El presidente había anunciado que más de un millón de personas habían solicitado entradas para el mitin de Tulsa. Sin embargo, en el recinto que sirvió de sede al evento, con una capacidad para 19,000 personas, se vieron muchos asientos vacíos. Tampoco hubo enfrentamientos violentos fuera del lugar, como el presidente esperaba, cuando llegó incluso a amenazar con que serían tratados con rudeza quienes se acercaran a protestar.