Los terroríficos registros que hizo la historia de los eclipses de Luna
Fueron usados para aterrorizar reyes y pueblos enteros. Los usaron también a su favor desde ejércitos ancestrales hasta Cristóbal Colón. Estos son algunos recuentos de cómo cuando la Luna se tornó roja en el cielo, los hombres lo relacionaron con preocupantes acontecimientos.
Este viernes 27 en la noche tendrá lugar el eclipse lunar más largo del siglo. Por una hora y 43 minutos, según la Nasa, la Tierra se situará entre el Sol y la Luna tiempo durante el cual el satélite reflejará un tono rojizo que es conocido como
luna de sangre.
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Aunque en nuestros tiempos, este evento que ocurre en el cielo es comprensible, predecible y admirable, en tiempos pasados este cambio dramático y vertiginoso generó profundos miedos y fue leído como un mal augurio. Así consignaron y vivieron en diferentes momentos de la historia este fenómeno que se vivirá este viernes.
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El rey podía morir En Mesopotamia, -lo que hoy sería la tierra de Iraq-, los eclipses de luna acarreaban serios presagios sobre la muerte del rey. Que la luna desapareciera del firmamento traía, en general, preocupaciones sobre la supervivencia de quien gobernaba.
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Por eso, en las vísperas de un eclipse lunar, los babilonios, que vivían en al sureste de Mesopotamia, solían nombrar unos días antes de que ocurriera el temido fenómeno a otro rey, uno falso. Elegían un rey sustituto a quien vestían con trajes, coronaban y sentaban en el trono, para que el rey verdadero no fuera llevado por el mal augurio. El rey de verdad mantendría durante esa noche un perfil bajo y evitaría ser visto.
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Las referencias a este ritual son múltiples.
Según el libro del Siglo XIX, ‘La historia de los eclipses’, hay más de 30 menciones de este ritual en varias cartas de Asiria (norte de Mesopotamia), que datan del primer milenio a. C. El mal augurio no tendría lugar solo si el planeta Júpiter era visible durante el eclipse, esa sería una señal de que el rey estaría a salvo.
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Marcaría el fin de una dinastía Las relaciones entre los eclipses lunares y los finales de los reyes no era una cosa exclusive de Mesopotamia. Los historiadores han encontrado referencias en
crónicas primitivas chinas, conocidas como ‘Anales de Bambú’, en las que justamente se relacionó un eclipse de luna con el fin de la dinastía reinante.
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En un
eclipse lunar que habría tenido lugar en 1059, a de C, se habrían desencadenado una serie de eventos políticos y militares que trajeron el fin de la dinastía Shang y la transición hacia la nueva dinastía: la Zhou.
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Desencadenaría desastres militares El 27 de agosto de 413 a. C., los libros antiguos registraron la coincidencia de un eclipse lunar con el desastre del ejército ateniense. Las tropas estaban en Sicilia luchando contra las fuerzas de Siracusa y lo estaban haciendo mal. La enfermedad estalló entre los soldados y su comandante Nicias decidió que los atenienses deberían abandonar la isla.
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En el libro
‘La historia de los eclipses’ se puede leer cómo Plutarco dejó consignados los hechos ahí ocurridos: “Todo en consecuencia fue preparado para el embarque, y el enemigo no prestó atención a estos movimientos, porque no los esperaban. Pero en la noche sucedió un eclipse de la Luna, en el cual Nicias y todos los demás fueron golpeados con un gran pánico, ya sea por ignorancia o por superstición”.
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Al parecer los atenienses tenían alguna idea de lo que era un eclipse de Sol, pero no tenían una idea clara de que la Luna, cuando está llena, podía perder repentinamente su luz y asumir una variedad de colores. Por lo tanto, lo consideraron un fenómeno extraño y sobrenatural. El ejército siracusano capturó a los aterrorizados soldados atenienses antes de que pudieran huir.
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Estrategia para asustar En la víspera de los eclipses lunares, muchos intentaban valerse del particular fenómeno en el cielo para crear pánico entre el pueblo y sus gobernantes.
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Cuenta la historia que, durante un eclipse registrado en 1349, una mujer considerada en la época una 'bruja', -era plena Edad Media-, quiso hacerse ver cómo la responsable de que del cielo desapareciera la luna de manera extraña. Sin embargo, el matemático y filósofo Thomas Bradwardine, (arzobispo de Canterbury) que había estudiado astronomía no dejó que la amenaza proliferara retando a la mujer con que él podría predecir exactamente cuándo pasaría esa desaparición del cuerpo celeste y por cuanto tiempo, quitándole todo poder.
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Otro eclipse lunar, ocurrido siglos después, en 1504, cuando Cristóbal Colón había zarpado para encontrar el nuevo mundo, fue el responsable de un cambio en los designios de la historia.
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Según lo narra
Duncan Steel en su libro ‘Eclipse: El fenómeno celestial’, en junio de 1503, una epidemia de gusanos estaba devorando los barcos de Colón, lo que lo obligó a aterrizar en la isla caribeña ahora conocida como Jamaica. Pero, aunque los indígenas de la isla, la tribu Arawak, los alimentó por seis meses, eventualmente, dejaron de querer renunciar a su yuca y pescado.
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Ante las tensiones entre marineros e indígenas por la comida, Colón tuvo que hacer algo. Tres días antes de que ocurriera un eclipse lunar, la noche del 29 de febrero de 1504, le dijo al jefe arahuaco que su dios cristiano estaba enojado y que eso se revelaría en tres días, cuando la luna desaparecería del cielo y se pondría roja de furia.
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Basó esto en el conocimiento de un eclipse señalado en el almanaque del astrónomo del siglo XV, Johannes Müller von Königsberg, en el que confiaban los navegantes. De hecho, tres días después, la luna desapareció y pareció sangrar.
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Aterrorizados, los Arawaks llegaron corriendo a los barcos españoles cargados con provisiones y suplicaron a Colón que intercediera ante su dios en su nombre. La luna apareció, y los indígenas creyeron que Colón había firmado un acuerdo de paz don su dios, por lo que los acogieron casi por un año y medio más.