En el basurero Bordo de Xochiaca, en las afueras de la Ciudad de México, los recolectores recuperan materiales reciclables entre la basura que dejan los camiones.
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En el basurero los niños ayudan a sus padres a separar los materiales reciclables. Su principal cliente es Petstar, una planta de reciclaje de Coca-Cola
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Empleados de Petstar cargan una bolsa con botellas plásticas usadas, que llevarán a la planta de reciclaje. Una bolsa contiene en promedio 1,400 envases.
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En una calle de la Ciudad de México, voluntarios en un camión de basura separan materiales reciclables de la basura para venderlos. Sobreviven con la venta de estos productos y las propinas de los usuarios del servicio, pues no tienen un sueldo del gobierno.
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Los materiales reciclables extraídos de la basura se convierten en una mercancía. Un centro de acopio en la colonia Renovación, donde la mayoría de los habitantes vive de la venta de estos productos, ofrece al público sus precios de compra.
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En la planta de selección de desechos de San Juan de Aragón, propiedad del gobierno de la Ciudad de México, la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad encontró condiciones laborales insalubres.
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La Comisión de Derechos Humanos de la capital mexicana encontró que en la planta de selección de desechos de San Juan de Aragón que los recolectores no tienen un sueldo, baños ni equipo adecuado de trabajo.
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Esta planta de reciclaje de plástico, propiedad de Coca-Cola y embotelladores mexicanos, recibe el plástico usado que recolectan en el basurero, en los camiones de basura y en las plantas de selección de desechos.
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En la planta de reciclaje de Coca-Cola laboran bajo estrictas medidas de seguridad y limpieza. Estas condiciones poco tienen que ver con lo que viven los recolectores que le surten en su cadena de acopio.