La década de los 90 vio crecer la popularidad de los videojuegos y, como consecuencia, el nacimiento de sus primeras y extravagantes adaptaciones al cine, entre las cuales se destaca Street Fighter, de 1994, una película tan asociada a esta década como sus dos actores más destacados, Jean-Claude Van Damme y Raúl Juliá.

Uno de los primeros y más célebres personajes de Capcom, y uno de los más icónicos de la industria de los videojuegos, tendrá finalmente su versión no animada en la gran pantalla, camino que ya habían seguido mucho antes otras franquicias populares de la compañía, como Street Fighter (quién no recuerda aquella maravillosa película tan mala que era buena) y Resident Evil.

La industria de los videojuegos intenta seguir el camino que han seguido los cómics al trasladarse al cine alcanzando el éxito tanto a nivel de la crítica como a nivel de público, algo que en la historia de las adaptaciones de videojuegos nunca ha sucedido.

Es posible que alguna vez en tu vida hayas jugado a Mortal Kombat, con personajes muy llamativos en un torneo bastante violento. A pesar de las críticas desde varios sectores, es imposible no pensar que es una gran parte de esa época en que los juegos de consola coparon nuestras vidas.

La historia de las adaptaciones hollywoodenses de conocidos videojuegos se remonta a algunas películas ya clásicas como Super Mario Bros. (1993), Street Fighter (1994) y Mortal Kombat (1995), pero desde entonces, ninguna de ellas ha logrado destacarse demasiado por sus logros cinematográficos, sino más bien por una inevitable tendencia a la falta de sofisticación y al más burdo fanservice.

Que vivimos en una época donde las ideas originales para el cine parecen haberse acabado, no es particularmente un secreto de estado (lo sabe todo el mundo). Se han adaptado a la pantalla grande prácticamente todos los soportes, libros, cómics, obras de teatro, dibujos animados, series televisivas, video games, juegos de mesa, etc.