Militares y agresivos agentes de ICE en calles: Trump ya no tiene los límites que lo frenaron en su primer gobierno

En este segundo gobierno, Donald Trump ha desplegado tropas en ciudades de mayoría demócrata y ha pedido a funcionarios federales, que a menudo van enmascarados, detener a inmigrantes indocumentados.

Video Nueva jornada de protestas frente a un centro de ICE en Illinois deja varias personas arrestadas

El presidente Donald Trump hablaba en el Jardín de Rosas de la Casa Blanca sobre sus esfuerzos para sofocar la violencia en la capital de la nación cuando sus palabras se mezclaron con el sonido de sirenas de patrullas que pasaban por el área.

“Escuchen la belleza de ese sonido”, declaró Trump, sonriendo. “No son sirenas políticamente correctas”, agregó.

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En un evento que de otro modo era solemne para otorgar póstumamente la Medalla Presidencial de la Libertad al activista derechista Charlie Kirk, el momento ilustró cómo el impulso de Trump por “la ley y el orden" a toda costa se ha convertido en un pilar de su segundo mandato.

Ha desplegado tropas en ciudades de mayoría demócrata y ha pedido funcionarios federales, que a menudo van enmascarados, detener a inmigrantes indocumentados en operativos en los que en ocasiones han sido arrestados ciudadanos estadounidenses e inmigrantes con procesos en curso.

El presidente también sugerido que las áreas urbanas podrían convertirse en "campos de entrenamiento" militar y ha deslizado la posibilidad de invocar la Ley de Insurrección para que los oponentes políticos no puedan usar los tribunales para frustrar sus planes.

En suma, Trump ha adoptado el tipo de enfoque duro contra el crimen que siempre ha defendido en sus campañas, pero que no pudo lograr del todo en su primer mandato porque hubo funcionarios que en ese momento frenaron sus planes más extremos. En el proceso, su administración a veces se ha saltado las normas mientras críticos dicen que el mandatario ha politizado al Departamento de Justicia al usarlo para perseguir a sus supuestos oponentes políticos.

La dureza de los operativos es incluso mayor a la que esperaba el propio Trump

Trump destacó la semana pasada los resultados de una ofensiva llamada ‘Operation Summer Heat’. Flanqueado por el director del FBI, Kash Patel, y la secretaria de Justicia, Pamela Bondi, en la Oficina Oval, Trump indicó que el FBI realizó más de 8,000 arrestos. Señaló que había hablado sobre el crimen durante su campaña el año pasado, pero nunca esperó que fuera un enfoque tan importante en su segundo mandato.

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“Ahora es como una pasión para mí”, dijo, y sus acciones "están muy, muy por encima" de lo que había prometido y “apenas estamos comenzando”.

Es, en algunos aspectos, la plena realización de la mentalidad que Trump ha tenido desde sus primeros días como empresario inmobiliario en los días difíciles de Nueva York en los años 70 y 80, cuando el crimen era rampante y los residentes clamaban por medidas drásticas.

Los esfuerzos de Trump han encontrado resistencia de los líderes locales. Sus planes para enviar a la Guardia Nacional a Chicago y Portland han sido frustrados por el momento por desafíos legales. Ha dicho que confía en que ganará en apelación, pero no ha descartado usar la Ley de Insurrección como una alternativa de encontrarlo necesario.

En otros lugares, sus medidas han alterado dramáticamente la vida cotidiana. A principios de este año tomó el control de la Guardia Nacional de California en respuesta a las protestas contra las redadas de inmigración en Los Ángeles y envió a la Guardia Nacional a Washington, DC, y Memphis, Tennessee.

También ha hablado sobre tomar medidas similares en Baltimore, Nueva Orleans y Nueva York y ha amenazado a Boston, sugiriendo que el Mundial del próximo año en Foxborough podría ser trasladado a otra parte si no se intensifican las acciones policiales.

La disposición de Trump para adoptar la línea más dura posible contra los sospechosos de crímenes —culpables o no— salió a la luz pública hace más de 30 años. Avivó las tensiones raciales al pedir la ejecución de los 'Cinco de Central Park', un grupo de adolescentes negros e hispanos condenados erróneamente por violación en 1989.

Trump publicó anuncios de página completa en periódicos bajo los titulares: “Recuperemos la pena de muerte. ¡Recuperemos a nuestra policía!”. Esas condenas fueron echadas por tierra en 2002, después de que la evidencia vinculó a un violador en serie con el crimen.

