Un hombre murió tras comer sandwiches en su trabajo, era el “experimento” de un solitario colega

Otros trabajadores presentaron síntomas similares y uno de ellos notó unos polvos sospechosos en el pan de los sándwiches de la cantina de la oficina. Pusieron una cámara escondida y descubrieron al culpable.

El secreto estaba en lo que hacia un compañero de trabajo en la cocina de la empresa.
El secreto estaba en lo que hacia un compañero de trabajo en la cocina de la empresa.
Imagen Mikhail Spaskov/Getty Images/iStockphoto

Después de más de tres años en estado de coma, al cabo de una enfermedad progresiva que lo afectó aa sus 23 años, el joven Nick N. falleció esta semana por envenenamiento con mercurio.¿Cómo había ocurrido?

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La respuesta llegó de forma inesperada en 2018 cuando otros dos compañeros de trabajo del joven empezaron a sentirse raramente enfermos. Uno de ellos, Simon Radtke, había notado rociadura de polvos blancos y marrones en el pan de los sándwiches que comían de almuerzo en su centro de trabajo: la fábrica de accesorios de metal ARI Armaturen, en la localidad industrial de Schloss Holte-Stukenbrock, en Alemania.

Cuando Radtke comunicó sus sospechas a la empresa, decidieron poner una cámara escondida en la habitación de descanso, en donde se juntaban para almorzar.

Fue entonces que descubrieron el origen del misterio: otro trabajador, un fabricante de herramientas que todos describieron como solitario y antipático y que ha sido identificado como Klaus O. por la prensa alemana, se escabullía en esa habitación, se sacaba del bolsillo unos frascos y rociaba con ellos el almuerzo de sus compañeros.

¿Asesino en serie?

Tras ser grabado mientras cometía el crimen, Klaus O., de 57 años, fue arrestado en mayo de 2018. En ese momento, llevaba un frasco con acetato de plomo en el bolsillo. Fue condenado por intento de asesinato y lesiones físicas contra tres de sus compañeros, incluido el joven Nick, que entonces seguía en coma, y Radtke.

Por estos crímenes Klaus fue sentenciado a cadena perpetua pero nuevas interrogantes se añaden a su caso.

Con la muerte de Nick esta semana, ya suman 22 los empleados de esa misma fábrica que han muerto antes de la edad de jubilación en los últimos 20 años, lo cual ha levantado sospechas de que Klaus podría ser un asesino en serie de larga data que lleva ejecutando sus crímenes durante más de dos décadas, según dijo al diario The Washington Post el fiscal Moritz Kutkuhn, quien aseguró que les parecía raro que tantos trabajadores hubiesen muerto de forma temprana por problemas de salud en esa compañía.

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Tras descubrirse el envenenamiento de Klaus a sus compañeros el año pasado, la policía empezó a exhumar los cuerpos de los trabajadores fallecidos en los últimos años por problemas de salud.

En su mayoría murieron de cáncer o ataques cardíacos, lo cual podría ser resultado de un envenenamiento por metales pesados que no se detectó, según declaró el fiscal, que informó que en al menos nueve de los casos el envenenamiento se ha descartado, pero otros 12 continúan siendo investigados.

Sin motivos aparentes

Hasta el momento nadie ha logrado entender por qué Klaus se comportó de esta manera y atentó contra la vida de sus compañeros de trabajo. Él mismo no ha dicho una palabra. Apenas se expresa o muestra algún tipo de gesto o reacción.

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Pero a pesar de ser un solitario que no hablaba en su trabajo y ni siquiera saludaba por las mañanas al llegar, Klaus O. era un excelente trabajador y tenía una vida aparentemente normal, con una esposa y dos hijos en una cómoda vivienda.

En el sótano de esa vivienda la policía hizo un gran descubrimiento: libros, información y muestras de sustancias químicas peligrosas. El hombre, según reportó Der Spiegel, las ordenaba por Internet y se las llevaba a su trabajo.

Durante su juicio, un psicólogo determinó que Klaus no presenta ningún tipo de desorden que justifique su comportamiento desde el punto de vista psiquiátrico.

El experto notificó que aunque Klaus no parecía obtener ningún tipo de placer sádico con sus actos, tampoco manifestaba pena o remordimiento, por lo que más bien parece ser una especie de “científico que probaba sustancias con conejillos de indias”, dijo el psicólogo a la cadena Deutsche Welle.

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Esos experimentos acabaron con la salud de al menos tres de sus compañeros de trabajo. Uno acaba de morir, Nick N., con solo 26 años, los otros dos presentan daño renal y tienen que hacerse hemodiálisis.

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