Cuando Sarita nació, Yary se dio cuenta que su hija tenía los pies chuecos. Si bien le dijeron que con un yeso bastaría para solucionar el problema, el tiempo ha pasado sin que haya una solución concreta para que la bebé pueda caminar, mientras la niña tiene que apoyarse con sus bracitos para poder arrastrarse. La madre anhela que su pequeña reciba ayuda en Estados Unidos y un día verla correr como cualquier otra niña.