Otro misterio del covid-19: por qué unos enferman y mueren y otros no. La respuesta puede estar en el sistema inmune

Investigadores encuentran pistas sobre uno de los grandes misterios de la pandemia: por qué algunas personas apenas presentan síntomas leves, mientras que otras enferman de gravedad. Y hay indicios para intuir que podría ser posible cambiar el curso de esos pronósticos. La clave está en una de las partes más complejas y menos entendidas del cuerpo humano: el sistema inmune.

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Huellas en el sistema inmune al comienzo de la enfermedad bien podrían servir para predecir los casos severos de covid-19, dando pie a posibles formas de revertir su curso, revelan una serie de estudios que comienzan a responder uno de los mayores enigmas de la pandemia: por qué algunas personas enferman severamente, mientras que otras apenas presentan síntomas leves.

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Aún queda mucho por explicar, pero hay creciente evidencia sobre una reacción atípica del sistema inmune que se descontrola y genera efectos que, lejos de ayudar, son contraproducentes.

Lo interesante del enfoque es que, de identificarse propiamente estos sellos o ‘marcadores’, existe el potencial de anticiparse al virus y revertir el curso de la enfermedad antes de que sea demasiado tarde.

Un ejército confundido

Las citoquinas son un grupo de pequeñas moléculas que son liberadas para coordinar la respuesta ante las infecciones. Cuando el sistema inmune genera demasiadas, causando más daño al propio organismo en vez del enemigo que intenta vencer -en este caso el nuevo coronavirus- se habla de ‘ tormenta de citoquinas’, un concepto que viene sonando desde hace tiempo durante la pandemia.

Pero lo que no se comprendía del todo era qué elementos interfieren o cómo se produce este descontrol, y es allí donde un estudio de la Universidad de Yale, publicado en la revista Nature, arroja algunas luces.

Tras analizar la respuesta inmune de 113 pacientes admitidos al Hospital de Yale en New Haven a lo largo del curso de la enfermedad (hasta la dada de alta o la muerte), encontraron varios denominadores comunes entre los pacientes con peores pronósticos, que los distinguían claramente de aquellos con una enfermedad moderada.


En estos últimos la carga viral y la respuesta inmune decrecían con el paso del tiempo; mientras que en casos más severos no hubo una reducción y, en algunos casos, incluso se detectó un aceleramiento de las señales del sistema inmune. “Es un enigma. Tienes esta enfurecida respuesta inmune, pero el virus continúa replicándose”, comenta a The New York Times, Avery August, inmunólogo de la Universidad de Cornell.

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Pero lo más interesante del caso, es que incluso en la fase inicial, los científicos encontraron una serie de indicadores de un peor pronóstico. “Pudimos extraer sellos del riesgo de enfermedad”, dice la autora de la investigación, Akiko Iwasaki, profesora de inmunobiología molecular de Yale y del Instituto Médico Howard Hughes.

Uno de ellos es la presencia de una citoquina particular, la proteína interferón alfa, que se moviliza habitualmente para combatir virus como la gripe, pero que se detecta en niveles demasiado elevados en pacientes hospitalizados.


Las personas en el estudio con altos niveles de interferón alfa tuvieron un riesgo cuatro veces mayor de tener que ingresar a la unidad de cuidados intensivos, que aquellas que tenían este valor dentro de los parámetros normales.

“Si un paciente llega al hospital después de diez días de estar enfermo y sus niveles en sangre de interferón alfa son demasiado altos, eso es probablemente una señal de que ese paciente necesita mayor atención y que potencialmente requerirá ser conectada a un respirador artificial, señala Iwasaki a Science News.

Hay cierta evidencia de que el nuevo coronavirus podría esquivar o ‘marear’ al interferón, que es una de las primeras líneas de defensa del organismo.

En casos normales, el interferón alfa envía una señal a las células de subir las defensas y eliminar aquellas células infectadas. “Si generas una respuesta robusta de interferón a los pocos minutos de quedar expuesto a los virus, posiblemente estarás bien”, explica Iwasaki.

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Pero, lo que se intuye ocurre con los casos severos de covid-19, es un problema de timing: el virus anula la respuesta del interferón al comienzo, lo que le permite invadir los pulmones y hacer daños sin que se enciendan mayores alarmas en el organismo. Y en ese momento, otras citoquinas y químicos intentan intervenir con una respuesta desmedida y es cuando se producen esos niveles demasiado altos de interferón.

Uno de los enfoques terapéuticos bajo estudio contra el covid-19 es suministro de interferones alfa o beta a los pacientes.

Defensa autodestructiva

Un segundo indicador que podría predecir una enfermedad severa es la activación de una cadena de proteínas llamada inflamasoma, que detecta los virus y desata una respuesta inflamatoria para defender al organismo.

“Es normal desarrollar inflamación durante una infección viral, el problema llega cuando no se elimina”, explica al New York Times, Catherine Blish, inmunóloga viral de la Universidad de Standford.

Esa respuesta, que debía ser sanadora, termina generando mucho daño colateral: se torna destructiva. “Si no puedes eliminar el virus lo suficientemente rápido, eres susceptible a daño no sólo del virus, sino también del sistema inmune”, subraya a The Atlantic Donna Farber, microbióloga de la Universidad de Columbia.


Esto se corresponde con el beneficio que se ha encontrado en el uso de la dexametasona en pacientes con enfermedad severa para justamente frenar ese proceso inflamatorio descontrolado.

Por último, en estos pacientes con casos severos, Iwasaki y su equipo han detectado una respuesta ‘bizarra’ de citoquinas y químicos que normalmente se liberan como defensa ante patógenos distintos a los virus (como bacterias, parásitos u hongos, por ejemplo). Un indicio de que el sistema inmune está completamente desorientado, sin saber exactamente qué ‘escuadrón’ usar para combatir al invasor.

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A la luz de ese hallazgo, un reseteo del sistema inmune podría ser beneficioso, explica el reportaje del New York Times, donde también se destaca lo complejo de tal empresa. En palabras de la inmunóloga de la Universidad de Cornell, Avery August. “El reto aquí es intentar reducir la respuesta sin suprimirla por completo, y obtener los tipos de respuestas apropiados. Es difícil afinar eso”.

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