El gobierno del presidente Biden reveló finalmente su plan para enfrentar la posible avalancha de migrantes por la frontera sur si finalmente se elimina el Título 42. Esa es la regla que invoca el gobierno para deportar rápido a personas que llegan a la frontera debido a la pandemia de coronavirus.
La papa caliente de Mayorkas en la frontera con México
"La búsqueda de un equilibrio entre el trato humanitario a los inmigrantes y el trato prudente hacia los residentes de las comunidades que los reciben es una tarea incesante. No termina nunca. Y lo mismo puede decirse de la necesidad de explicarle a la nación cómo y por qué el gobierno se esfuerza por buscar ese equilibrio".


El secretario de seguridad nacional, Alejandro Mayorkas, lleva una semana explicando y defendiendo su propuesta oficial que aparece en un documento de 20 páginas. Pero las circunstancias que impulsan la emigración son tales que ningún plan, por oportuno y sensato que sea, frenará del todo a los migrantes ni acallará los temores de un amplio sector del país ni tampoco las protestas de la oposición republicana.
El plan federal aumenta los recursos humanos y económicos para responder a la previsible afluencia de migrantes tan pronto se levante el Título 42, lo cual podría suceder dentro de unas semanas. Hace hincapié en mejorar la “eficiencia” de los trámites a los que deben someterse los recién llegados. Endurece el proceso legal contra aquellos que ingresan sin autorización por los llamados puntos ciegos de la frontera. Contempla medidas adicionales contra delincuentes que trafican con las personas. Y busca prevenir que los extranjeros emprendan la travesía desordenada y riesgosa desde sus países de origen.
Mayorkas, de hecho, reiteró su mensaje de “no vengan porque la frontera no está abierta” en una entrevista con CNN el domingo. Y el presidente Biden abordó el delicado tema con su colega mexicano, Andrés Manuel López Obrador, durante una plática telefónica la semana pasada. México, al parecer, redobló la vigilancia y persecución de indocumentados en zonas fronterizas desde hace por lo menos tres meses.
Pero lo más probable es que los migrantes vengan. Cientos, y potencialmente miles, de ellos se preparan del otro lado de la frontera para intentar cruzar cuando desaparezca el obstáculo sanitario que, en realidad, el gobierno de Donald Trump convirtió en estrategia migratoria y que Biden ha mantenido. Nuestra memoria suele resbalar. Pero conviene recordar que esa medida formó parte del arsenal de un notable xenófobo, Steve Miller, uno de los principales asesores de Trump, para reducir los niveles legales e ilegales de inmigración. Fue menos un plan sanitario y más, mucho más, un plan antiinmigrante.
Por eso, la primera obligación del gobierno de Biden debería ser explicarle al público estadounidense con transparencia qué ha sido realmente el Título 42. Esa explicación debería incluir el dato de que, desde que comenzó a aplicarse, ha conducido a la devolución expedita de un millón 800,000 migrantes; que la mayoría fueron a parar a lugares peligrosos de México y Haití, donde a algunos los violaron o asaltaron y donde todos han malvivido por la escasez de trabajos y recursos. Y todo esto lo padecieron sin que hubiera un verdadero consenso médico en Estados Unidos de que representaban un peligro de propagación del covid-19.
El gobierno también debería explicar con claridad qué medidas adoptaría para mitigar el impacto del arribo de grandes cantidades de migrantes a ciudades y estados fronterizos. Los expertos recomiendan, entre otras, el debido registro de los recién llegados, una atención médica adecuada para evitar que se enfermen o contagien enfermedades, su posible reubicación en distintas comunidades para evitar el sobrecargo en unas pocas, la identificación de familiares que puedan ayudar a su manutención y el asesoramiento para que algunos puedan trabajar mientras tramitan sus solicitudes de asilo o de amparo. Este el elemento prudencial hacia nuestras comunidades que debería complementar el trato humanitario que merecen los recién llegados.
Mayorkas sin duda enfrenta la proverbial papa caliente en la frontera con México. Pero es alentador que haya dado la cara ante el Congreso y el público estadounidense sobre lo que debemos esperar tras la erradicación del Título 42. El gobierno debería continuar ofreciéndonos esa clase de exposición. De lo contrario, se producirá un vacío en la discusión pública sobre el tema que llenarán la demagogia y los mensajes irresponsables que solo buscan infundir miedo a la ola migratoria y enfrentar a los inmigrantes con los nativos del país.
La búsqueda de un equilibrio entre el trato humanitario a los inmigrantes y el trato prudente hacia los residentes de las comunidades que los reciben es una tarea incesante. No termina nunca. Y lo mismo puede decirse de la necesidad de explicarle a la nación cómo y por qué el gobierno se esfuerza por buscar ese equilibrio.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.