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Y activistas aseguran ahora que ello fue evidencia de un sistema de justicia que prejuicia contra personas de minorías raciales. “Ese es el mismo espíritu que está en acción ahora”, sostuvo el reverendo J. Lawrence Turner de la Iglesia Cristiana Mississippi Boulevard en Memphis. Consideró que Trump ha “demonizado” y “apuntado” a Memphis, que es 62% afroestadounidense y tiene un alcalde y un líder del condado negros.

Trump “parece estar empeñado en vernos de la misma manera que ha visto a otras personas de color durante su primer mandato, y posiblemente, diría, durante toda su vida pública”, aseguró Turner. “Tenemos a este presidente desatado en este segundo mandato”.

Lo que sucedió durante el primer mandato de Trump

Trump tomó acciones similares en su primer mandato durante las protestas por el racismo y la brutalidad policial provocadas por el asesinato de George Floyd en 2020, cuando envió tropas a las calles de Washington y Portland. Pero sus asesores en ese momento se opusieron firmemente a muchas de sus llamadas para desplegar más ampliamente al Ejército para combatir las manifestaciones.

El exsecretario de defensa de Trump Mark Esper dijo luego a ‘60 Minutes’ de CBS que Trump había preguntado durante las protestas si la Guardia Nacional podría ser más dura con los manifestantes. “'¿No podemos simplemente dispararles? Solo dispárales en las piernas, o algo así'”, dijo Trump según Esper.

Sin embargo, un logro bipartidista en su primer mandato fue una medida de reforma de la justicia penal de 2018 destinada a reducir las poblaciones de prisiones federales y abordar las disparidades en las sentencias, después de la presión de activistas. Trump fue atacado desde la derecha por ello y durante la campaña de 2024 rara vez habló sobre la reforma de justicia penal. En cambio, recibió aplausos con llamados a la pena de muerte para los traficantes de drogas y aquellos que matan a policías.

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El cambio también refleja a un Trump que ya no está limitado por secretarios en su gabinete, generales y otros que consideraban que era su deber frenar sus impulsos más extremos.

“Esta vez tiene personas a su alrededor que no solo apoyan lo que está haciendo, lo están alentando”, expresó Patrick G. Eddington, investigador principal del Instituto Cato, de tendencia libertaria. “Es completamente aterrador que cualquiera de estas cosas esté sucediendo”, consideró.

Trump ahora ve que ser duro con el crimen es un tema político que puede dar réditos de cara a las elecciones de mitad de período. Una encuesta reciente del Centro de Investigación de Asuntos Públicos de The Associated Press-NORC encontró que su enfoque contra el crimen ha surgido como uno de sus mejores temas, en medio de frustraciones por su manejo de la economía y la inmigración.

La gran mayoría de los estadounidenses, el 81%, ve el crimen como un “problema importante” en las grandes ciudades, incluso cuando las estadísticas muestran que el crimen violento ha disminuido en todo el país tras un aumento durante la era de la pandemia del coronavirus.

La Casa Blanca defiende su ofensiva, mientras Trump exagera con escenarios apocalípticos

La Casa Blanca rechaza las sugerencias de que la ofensiva de Trump contra el crimen tenga motivación racial. Dice que la Guardia Nacional se está utilizando en diferentes ciudades por diferentes razones.

Lo sucedido en Washington es algo que líderes estatales republicanos en Tennessee pidieron que se replicara en Memphis, argumenta. También dice que en Portland y Chicago, como en Los Ángeles anteriormente, el objetivo es la protección de las autoridades federales que trabajan en detenciones de inmigrantes.

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“Las acciones audaces del presidente en ciudades de todo el país están haciendo a todos los estadounidenses más seguros”, indicó la portavoz de la Casa Blanca Abigail Jackson, describiendo las acciones de Trump como el cumplimiento de una promesa de campaña.

Aún así, desplegar tropas en ciudades le da a Trump la oportunidad de pintar a los oponentes demócratas como blandos con el crimen mientras exagera —a menudo en términos apocalípticos— cuán grave es realmente el problema. Luego exagera los resultados que obtienen sus ofensivas.

Pasó semanas sugiriendo que Portland está “en llamas” y declaró, sobre Washington: “Cuando llegué aquí, este lugar era un infierno en llamas”. Trump ahora sugiere que el crimen en Washington ha caído a cero, lo cual tampoco es cierto.

Maya Wiley, presidenta y directora ejecutiva de la Conferencia de Liderazgo sobre Derechos Civiles y Humanos, señaló que los esfuerzos de la administración son una extensión de la marca de Trump, que describió como “usar la raza abiertamente para impulsar la división, consolidar una base y usar eso para usurpar un poder que un presidente no tiene, o no debería considerarse que tiene”.

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