Los virus no siempre se hacen menos letales al evolucionar, ni ómicron es garantía de que ocurra con el coronavirus
La idea de que los virus se hacen menos peligrosos o letales a medida que evolucionan es uno de los grandes consuelos a los que nos hemos aferrado durante esta pandemia y una que ha cobrado fuerza con la aparición de la variante ómicron que ha estado asociada a una enfermedad menos severa.
Pero por más reconfortante que resulte, no se corresponde con la realidad, advierten los expertos en la materia que recalcan que no hay garantías de que el SARS-CoV-2 siga este patrón, ni de que las próximas versiones del coronavirus que aparezcan después de ómicron sean intrínsecamente más benévolas con la humanidad.
Muchos virus nunca se hacen menos letales
Hay muchos otros virus que no se han hecho menos patogénicos al evolucionar, algo que contradice la famosa teoría del Theobald Smith 1800 que tanto ha sonado en estos días y que propone que los patógenos con el tiempo se hacen menos virulentos porque si matan a todos sus portadores, se quedarán sin personas a las que infectar.
Algo que en el papel tiene sentido, pero que no sigue la lógica caótica y anárquica que caracteriza la evolución viral. Los virus no tienen sentimientos, ni piensan. Su única meta es crear tantas copias como puedan de sí mismos.
“Es una falacia que los virus o patógenos se hacen más leves. Si un virus puede seguir propagándose y causar mucha enfermedad, lo hará”, dice en a The Guardian David Robertson, jefe de genómica viral del Centro de Virus de la Universidad de Glasgow.
Ejemplo de ello, el ébola que se ha hecho más letal para los humanos y que ha llevado a los gorilas al borde de la extinción, la viruela cuyo índice de mortalidad antes de la existencia de vacunas se mantuvo pese al haber circulado durante años, el VIH ante el que son los tratamientos los que han salvado la vida de millones y el sarampión.
Las vacunas y tratamientos reducen la severidad, no el virus como tal
En muchos casos son las vacunas y tratamientos los que han impedido millones de muertes y reducido la transmisión: no la evolución del virus como tal.
De hecho, hay algunos que mutan para esquivarlos.
“Algunas variantes de la influenza han desarrollado resistencia a antivirales lo que los hace más difíciles de tratar, y por tanto, más mortales”, comenta a Associated Press, Amesh Adalja, del Centro de Seguridad de la Salud de la Universidad de Johns Hopkins, agregando que lo mismo ha ocurrido con el VIH y algunas cepas de la hepatitis C.
“ No puedes decir simplemente el virus se hará más amable. La biología molecular evolucionaria y muchos datos muestran que eso no necesariamente es cierto. Puede volverse más amable o mucho más temible”, explica a PolitiFact, Andrew Read de la Unviersidad de Penn State.
¿Serán las futuras variantes menos peligrosas que ómicron?
¿Pero cómo se explica entonces el que ómicron la variante predominante del SARS-CoV-2 ocasione una enfermedad menos severa?
Puede responder al hecho de que haya más gente vacunada o con infección previa -es decir, rasgos en la respuesta inmune de los contagiados y no necesariamente del virus-.
Aunque sí se ha visto que esta versión del virus parece reproducirse más al tracto respiratorio superior, en vez de los pulmones.
“Es difícil determinar con nuevas variantes como delta y ómicron si el virus está evolucionando para hacerse más o menos virulento Porque han surgido en un momento en el que tenemos mucha inmunidad al coronavirus en algunos países”, explica a ABC News, Andrew Pekosz, profesor de microbiología de la Universidad de Johns Hopkins.
Variantes que la antecedieron como Delta y Beta eran más severas que la versión original que fue detectada en Wuhan.
“ La evolución viral no es una calle de un solo sentido. Ómicron no provino de delta y delta no evolucionó de alpha. Es mucho más errático e impredecible que eso”, explica un reportaje de The Guardian.
“Estas variantes no están derivando unas de otras y, si ese patrón continua, y otra aparece en seis meses, podría ser peor. Es importante no asumir que definitivamente ómicron será el final de la evolución del SARS-CoV-2”, explica a ese medio David Robertson, virólogo de la Universidad de Glasgow.
Para la viróloga Emma Hodcroft, quien se ha abocado a rastrear las variantes del SARS-CoV-2, “no hay garantías de que un patógeno se hará más leve si la enfermedad severa o la muerte no impactan su transmisibilidad. Si se transmite temprano y mata a unos cuantos cuatro semanas después, le está yendo muy bien”, comenta en un tweet.
Dicho esto, sí existe la posibilidad de que, al ser ómicron tan contagiosa, no logre ser fácilmente desplazada por otras variantes.
Pero también podría ocurrir que se quede sin personas a las que infectar y mute en versiones que logren esquivar la respuesta inmune lo que podrían ocasionar síntomas más severos.
“Una colección de mutaciones que le brinden una ventaja selectiva podría incluir una enfermedad más severa”, dice a LiveScience, Karen Mossman, profesora de microbiología y medicina molecular en la Universidad de McMaster en Ontario.
Una manera de frenarle el paso a la aparición de nuevas variantes es mediante la vacunación, lo que reduce las posibilidades al virus de seguir replicándose y mutando.
Virus endémico no equivale a virus benévolo
Otra malinterpretación frecuente es el que los virus se hagan menos letales al convertirse en endémicos.
“La viruela es endémica. El polio es endémico, la fiebre de Lassa es endémica y la malaria también (…) El sarampión y las paperas son endémicas y dependen de la vacunación. La endemicidad no implica que algo pierda su fuerza”, recalca a The Guardian el virólogo Stephen Griffin, virólogo de la Universidad de Leeds.
Un virus se hace endémico cuando sigue circulando en algunas regiones, causando brotes ocasionales, pero sin colapsar el sistema de salud. El mapa actual vertical de contagios demuestra que todavía no estamos allí y que el SARS-CoV-2 sigue trastocando drásticamente nuestras vidas.
Imposible predecir lo que ocurrirá, pero la aparición de otras variantes de preocupación está prácticamente garantizada. ¿Serán más o menos letales? Es la gran pregunta.
En palabras de Jonathan Abraham, profesor de microbiología de la Universidad de Harvard a The Harvard Gazette: “La asombrosa flexibilidad estructural de la proteína del sARS-CoV-2 sugiere que ómicron posiblemente no será el final de la historia de este virus”.