Mi nombre es Humberto Márquez Hernández y, aunque mi trabajo pasa casi siempre desapercibido, soy un trabajador esencial. Desde aquí quiero invitar a las Senadoras (Martha) McSally y ( Kyrsten) Sinema a que vengan a la lavandería donde trabajo y vean lo que es ser esencial pero invisible.
Senadoras, vengan a conocer la lavandería donde trabajo y vean lo que es ser esencial pero invisible
"Es indiscutible que somos esenciales. Sin nosotros, los hospitales no podrían funcionar. Cuando los bares y restaurantes reabran, seremos junto a los janitors (conserjes) también esenciales para tener unos espacios públicos limpios y seguros. Sin embargo, nuestros salarios no nos alcanzan".


Aunque tuve la oportunidad de conocer a la senadora McSally (Republicana, por Arizona) el año pasado en Washington, D.C., permítanme que me presente. Trabajo para la lavandería Mission Linen en Phoenix desde hace casi 10 años. Me conozco el oficio de arriba a abajo. Comencé en las planchas, después pasé por carga y descarga, no me faltó mi ratito con las secadoras y el túnel de lavado y desde hace ya unos años estoy en lo que llaman el soil room, limpiando y moviendo al túnel de lavado de prendas ya catalogadas. Es un puesto duro y arriesgado pero ya tengo la experiencia para hacerlo con facilidad y me siento cómodo.
También aprendí mucho sobre las lavanderías de Arizona cuando empecé a involucrarme con mi unión, SEIU-Workers United Western States Regional Joint Board. Como shop steward (delegado sindical) y representante de la sección 2732 he conocido de cerca las duras condiciones a las que los y las trabajadoras de lavandería se enfrentan cada día. Y la pandemia solo ha incrementado la dureza y los riesgos.
Para que se hagan una idea, antes de la pandemia, no era extraño encontrar un cuchillo envuelto en una servilleta de un restaurante o herramientas quirúrgicas entre gasas. Las jeringuillas eran lo más peligroso. Ahora el riesgo llega sin ser siquiera visto. No hay forma de saber si las sábanas, toallas, o batas que estamos limpiando, secando y planchando han sido contagiadas o no. Hasta que llegan al túnel de lavado, son un riesgo para todos trabajando en la lavandería.
En condiciones normales, tenemos que pelear con la gerencia para que enciendan los ventiladores. ¿Qué se imaginan nos dijeron con el equipo de protección? Tuvimos que pelear para no sentirnos desprotegidos, arriesgando la vida de nuestras familias. Llegaron a acabarse las mascarillas y los guantes y ahora las andamos racionando.
Tener el equipo de protección adecuado es más importante que nunca. Unas 100,000 personas se han contagiado en Arizona y ya han muerto alrededor de 2,000. Hay mucho miedo al contagio, para poder hacer nuestro trabajo esencial es imprescindible que estemos protegidos y protegidas. ¿Quién va a limpiar las sábanas del hospital si nosotros nos enfermamos?
Es indiscutible que somos esenciales. Sin nosotros, los hospitales no podrían funcionar. Cuando los bares y restaurantes reabran, seremos junto a los janitors (conserjes) también esenciales para tener unos espacios públicos limpios y seguros. Sin embargo, nuestros salarios no nos alcanzan. La reciente subida del salario mínimo ha ayudado pero aún así nuestro cheque no dice que somos esenciales. Es justo que den a todos los trabajadores esenciales un dinero que reconozca los riesgos a los que nos enfrentamos para que el resto de la sociedad esté seguro.
Nuestras senadoras, nuestras líderes políticas deben también cuidar de quienes han perdido su empleo. Es incompresible que trabajadores esenciales hayan sido despedidos en estos meses. Algunos con la promesa de ser recontratados, muchos ni eso. En mi lavandería, por ejemplo, ahora somos la mitad. Es cierto que algunos clientes como restaurantes tuvieron que permanecer cerrados pero los hospitales están saturados y nos necesitan.
Por último, quiero pedir a nuestras senadoras que no se olviden de nuestros compañeros y compañeras sin papeles. Ustedes pueden parar esta discriminación. Los y las trabajadoras indocumentados hacen el mismo trabajo que el resto de nosotros. Es una injusticia que se les excluya de ayudas y soluciones en esta pandemia. Si sus familias están en riesgo, las nuestras lo están. Si dejamos fuera de la recuperación a los trabajadores indocumentados y sus familias, muchos de ellos trabajadores esenciales, solo conseguiremos más muertos y que el virus se quede entre nosotros.
En definitiva, confío en que las senadoras McSally y Sinema se pongan del lado del sentido común y voten por una ley de estímulo que proteja a los y las trabajadoras esenciales. Solo si estamos protegidos vamos a poder proteger al resto de la Arizona y asegurar una recuperación real para todos y todas. Y de nuevo, quedan invitadas si quieren conocer de primera mano lo que hacemos los trabajadores esenciales en la lavandería.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.







