DALLAS, Texas. La escena fue tan extraña como trágica, un joven con miedo a la radiación, obsesionado con los guantes de algodón y las teorías conspirativas, terminó acusado de disparar desde una azotea contra una sede del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Dallas.
Creía tener una “enfermedad por radiación”: la obsesión detrás del ataque a ICE en Dallas
Joshua Jahn, de 29 años, estaba convencido de tener una “enfermedad por radiación”. Semanas después atacó una instalación de ICE en Dallas, mató a dos detenidos y se quitó la vida, según las autoridades. Documentos revelan la paranoia que lo llevó al extremo.

Dos migrantes murieron, otro sobrevivió. El sospechoso se quitó la vida, según las autoridades.
La paranoia que lo consumió
Joshua Jahn, de 29 años, había regresado de un viaje a Washington convencido de que algo, una sustancia, una exposición, una energía invisible, lo estaba enfermando.
Según registros obtenidos por The Associated Press (AP), decía sufrir una “enfermedad por radiación”.
Se protegía del “plástico tóxico” usando guantes de algodón y pasaba horas en internet, buscando pruebas de su propio envenenamiento.
Sus padres contaron que lo vieron deteriorarse en pocas semanas: desconfiado, errático, aislado.
En ese periodo, Jahn compró legalmente un rifle y practicó tiro al blanco con su padre en Oklahoma.
Fue su único entrenamiento antes de abrir fuego contra una instalación federal.
La mañana del ataque
Era el 24 de septiembre, a las 6:40 de la mañana, cuando Jahn subió a la azotea de un edificio junto al complejo de ICE, sobre la autopista Stemmons Freeway, según la investigación.
Desde ahí, disparó hacia el área de seguridad donde llegaban los detenidos, el llamado sally port.
Varias balas impactaron una van de ICE con migrantes esposados adentro.
Uno murió en el lugar, los otros dos quedaron gravemente heridos. Ningún agente resultó lesionado.
Cuando llegaron las patrullas, Jahn ya estaba muerto. Se había disparado, indica el FBI.

La bala que decía “ANTI-ICE”
Los investigadores del FBI hallaron supuestas balas del sospechoso con una palabra escrita a mano. “ANTI-ICE”.
El mensaje, breve, confirma lo que se sospechaba, según las autoridades federales: el atacante buscaba atemorizar a los agentes migratorios.
Pero no hay señales de un plan organizado ni de cómplices.
Su paranoia, según los reportes, parece haber sido la chispa que encendió todo.
Las víctimas: nombres y vidas que importan
Norlan Guzmán Fuentes, de 37 años, originario de El Salvador, murió en el lugar. Había sido detenido semanas antes tras un arresto local.
Miguel Ángel García Hernández, de 32, mexicano, pintor de casas, murió el 30 de septiembre luego de seis días conectado a máquinas en una habitación en el área de terapia intensiva en un hospital del norte de Texas.
Su esposa contó a medios locales que esperaban un bebé. Tenían cuatro hijos.
El tercer detenido, José Andrés Bordones Molina, de 33 años, venezolano, sobrevivió con heridas. Sigue detenido.
Qué significa “enfermedad por radiación”
Aunque el término se usa para describir la exposición real a altos niveles de radiación, en este caso se trataba de una creencia.
No hay registros médicos que confirmen que Jahn hubiera estado expuesto a nada.
En psiquiatría, ese tipo de paranoia suele estar ligada a trastornos psicóticos o delirantes, donde la persona confunde sensaciones físicas con amenazas externas invisibles, indican reportes del Instituto Nacional de la Salud Mental (NIMH) .
“Creía que el plástico lo enfermaba. Creía que la radiación lo mataba. Su mente ya no distinguía entre lo real y lo imaginario”, resumió uno de los agentes entrevistados por AP.
Qué se sabe y qué falta por saber
- El arma usada fue un rifle, comprado legalmente.
- Practicó tiro al blanco semanas antes.
- La bala marcada como “ANTI-ICE” sugiere una motivación contra la agencia, según las autoridades, pero el motivo final sigue sin resolverse.
- El FBI mantiene la investigación abierta sobre su estado mental y posibles antecedentes de salud.
El caso reaviva un debate: cómo el acceso fácil a armas y la falta de atención en salud mental pueden cruzarse con la vida de personas que solo estaban bajo custodia, esperando una audiencia migratoria.
Para las familias de las víctimas, la historia no es una investigación federal: es una pérdida irremediable.
“Era trabajador, buen padre, buen esposo. Nunca debió morir así”, dijo la esposa de García Hernández en una vigilia al norte de Dallas.


















