Protestas, disturbios, quemas de cauchos y saqueos. Las escenas, que se produjeron en varios estados del país desde la noche del martes, siguieron a las primeras jornadas del plan de racionamiento eléctrico impuesto por el gobierno.
Los saqueos en Venezuela aumentan por la falta de alimentos
Inflación, escasez, protestas y racionamientos de luz y agua van de la mano en el país petrolero.


"Tenemos hambre", se escuchó en algunos disturbios en las afueras de Caracas, en una muestra de que, para muchos venezolanos, a la falta de luz se le suma la escasez de alimentos y medicinas y una constante inflación que ya alcanzó los tres dígitos.
De hecho, muchos saqueos tuvieron como objeto negocios de comida, como el ataque en el barrio caraqueño de San José a un camión de refrescos y a una cava de Alimentos Polar, la mayor empresa de alimentos del país, o a una panadería en Maracaibo.
También se suscitaron conatos de saqueos en Aragua, Carabobo y Distrito Capital, y el miércoles se registraron más en la ciudad de Los Teques, en el estado Miranda, y en la populosa barriada de Catia, en Caracas.
“Ya casi no se consigue nada. Hoy llegó la Harina Pan (harina de maíz para hacer las arepas), se armó el saqueo en El Cabotaje (comercio en Los Teques) y cerraron todos los negocios”, le dijo a Univision Noticias María Rodríguez quien vive en esa zona, donde hubo 50 detenidos.
Los saqueos no son algo nuevo. Su fantasma persigue a Venezuela desde 1989 luego del llamado “Caracazo”, cuando durante la gestión del expresidente Carlos Andrés Pérez (1989-1993) la población afectada por la pobreza arremetió contra los comercios.
La diferencia es que en los actuales, los saqueadores se encuentran con anaqueles vacíos y cualquier alimento de la cesta básica que llegue se convierte en blanco apetitoso para llevar a casa “sea como sea”.
Situación latente
En los últimos meses, los conflictos y la protesta social van en aumento. El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) registró en enero 518 protestas, equivalentes a 17 eventos diarios en todo el país y 73 más que en enero de 2014. Un total de 147 protestas se orientaron en rechazo a la escasez.
Esa organización no gubernamental observa “con mucha preocupación” el aumento de actos vandálicos en contra de abastos, supermercados, farmacias, transportes, almacenes y galpones. Tan solo en enero se registraron al menos 12 saqueos y 19 intentos para sustraer comida.

Según algunas denuncias en las redes sociales, no solo los comercios privados son objeto de saqueos: allí cuentan que el mes pasado, los pobladores se quedaron con la mercancía de un camión de la red de distribución alimentaria del gobierno PDVAL y durante un operativo de Mercal, otra red de venta de alimentos estatal, en Ocumare del Tuy (estado Miranda), la turba se apoderó de 250 bolsas de comida, 60 cajas de pollos y 12 de carne, 20 bultos de pasta y 5 bultos de aceite.
“Hubo disparos de los policías para calmar la situación, pero la gente continuó saqueando”, dijo un vecino que se encontraba en el lugar.
Es una práctica que las autoridades definen como robos y que han llegado a afirmar que son incentivados por los partidos de oposición: “Están pagando a bandas delictivas para romper y saquear”, afirmó el gobernador del estado Zulia, Francisco Arias Cárdenas.
Se profundiza la escasez
La escasez es tan severa que afecta hasta a los “bachaqueros”, el popular término con el que se conoce en Venezuela a quienes revenden comida que casi no se consigue a precios regulados. Ese parece que también es ahora un oficio amenazado en medio de la crisis económica que vive la nación petrolera, agobiada por la falta de dólares tras el desplome de los precios del crudo.
“Se me ha hecho difícil seguir vendiendo mercancía, ya no me proveen como antes”, confiesa preocupado Wilfredo, (32 años), que desde hace un año y medio encontró la manera de obtener mayores ingresos en las largas colas que se forman frente a establecimientos que venden comida, bajo la vigilancia militar.
“Además tengo que pagarle a la Guardia (Nacional) para que no me quiten los productos y así no me da el negocio”, revela.
El resto de los ciudadanos, que ocupan buena parte del día en la búsqueda de comida y medicinas, enfrenta todavía una peor situación: tienen que competir con los bachaqueros para comprar comida, pero a muchos tampoco les alcanza el dinero para comprarla en el mercado negro.
Según la Encuestadora Datos, 9 de cada 10 venezolanos no pueden adquirir la mitad de los productos que necesitan.
Trigo para pan, galletas, atún, salsas o salsa de tomate, refrescos, mayonesa, carnes para almuerzo, así como empaques y resinas plásticas, son algunos de los rubros que tienen serios problemas de producción, indicó Manuel Larrazábal, presidente de la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos. “La industria está operando de manera intermitente”, aseguró a mediados de febrero.
Los controles en la economía han generado desabastecimiento y alza constante de precios, llevando a la inflación a colocarse en 180.9%, la tasa más elevada del mundo. Los precios de los alimentos suben todavía con más fuerza y en el último año aumentaron 365% en promedio, según datos oficiales, lo que golpea especialmente a los más pobres, que en Venezuela representan casi la mitad de la población.
Para intentar distribuir la insuficiente oferta de bienes, el gobierno socialista obligó a los negocios a atender a los clientes de acuerdo a su último número de la cedula de la identidad desde hace más de un año, en medio de una estricta regulación a industrias y comercios que ejercen las autoridades.
“Mi hijo y yo hicimos cola desde temprano en tres supermercados y compramos arroz, margarina y detergente para lavar ropa” cuenta Evelyn Zambrano, quien deja de trabajar como doméstica los miércoles, porque según su documento de identidad, ese es el día que tiene para comprar en la semana. “Solo nos vendieron dos de cada producto. No conseguimos pasta, harina pan, aceite ni papel (higiénico)”, apunta.
De camino al tercer negocio, Jeferson, el hijo de Evelyn, se percata desde el minibús en el que se traslada, que no hay cola. “Sigamos, aquí no hay gente, así que no hay nada”.
Cinco cuadras más adelante, Evelyn hace lo que muchos venezolanos ya tienen por costumbre: mirar las bolsas de mercado de los demás. “Vamos Jeferson, aquí sí hay papel (sanitario)”.
El gobierno de Nicolás Maduro aseguró hace pocos meses que llevaría a cabo un plan nacional de abastecimiento, mientras que sus ministros piden calma para “eliminar las colas”, pues eso “no se va a resolver de inmediato”.









