligencia y lo muestran como el genio que realmente fue, tanto como matemático o como físico, autor de la Teoría General de la Relatividad y máximo exponente de la ciencia que le propició un fuerte empujón hacia el progreso y la comprensión del Universo.
Una historia que miles de veces he escuchado repetir es que Einstein, en su temprana juventud, era un pésimo estudiante, que luego de largos y tediosos esfuerzos, fue capaz de aprobar un examen de matemática básica que le costó sudor y lágrimas. Esta visión de Einstein muchas veces, es empleada para demostrar que el verdadero potencial de cada uno no es tan fácil de vislumbrar y que el hecho de que algo tranque nuestro presente no quiere decir que nuestro futuro esté condicionado.
Sin embargo, aunque el discurso sea sumamente inspirador, la verdad es la verdad y debe primar por sobre todas las cosas. Einstein jamás fue una persona normal. Desde muy joven se destacó precisamente como el mejor alumno de su generación, con notas intachables en el área de las matemáticas. Es más, incluso decidió abandonar los cursos pues consideraba que limitaban su potencial, estudiando por su cuenta matemática avanzada y salvando los exámenes con las mejores calificaciones.
Este mito surge de la serie de revistas Believe it or not! de Robert Ripley. Ripey no se caracterizaba por ser una fuente fidedigna, pues sus noticias eran producto, las más de las veces, de su prodigiosa imaginación.
Vía | Cracked