“Su sueño era comprar un taxi”: habla la viuda del salvadoreño que murió de frío en una parada en Baltimore
La viuda de Frank Guevara se pregunta qué circunstancias llevaron a la muerte de su esposo, cuyo cadáver fue encontrado hace unos días cerca de una tienda Home Depot en Maryland.
Este salvadoreño de 35 años dejó de comunicarse con su hijo la tarde del sábado 14 de enero y la mañana siguiente su cuerpo fue localizado por policías en una calle de Baltimore. La familia de Guevara asegura que la causa del fallecimiento fue hipotermia debido a las bajas temperaturas, aunque todavía no se han divulgado los resultados de la autopsia.
En espera de que los forenses despejen sus dudas, los seres queridos de Guevara se han formulado varias preguntas, como por qué se quedó tanto tiempo al aire libre cuando había una sensación térmica en la ciudad de 23 grados Fahrenheit (-5°C).
A las 4:42 pm de aquel sábado, Guevara dejó de usar la plataforma WhatsApp, por donde se comunicaba habitualmente con su hijo mayor y con su esposa, ambos en El Salvador.
No supieron de él hasta las 8:29 am del domingo, cuando agentes de la Policía de Baltimore llegaron al lugar tras recibir un reporte de que había una persona desmayada en la cuadra 6500 de la calle Reinstertown. En ese sitio, los paramédicos lo declararon muerto.
“Con exactitud no sabemos qué lo llevó allí, a ese lugar”, dice Ana Cecilia Cabrera Díaz, la viuda de este inmigrante centroamericano, en una entrevista telefónica con Univision Noticias.
No era la primera vez que Guevara acudía a esa tienda departamental. Allí lo contrataron para realizar labores de limpieza y en el ramo de construcción. Unos días antes de su fallecimiento comenzó a trabajar en un taller mecánico. La duda es si había acudido esa tarde a buscar un ingreso adicional o solo a platicar con otros jornaleros.
“¿Qué le pasó?”
“Ese día, él estuvo chateando con el niño, temprano; y yo le mandé un mensaje al mediodía, pero no me lo respondió, lo dejó en visto”, relata Cabrera Díaz.
“Él nunca dejaba de tener comunicación. No pasaba un día sin hablar, mensajear. Siempre sabíamos lo que él hacía, dónde estaba, cómo andaba. En el desayuno, almuerzo y cena estaba pendiente de los niños: ‘¿ya comieron?’”, recuerda.
Por eso les extrañó su desaparición. El miércoles, un familiar pudo buscarlo en la casa donde alquilaba una habitación y le dijeron que no había vuelto desde el sábado.
“Ahí se nos fue el alma de la preocupación. ¿Qué le pasó? En ese momento aumentó nuestra preocupación, porque no sabíamos nada”, dijo Cabrera Díaz.
Después de reportar su desaparición, la policía confirmó que habían encontrado su cadáver.
“Murió de frío”, dijo a este medio su primo Julio Guevara, quien sospecha que su familiar se quedó dormido en una parada de autobús. “Murió sentado. No tenía ropa de frío”.
Un hermano de Guevara, quien reside en Texas, llamó a Cabrera Díaz para decirle lo que había pasado.
“Me dio la triste noticia, lo que nunca esperamos nosotros”, lamenta ella. “El reporte policial que habían entregado decía que había muerto por hipotermia. Allí nosotros ya nos dimos por vencidos, de que ya no había una esperanza de que él estuviera vivo”.
Guevara dejó a dos huérfanos: Didier Jhantigana, de 12 años; y Victoria Sofía, de 5.
“Los más afectados son los niños. El de 12 años tenía más comunicación con él. Todas las tardes íbamos al entrenamiento de fútbol y él estaba pendiente cómo iba el niño, cómo se sentía, cuando metía goles en el partido, del uniforme, de los tacos, de todo”, describe ella.
“Queremos darle el último adiós”
Frank Guevara salió de su tierra natal el 26 de junio de 2021 y no fue hasta el 11 de noviembre que se reunió con su hermano en un poblado cerca de Houston, Texas. Sus planes eran ahorrar lo suficiente para comprar un taxi en El Salvador y que su familia se mudara a EEUU.
“Él era muy encantado de los taxis. Su sueño era, decía, ‘poder comprar un taxi’… Su sueño era sacar a los niños adelante, más que todo, poderles dar un mejor futuro, y también tenía el plan de llevarse a los niños. Siempre nos decía que su sueño era tener a los niños con él, pero ninguno se le cumplió”, dice la viuda con la voz entrecortada.
En Huntsville, al norte de Houston, Guevara se ganaba la vida cortando árboles. Su sueldo era de 120 dólares diarios. En las mejores semanas trabajaba seis días, pero a finales de 2022 solo lo hizo unas horas. Buscando un empleo mejor pagado se fue a Baltimore.
“La semana que murió él había estado en un taller (mecánico)… de prueba. Estaba muy contento porque él acá revisaba carros, le gustaba mucho lo del taller”, dice Cabrera Díaz.
Ahora ella se lamenta por el viaje sin retorno que emprendió su marido hace 14 meses.
“Es algo muy triste, porque nunca se imagina uno que algo así puede terminar en tragedia y tan pronto: él hacía poco había llegado allá”.
La familia de este inmigrante abrió una cuenta en una página de internet para recaudar dinero y así cubrir pagar los gastos funerarios y el traslado a su cadáver a El Salvador.
“Queremos darle el último adiós”, dice su esposa. “Que mis hijos puedan tener dónde ir el Día del Padre a dejarle flores”.