El debate vicepresidencial o cómo evadir la realidad

“Si esto hubiera sido una pelea de box, no habría habido realmente sino juego de piernas y los rounds no hubieran llevado tampoco a un ganador. Empate, a pesar de los golpes intentados por Kaine y del juego de cabeza de Pence declinando defender lo indefendible”.

Los candidatos vicepresidenciales Tim Kaine, demócrata, y Mike Pence, republicano, durante su debate público en la universidad Longwood, en Farmville, Virginia, el 4 de octubre de 2016
Los candidatos vicepresidenciales Tim Kaine, demócrata, y Mike Pence, republicano, durante su debate público en la universidad Longwood, en Farmville, Virginia, el 4 de octubre de 2016
Imagen Andrew Gombert - Pool/Getty Images


La primera conclusión del debate de los vicepresidentes es que no pudimos oír ideas de ninguno de los candidatos a ese puesto. Tampoco pudimos saber, en el caso del gobernador Pence, con qué argumentos se podría defender a Donald Trump. No, al contrario. Utilizó una sola estrategia: evadir. No solo a Kaine, sino incluso a la moderadora. Repitió lo que ya hemos oído: ley y orden, deportaciones masivas y el hecho de quiénes han “apoyado” a Trump, como el sindicato de los oficiales de migración. Kaine fue claro en cada una de las citas del candidato republicano a la presidencia. Pence decidió no contestar, no defender, evadió. Quizá pensó que era la mejor manera de resolver el propio brete en el que está metido al apoyarlo. Si los mexicanos han sido insultados, o las mujeres, o los afroestadounidenses –y cada uno de esos insultos fueron traídos a la mesa– Pence solo respondió culpando a Obama, a Hillary de todos los problemas del país y del mundo, particularmente de la crisis económica y de la inseguridad y el crecimiento de ISIS.

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Los dos candidatos, definitivamente, estaban perfectamente preparados, quizá incluso demasiado preparados, pero Tim Kaine tuvo las agallas de utilizar todo lo dicho durante en la campaña de Trump. Pence volvió, como en todo el debate: no hay liderazgo en Estados Unidos y la fragilidad del país es culpa de ambos: Obama y Hilary. Me pregunto entonces, ¿sirve un debate de candidatos presidenciales para lograr mover el voto de los indecisos? Ese debería ser uno de los retos a tan pocos días de la votación final. Pero Pence y Kaine, en eso sí coinciden, hablaron para sus votantes, para sus cercanos, no buscaron acercar a los que no confían. La moderadora pensaba, seguramente, que ese podría haber sido la mejor línea de conversación y por eso pregunto inicialmente por qué los candidatos a la vicepresidencia tienen tantos “negativos”, o generan tantos “anticuerpos”. En las preguntas de Quijano quedaba claro que uno y otro –Hillary y Trump– no son confiables para 60% de los votantes.

Esa línea, sin embargo, no fue seguida. En temas económicos no hubo realmente tampoco una clara revisión de las políticas que iban a seguir. Y en el tema migratorio, que a nosotros los latinos más nos preocupa, yo quería escuchar cómo Pence defendería el hecho de querer deportar más de once millones de inmigrantes. No fue así, el gobernador de Indiana insistió en el muro, en la deportación masiva, en prohibir la entrada de inmigrantes de Siria o musulmanes o de “regiones del mundo donde hay terrorismo”.

Mientras escuchábamos esto Donald Trump usaba sus pulgares para retuitear que Kaine parecía un villano de Batman. ¿Eso va a hacer el presidente de Estados Unidos, utilizar su cuenta de Twitter para, sin ningún profesionalismo, demeritar el propio trabajo de sus allegados? ¿Por qué no apoyar, ya que tiene tal obsesión por las redes sociales, a su imposible defensor, Pence que solo al hablar sobre Alepo criticó a Rusia, uno de los aparentes aliados de Trump y de su ex coordinador de campaña. Y es que Pence parece no saber otra estrategia que hablar de la “fuerza” necesaria de Estados Unidos para salir de la flaqueza y la fragilidad a la que, claro, Obama y Clinton arrojaron al país. Kaine defiende a la secretaria de Estado al tiempo en el que Pence no encuentra otra estrategia que repetirse. Por algo el candidato demócrata a la vicepresidencia lo tiene que “desnudar” y decir claramente que en seis ocasiones le comentó que no era imaginable que apoyara lo dicho por Trump. Seis veces a Pence le fue, es cierto, defender las posiciones de Donald Trump, incluido el tema que fue la “papa caliente” de todo el debate: Rusia.

