Me parece incluso una falta de respeto colocar a Donald Trump en la misma oración que a Cantinflas, puesto que el mimo de México daba risa y sus cantinfladas siempre guardaban alguna crítica social o un mensaje. Nada más lejos de la realidad en el caso de Trump.
Las ‘cantinfladas’ de Trump no son cosa de risa
“Su campaña enfrenta ahora al eterno dilema electoral: cómo apelar a todos los sectores requeridos para ganar la Casa Blanca sin perder el apoyo de la base”.


Leer la transcripción del townhall que Trump hizo con Sean Hannity para la cadena Fox, lo deja a uno con la cabeza dando vueltas intentando descifrar qué quiso decir sobre el tema migratorio.
La realidad es que Trump no tiene plan migratorio, excepto la absurda idea de levantar un muro en la frontera con México que, según él, el vecino país pagará. Una propuesta inútil, irreal y costosa, desde diversos puntos de vista, que no toma en cuenta la vitalidad de la franja en ciertos sectores donde el flujo humano y comercial entre los dos países es fundamental para sus economías. La propuesta del muro ignora que 40% de los indocumentados en Estados Unidos ingresaron con visados y permanecieron una vez expiraron. Ignora además que 61% de los estadounidenses se oponen al muro, según un sondeo del Pew Research Center.
Sobre qué hacer con los 11 millones de indocumentados, inicialmente Trump dijo que habría una "fuerza de deportación" que los removería del país, y que luego algunos de ellos podrían regresar. Recuerde que el muro tendrá una "hermosa puerta" para recibirlos.
Esas dos ideas centrales fueron la base de su discurso de primarias que resonó con el sector más antiinmigrante de su Partido Republicano, el que corea “¡Levanta el Muro!” en cada mitin.
Esto ocurrió cuando los principales asesores de Trump parecían pensar que una elección general se gana únicamente con el voto de anglosajones rabiosos.
No obstante, la elección general y la inclusión de la estratega republicana y encuestadora, Kellyann Conway, le ha dado un toque de realidad a Trump y súbitamente se percató de que necesitaba otros sectores para poder competir efectivamente por la Casa Blanca.
De golpe y porrazo, Trump comenzó a mencionar a los afroamericanos y a los hispanos en sus mal llamados discursos ―y no de la mejor forma―, indicándoles que "no tienen nada que perder" si votan por él en noviembre. Y a Trump parece que también le dijeron que su mensaje nativista y racista no le sienta bien a republicanos más moderados y centristas, a los independientes y a demócratas desafectos, entre otros.
De manera que "suavizó" el tono de inmigración y comenzó a sonar como los ex rivales Jeb Bush y Marco Rubio, a quienes masacró durante las primarias por promover "amnistías".
Comenzó a decir que los indocumentados con historial criminal serán removidos, pero que otros podrían permanecer, los que tienen trabajos y vidas establecidas. Y aunque no se sabe exactamente qué quiere decir, sus palabras comenzaron a interpretarse como que habría la posibilidad de un camino a la legalización; pero al final también lo descartó en cierto modo, pues le dijo a CNN que solo habrá camino a la legalización si sales del país y retornas.
Pero Trump pensó que su fanaticada antiinmigrante le perdonaría un cambio de tono en su mensaje migratorio. Y los pesos pesados de ese sector antiinmigrante, como Ann Coulter, Rush Limbaugh e incluso la exaspirante vicepresidencial Sarah Palin, comenzaron a decir que si Trump "suavizaba" su tono en inmigración erosionaría el apoyo de la base.
Así que este pasado fin de semana, de nueva cuenta, Trump retomó su lenguaje duro en inmigración.
Su campaña, o al menos quizá el único ser más o menos pensante que lo rodea, la estratega Conway, se enfrenta ahora al eterno dilema electoral: cómo apelar a todos los sectores requeridos para ganar la Casa Blanca sin perder el apoyo de la base.
En el caso de Trump, su lenguaje y propuestas han sido tan radicales e incendiaros que conseguir ese balance parece tarea cuesta arriba a 70 días de las elecciones.
Finalmente, sea cual sea el libreto migratorio de Trump esta semana, no hay que creerle. Trump no es confiable. Carece de sustancia. Sus "propuestas" no lo son. Sólo lanza frases trilladas a ver qué reacción tiene, ajustándose a la audiencia que tenga enfrente.
No tiene convicción ni principios y ni siquiera entiende el tema migratorio.
Las ‘cantinfladas’ de Trump no son cosa de risa.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.







