En diciembre de 2016 Donald Trump anunció que mudaría la embajada de EEUU a la disputada Jerusalén, algo que ningún país había hecho porque que el estatus de esa ciudad todavía depende de un acuerdo de paz definitivo entre Israel y Palestina. Mientras la nueva sede era inaugurada por una sonriente delegación estadounidense, decenas de manifestantes palestinos perdieron la vida.