Decenas de inmigrantes siguen cruzando en balsas la frontera sur de Texas para pedir asilo político en EEUU y los menores de edad que llegan solos sobresalen cada vez más, al igual que familias originarias de Ecuador y Nicaragua. "Me siento feliz, gracias a Dios ya estoy aquí", dijo José María Muñoz, un indocumentado nicaragüense.
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