"El cáncer no es solo una enfermedad, es en cierta forma, una sentencia, que a veces se percibe como un indulto momentáneo", dice Leonardo Romero, médico de nacionalidad venezolana que practica desde hace 15 años la radiología en España.
Entrevista con un radiólogo: "El diagnóstico de cáncer de mama ha de acompañarse de empatía, humildad y compasión"
"No existe una buena forma de dar malas noticias. Con un par de frases cambiarás la vida de una mujer para siempre", dice en esta entrevista el radiólogo Leornardo Romero, experto en cáncer de mamas que reivindica la necesidad de humanizar la medicina.

"Cuando te dispones a etiquetar a una persona con la 'peste de siglo XXI', eres consciente que con un par de frases cambiarás la vida de una mujer para siempre, de forma que comunicar el diagnóstico es todo un reto. Esta es la clave más importante: tú no eres el protagonista, la protagonista es la mujer (a veces hombre) que recibirá el diagnóstico. Hay que poner el foco en la otra persona y no en uno mismo, y para ello, se requiere aprendizaje constante y permanente", dice Romero, participante en el congreso dedicado al liderazgo femenino de Barcelona (España), centrado en salud y humanización.
¿Cómo se responde a las reacciones emocionales de la paciente? ¿Qué impacto tiene el diagnóstico de cáncer de mama en su bienestar psicológico?
Responder en vez de reaccionar ya implica entrenamiento, arte y ciencia. Hay que saber manejar silencios y palabras, e intentar acompañar y entregar lo que la mujer necesita en el momento, no lo que tú crees que es correcto. Estar por ella, atender y comprender a la persona que tienes delante, en vez de por tus opiniones objetivas y tu moral, y esto, implica mucha lucidez y sabiduría. El impacto es total, no solo por la afectación de la glándula mamaria, sino porque se trata de un ser humano con sus proyectos, sus afectos y su entorno, el que se siente amenazado.
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¿Cuál es el papel que desempeña el profesional sanitario en las diferentes etapas? ¿Qué actitudes ayudan y cuáles más bien obstaculizan el bienestar de las mujeres con cáncer de mama?
Los profesionales sanitarios tenemos un rol privilegiado, ya que, disponemos del conocimiento, pericia, experiencia, tecnología y recursos suficientes como para entender que la mayoría de las veces la enfermedad sucumbirá. Sin embargo, aún es más relevante ejercer de ser humano en un momento donde es tan necesario contar con uno cerca. Esto significa formarse y cultivarse para ser los seres humanos que necesita una mujer ante un reto tan duro como lo es un cáncer de mama.
No solo es suficiente tener conocimiento del tumor, sino de la persona; tenemos que incluir dentro del protocolo la parte emocional y espiritual, pues también forman parte del ser humano.
¿Cómo acompañar un diagnóstico de cáncer de mama?
Con humildad, con incertidumbre porque nunca puedes hacerte la idea de cuál será la reacción que tendrá en el momento de comunicarle el diagnóstico, porque no hay dos personas iguales, por lo tanto, no es protocolizable. Por otro lado, con empatía, pues has de conectar emocionalmente con una persona que no le duele el pecho, sino que le aterra la incertidumbre, ver cómo sus proyectos pueden tambalearse y la posibilidad de morir pronto. Se trata de una crisis vital que debes acompañar porque vuelvo a insistir, no de un diagnóstico, sino de la mujer que tienes ante ti.
Pero sobre todo con compasión, pues has de poder actuar para poder minimizar el impacto que significa en cada persona. Perder esta oportunidad, en mi forma de entender, es trágico.
¿Cómo puede el personal médico, en especial oncológico, que se rige por un sistema basado en la objetividad y el protocolo, tener un trato más humano con sus pacientes?
El personal sanitario debe entender que no somos objetos, somos sujetos, y debemos entrenarnos en la subjetividad. “No somos un tumor, somos un ser humano”: además de ser expertos en tumores, tenemos que ser expertos en seres humanos. Insisto, no es una opción, es una urgente necesidad dentro de todo el sistema de salud, pues ni somos un algoritmo, ni un número estadístico que llaman pronóstico.
Existen habilidades humanas que se conocen como “habilidades blandas” que hemos dejado fuera de los programas educativos, excluidas de los indicadores de salud, y que no se debaten en congresos científicos; cuando de hecho, son absolutamente transformadoras si se incluyen.