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Negar no representa un plan para un debate. Kaine llegó con un plan, atacar, mostrar, incluso elegantemente irse a la yugular. Pence entrenó, eso es seguro, en los debates falsos que lo prepararon para este; en definitiva, mostró que no tiene la piel delgada, que nada aparentemente lo molesta o le cambia esa aparente tranquilidad. El público no formado políticamente podrá pensar que esto es una virtud, pero a mí me pareció una forma norteamericana de ‘cantinflear’. Y mostró una flaqueza que no pensábamos: Pence no pudo y no quiso, por obvias razones, defender a Trump. Atacó a Rusia, a Putin particularmente, quiso repetir que Obama era un pésimo gobernante y junto con la candidata demócrata había metido en esa repetida crisis de seguridad, económica, y mundial.

Me dolió la rapidez y la simpleza con la que se pasó por el tema del racismo y cómo se negó que a un afroestadounidense, a un latino se le detiene mucho más que a un blanco, como en esta nueva época –de los nuevos Jim Crow– las cárceles están llenas de hispanos y afroamericanos. Cárceles manejadas, por cierto, de forma privada. Fue lo mismo que en el tema económico. Kaine intentó en cinco puntos resumir el plan económico. Nuevamente no escuchamos de la boca de Pence cómo manejarán las crisis que ellos mismos anuncian. En el tema de las fundaciones se mostró, también que es una línea muy débil de ataque, porque si se critica a la Fundación Clinton, el tema de que la Fundación Trump ha sido encontrada utilizando ilegalmente dinero de donaciones para fines políticos cancela ese argumento.

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El gran problema de esta campaña es que las ideas han estado ausentes porque ha habido que responder a esa “pintura” negativa de los Estados Unidos. Para poder sostener la idea de que hay que hacer grande a América nuevamente hay que crear los problemas, inventarlos, magnificarlos. Es la única manera de utilizar el miedo, y la innegable pobreza después de 2008. Dobles estándares, ese es un tema que ha jugado en muchos votantes. Trump fue mostrado por Kaine como alguien con conflictos de interés en cada uno de los temas tratados. No hubo, quizá porque no la hay, defensa alguna. No sé cómo los votantes verán este debate en términos de sus preferencias. Lo que sé es que los temas para un siguiente debate presidencial tendrán que ser mejor escogidos. No creo que los ataques pretendidos por Pence hagan real mella porque en todos los costados Trump “hace agua”.

Sigo pensando, como lo escribí hace tiempo, que seguirá cayendo antes de la votación final en las percepciones de los votantes norteamericanos que han sido educados en instituciones democráticas. El tema de la fe, por eso, es la muestra final. ¿Cambiarías tus políticas porque tu religión te lo pide o seguirías la ley? El tema del aborto y el derecho constitucional de la mujer norteamericana para tomar su propia decisión en términos de embarazo son defendidos por uno de los candidatos a la vicepresidencia, quien por seguir la ley ha puesto en suspenso su propia moral y religión aceptando pena de muerte en Virginia. Pence, en cambio, dice que sus principios no van a cambiar por la ley y por eso como gobernador en Indiana ha pasado legislaciones “pro-vida”.

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La línea genial de Pence: “Trump habla así porque no es un político pulido” respondida por Kaine con una cita bíblica: “de la abundancia del corazón habla la boca”, es la mejor conclusión de un debate en el cual no escuchamos nada nuevo, nada relevante, y vimos curiosamente a políticos pulidos. Uno de ellos dispuesto a mostrar, dispuesto también a atacar y el otro no dispuesto a defender y sin un plan claro de temas. Los votantes indecisos, lo pienso con tristeza, no cambiarán por este debate ni mejorará el índice de confianza de ninguno de sus candidatos a la presidencia. Hillary o Trump no se beneficiaron de este debate, pero nadie salió raspado, como en el primer debate presidencial. A eso, a cantinflear, le temo más en política, que a decir las cosas por su nombre, aunque nos duela. ¿Podremos recuperar una cierta unidad después de lo que ha dividido esta campaña? Creo que será difícil, pero no imposible, si quien llega a la presidencia lo hace con el ánimo verdadero de construir, de sanar y de crecer. Anoche, si esto hubiera sido una pelea de box, no habría habido realmente sino juego de piernas y los rounds no hubieran llevado tampoco a un ganador. Empate, a pesar de los golpes intentados por Kaine y del juego de cabeza de Pence declinando defender lo indefendible.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.