La Navidad vuelve otra vez a Nueva York, aunque no es diciembre.
El Niño, la "historia de Navidad" que busca recordar a Nueva York (y a EEUU) el crudo drama de la travesía de los migrantes
Aunque no es Navidad, la obra llega en un momento donde su puesta puede hablar de una manera única a New York: María, José y Jesús serán migrantes sobre el escenario de una ciudad que ha visto desbordar su capacidad, la paciencia de las autoridades y el candor de muchos tras la masiva oleada de indocumentados que ha llegado aquí en los últimos meses.

No hubo luces ni árboles que decoren la Quinta Avenida, pero la Virgen y el recién nacido llegaron a la Gran Manzana esta semana. Están de paso, en una “ruta de exilio”, por el escenario de la Met Opera.
La compañía, una de las más respetadas del mundo, estrenó este 23 de abril El Niño, una ópera-oratorio de John Adams que reinventa la historia de la Nochebuena y el exilio de la Sagrada Familia.
Estrenada en París hace más de dos décadas, El Niño es, tal vez, una de las obras más atrevidas y de profundo arraigo social que se han mostrado en el triduo de teatros del Lincoln Center en su historia.
Con Marin Alsop frente a la orquesta y dirigida por Lileana Cruz-Blain -quien llega por primera vez a los escenarios de la Met Opera tras su carrera en el teatro-, la puesta se reinventa las escenas bíblicas, de la Anunciación al exilio en Egipto, en un contexto contemporáneo, doloroso y emergente: el de las madres migrantes, que buscan y sueñan un mejor futuro para el fruto de sus vientres.
“Creo que lo hermoso de esta ópera es que reformula de alguna manera el género tradicional para mirar al viaje de una madre, cargando a su hijo y buscando seguridad para él”, dice Cruz-Blain a Univision. “Es el anhelo de una mujer joven que lleva consigo todo el futuro de una vida dentro de sí y eso es una metáfora del futuro de la vida misma”, agrega.
Aunque no es Navidad, la obra llega en un momento donde su puesta puede hablar de una manera única a New York: María, José y Jesús serán migrantes sobre el escenario de una ciudad que ha visto desbordar su capacidad, la paciencia de las autoridades y el candor de muchos tras la masiva oleada de indocumentados que ha llegado aquí en los últimos meses.
“Cuando estoy trabajando en una pieza, tiene que relacionarse con lo que estamos experimentando. Para mí, si hay alguna razón por la que vamos a la ópera o al teatro, es para entender y luchar con lo que significa estar vivos”, dice Blain-Cruz.
“Mi familia viene del Caribe, de las islas, de Puerto Rico y de Haití y cuando veo las noticias, muchas veces solo veo gente viajando en busca de seguridad. Estamos luchando entre quienes solo estamos tratando de encontrar esperanza. Algunos de ellos tuvieron éxito, otros fracasaron. Yo pienso que eso es tan devastador…”, dice.
“Y particularmente viviendo en una ciudad como Nueva York, que también es un lugar que ha traído a tantos inmigrantes y personas que, nuevamente, buscan seguridad... Hay algo que me pareció inmediato en eso dentro de los temas de la ópera en sí y también de lo que necesitamos hablar ahora mismo”, agrega.
Para Blain-Cruz, la ópera puede ser una forma de conectar en el tiempo, a través del arte, una historia bíblica que es cercana a muchos con una realidad que, para otros tantos, puede ser indiferente.
“Cuando piensas en la historia bíblica, piensas en personas que huyen, en reyes malvados y dictadores que buscan hacerles daño, mientras ellos tratan de encontrar seguridad. Y piensas en este momento inmediato en el que la gente literalmente huye para tratar de encontrar lo mismo. Para mí, esta ópera nos invita a celebrar su humanidad y su heroísmo al emprender ese viaje”, señala.
La directora comenta que la ópera no solo busca trasmitir y empatizar con las razones por las que muchos emigran, sino también en los desafíos del viaje y la realidad que le espera a veces en los añorados puertos de destino.
“Pensemos en las imágenes devastadoras que hemos visto en los últimos tiempos de personas que cruzan ríos y son recibidas por hombres a caballo, tratándolos como si no fueran humanos. Por eso, para mí, era tan importante colocar a estas personas, las que buscan seguridad, como el centro de la ópera, y, por tanto, como el núcleo, la representación central de nuestra humanidad”, afirma.
Latinoamérica, en el espejo
El drama de los que emigran será solo uno de los temas actuales que explora El Niño, una ópera donde la a veces dolorosa realidad de América Latina tomará otras voces gracias al libreto de Peter Sellars, quien combina evangelios apócrifos con algunas de las voces más excelsas de la literatura latinoamericana, de Sor Juana Inés de la Cruz a Rubén Darío, pasando por Gabriela Mistral o Vicente Huidobro.
Sus poemas estarán en español, en una nueva ola abierta por la reciente Florencia en el Amazonas, en el que la lengua de Cervantes gana protagonismo sobre el escenario de la Met Opera.
“Es un homenaje al español y la influencia que la cultura latina tiene en EEUU. Pero es también una ópera que habla de los regímenes autoritarios, de los desafíos de este mundo cambiante, de temas como el feminismo o el racismo”, dice Blain-Cruz.

Y para ella, una figura central en esa exploración será el personaje de la Virgen María. Aunque en la ópera, habrá dos de ellas: una, contraria a las representaciones más clásicas, será negra.
“Cuando pienso en quién es la máxima representación de esa historia, creo que es María. Y en esta obra, vemos dos Marías diferentes, viajando por dos rutas diferentes. Una es una María afrocaribeña, que viaja por mar, y otra, una María latinoamericana, que viaja por tierra. Las dos se encuentran en el segundo acto de la ópera, donde vemos coincidir a las dos comunidades diferentes entre sí. Y eso me parece maravilloso destacarlo, porque hay personas que viajan desde todas partes del mundo y de alguna manera terminan en el mismo camino, en la misma frontera”, dice.
Tres afroestadounidenses son los encargados de protagonizar esta recreación de la historia de la Navidad que también rompe los moldes de cómo se han concebido físicamente a la Sagrada Familia a través de la historia: la sorprano Julia Bullock, la mezzosoprano J’Nai Bridges y el bajo barítono Davóne Tines.
“Como es una obra que habla también de diversidad, me pareció importante honrar esa presencia dentro de este mundo en términos de quién canta, quién los representa físicamente”, dice Blain Cruz.
“Existe la idea de que la ópera es cosa del pasado, pero creo que también puede hablar hermosa y poderosamente del presente. Y eso es lo que me emociona al llevar esta a escena, que podemos experimentar con todos los viajes épicos de estas personas de una manera que los eleva y resalta su heroísmo, su belleza, su conexión con la historia mundial de una manera que, ojalá, cree empatía y una sensación de amor”, agrega.