En ocasiones, se tiende a limitar esa humanización a lo que sería una palabra amable, una sonrisa… pero, ¿qué aborda el concepto de humanizar la asistencia sanitaria?
La humanización es un término resbaladizo que se ha prestado a algunas críticas violentas, usualmente de quienes padecen de ella. Por el contrario, opino que es pragmático, es científico, es verdaderamente inteligente; pero no hablo de memoria o de información, hablo de la inteligencia emocional, espiritual o intrapersonal. Por ejemplo, en Australia para poder estudiar medicina te miden tus niveles de empatía, es decir, de inteligencia emocional. En este sentido, hay evidencia de que el personal médico más exitoso está formado no por quienes saben más, sino por aquellos que conectan más con sus pacientes, y por supuesto, usan su conocimiento como lo que es, una herramienta.
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¿El hecho de tener cáncer es convertirte en la enfermedad?
Existe una “cosificación” de la persona en lugar de considerarla como un todo, con valores, emociones, sentimientos. Muchas veces cuando comunicamos el diagnóstico de cáncer de mama, le recordamos a la paciente que forma parte del tratamiento y que cada vez hay más evidencia de que es una parte protagónica del mismo. Deberíamos empoderar a la persona que lo padece siempre que sea posible. Sueño que algún día no las llamemos pacientes sino ACTIENTES.
Además, el 99.99999% de sus células están sanas. Ella no es un tumor con dos piernas, sólo tiene un mínimo porcentaje de células que se han revelado y que con ciencia y con arte serán historia para contar a sus nietos.
¿Influye la humanización en la adherencia de las pacientes?
Totalmente.
Solo mirando a los ojos y llamando a las personas por su nombre, según algunos estudios, disminuye la no adherencia al tratamiento en un 50%.
Lo que ahora es una anécdota de un grupo de sanitarios Happy Flowers, pasará en unos años a ser obligatorio, y en unas décadas, será ilegal ejercer dentro de la salud, sin ser un experto en personas, al menos así lo deseo.
¿Qué significa que el profesional sanitario debe empezar a hablar del paciente desde una perspectiva holística, con una visión biopsicosocial?
Es fundamental y muy inteligente, no solo por la importancia de hacerlo sino por las consecuencias de no hacerlo, que es la norma actual y que acarrea un coste biopsicosocial insostenible en los sanitarios. Esto se traduce en tasas de "burnout" sobre el 50% y en una tasa de suicidio medio de profesionales muy alta, como en el caso de la de las médicas, que, por cierto, en algunos países, se duplica.
En las pacientes tiene un coste altísimo, por no adherencia al tratamiento, por readmisiones altísimas antes de los cuatro meses por la misma patología, por derivaciones a otras especialidades y abuso de solicitud de pruebas diagnósticas, entre otras.
La gestión del sistema de salud no ha priorizado la implementación de valores como la empatía, la compasión, y habilidades humanas y de gestión emocional dentro de la atención al paciente.
Esta es la asignatura pendiente de las universidades, los centros de salud, sociedades científicas, colegios profesionales, gobiernos, etcétera. Nos encontramos en una sociedad donde invertimos el medio por el fin. Es necesario formarse en comunicación centrada en los pacientes, empatía y compasión.
¿Por qué la compasión es una fuerza de transformación social?
La compasión es la posibilidad de actuar en local (en mí) para impactar en global. Es la posibilidad de des(ego)centrarme. Es ciencia, filosofía, espiritualidad, pragmática, innata y entrenable. La compasión es la madre de todas las habilidades humanas.
La neuroplasticidad permite poder entrenar la compasión en mí y transformarme, la socioplasticidad compasiva permite hacer lo mismo, pero en la sociedad. Al menos así lo soñamos millones de personas.
¿Qué ha aprendido de sus pacientes?
Todas mis crisis vitales desde los 35 años provienen de quienes llamo mis maestras (pacientes). Muchas de ellas son actualmente grandes amigas, otras han fallecido. Ahora estoy enganchado a “las crisis” y espero que nunca acaben, pues, para mí, son el motor que me inspira a seguir des-aprendiendo, des-creyendo, des-andando y me llevan, como en la radiología, a ver por debajo de la piel, pero en vez de observar órganos, veo seres humanos con mis mismos anhelos, miedos y sueños.
He aprendido que una cosa es lo útil (conocimiento científico/tecnología) y otra cosa es lo importante (lo humano). Lo último me da sentido y propósito.
Esta entrevista se publicó originalmente en W360Congress. Lee aquí la entrevista original.













