A medida que incrementa la producción de cocaína en Sudamérica, los carteles usan cada vez más aviones para mover sus cargamentos a México, antes de cruzarlos hacia Estados Unidos. La selva centroamericana, una escala en la ruta área del contrabando, se volvió un cementerio de jets privados. Las autoridades de Guatemala, Honduras y Belice han confiscado decenas de estos en años recientes.