"Seguiré luchando por ellos": Abuelo enfermo cuida a sus 6 nietos tras ser abandonados por su hija
Este afligido hombre vive con los menores en una casa de lata y cartón sin agua potable o energía eléctrica. Aunque hay días que no tiene para darles de comer y que cada día que pasa está más enfermo, él deja claro que no dejará de trabajar para que ellos puedan tener una vida mejor.
Alfredo Suárez se gana la vida limpiando zapatos en las calles, pero el dinero que gana no le alcanza para comprar la suficiente comida y pagar una mejor vivienda para sus nietos.
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Cuando su hija no pudo contra su adicción a las drogas y decidió alejarse para siempre de sus 6 hijos, este bondadoso abuelo no pudo dejar que sus nietos fueran recogidos por el gobierno para ponerlos en adopción, por lo que decidió quedárselos, a pesar de vivir en extrema pobreza.
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Alfredo Suárez tiene 57 años, pero aparenta mucha más edad. Él lo atribuye que la pobreza y el hambre han estado con él desde que era un niño y más ahora que tiene 6 bocas pequeñas que mantener lustrando zapatos.
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En días muy buenos, este afligido hombre consigue sacar unos $5 dólares que destina a las necesidades de Lady, Nicole, Llilian, Brandon, Steven y la pequeña Sofía. “Seguiré luchando por ellos hasta donde pueda”, dice con el ceño compungido y al borde del llanto.
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Sin energía eléctrica y sin agua potable, Alfredo vive con sus nietos en una casa de cartón y lata ubicada en una zona de riesgo y altamente inestable dentro del territorio colombiano, desde donde tiene que caminar una milla para atender a sus mejores clientes.
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El esfuerzo y cariño inconmensurable de este hombre es bien recibido por estos niños que, sin nadie más en el mundo, se dejan abrazar por su abuelo, a quien recuerdan haberlo sufrir muchas veces por no tener nada para darles de comer.
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“Es todo para mí”, dice la pequeña Lady Suárez, mientras su hermana Lilian no olvida cuando “no tenemos comida y él llora porque le da tristeza”.
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Lejos de dejarse vencer, Alfredo hace todo lo que está a su alcance para llevar comida y prepararla en un pequeño fogón de leña, a pesar de que el humo que emite les haga mucho daño a sus lastimados pulmones.
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Por si fuera poco, Alfredo los obliga a ir a la escuela con la esperanza de que tengan una vida mejor que la suya, mientras su salud empeora, sobre todo después de que hace poco tuvo un preinfarto que le hizo desmayarse dos veces mientras iba en camino a la sala de urgencias.
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“Queremos que alguien le deposita a la cuenta que se le abrió para comprar un lote o construirle una casa para que sus niños no se queden sin techo”, dice el Intendente Luis Rosero, uno de los policías que se preocupa por esta familia.
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Mientras Alfredo y sus nietos esperan toda la ayuda posible para tener un techo digno que sea suyo, él deja claro que seguirá haciendo todo lo que esté en sus manos para que no terminen siendo dados en adopción cuando él ya no esté, porque son su única razón de vivir.