Una familia venezolana azotada por la pobreza vive en un viejo autobús a las orillas de una carretera
Sin poder acceder -por falta de suerte y de contactos- a una de las viviendas que regala el re´gimen de Nicolás Maduro, la familia González Vargas ha tenido que vivir en un viejo autobús escolar orillada por la pobreza extrema y la falta de trabajo.
Los restos de un viejo autobús amarillo, que alguna vez llevó niños a la escuela y que hoy está convertido en chatarra, es el hogar de la familia venezolana González Vargas, la cual se encuentra sumida en la
pobreza extrema. "No es un lugar para vivir porque hace mucho calor y cuando llueve nos empapamos de agua", dice Sixto González, padre de la familia.
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González dice que aunque se trata de un autobús destartalado es mucho mejor que dormir a la interperie. En el interior de la vieja estructura del vehículo guardan todas sus pertenencias como abono para la agricultura, una cama, una mesita, una bomba para sacar agua, un ventilador, una televisión y la foto de una bebé.
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A pesar de la precariedad, Sixto, su esposa y su hijo han hecho lo posible para convertir este refugio en lo más parecido a un hogar e hicieron algunas reformas como una pared de concreto que cubre el parabrisas para darle soporte y pusieron cemento en el piso.
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Sin embargo, la estructura todavía tiene grietas que dejan pasar el agua y se siente un calor abrumador en ciertas épocas del año, mientras que hacen como pueden para que el armazón del vehículo se siga manteniendo firme.
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A un costado del autobús, la familia ha logrado acondicionar una precaria cocina con un fogón a leña donde se cocinan los pocos alimentos que pueden obtener de programas de asistencia social. El espacio para comer es pequeño y alcanza a penas para los tres miembros de la familia.
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María Vargas, esposa de González, explica que su familia vive amontonada, a pesar de que su hijo duerme a las afueras del autobús porque simplemente no pueden pagar otra cama y si lo hicieran, no hay espacio para poder colocarla.
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El sueño de los González es el mismo que tienen millones de familias venezolanas sumergidas en la pobreza: poder adquirir una de las casas regaladas por el régimen de Nicolás Maduro.
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Todos los días la familia lucha por sobrevivir e intentar llevar un poco de comida a su mesa. Sixto es agricultor y tiene un pequeño huerto, mientras que su esposa e hijo recogen huevos de gallina que ponen debajo de la estructura metálica del camión.
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Durante años, la familia González lleva persiguiendo el inalcanzable sueño de hacerse con una casa propia, pese haberla solicitado a la Misión Vivienda, una programa de construcción fundado por Hugo Chávez que hace una especie de rifa de casas. María lamenta su mala suerte -y la falta de contactos- al recordar que hace seis años realizó la solicitud para la vivienda pero nunca le dieron respuesta.
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"Yo quisiera tener mi casita normal como cualquier persona con su cocina, sala, un cuarto para nosotros y otro para nuestro hijo", dice María, quien pide ayuda para lograr este cometido.