Al mafioso ‘Whitey’ Bulger lo mataron al llegar a una prisión: un reporte dice que se pudo evitar
James ‘Whitey’ Bulger estuvo varios años en la lista de los fugitivos más buscados del FBI, lo capturaron en 2013 en un apartamento frente al mar de California y lo sentenciaron a dos cadenas perpetuas por 11 asesinatos y otros crímenes que cometió estando al frente de su grupo criminal.
Era un anciano de 89 años, enfermo y que se movía en sillas de ruedas cuando ingresó a una prisión en West Virginia, el 30 de octubre de 2018. Menos de 12 horas después de su llegada al penal Hazelton, tres reos lo golpearon con un candado dentro de un calcetín hasta dejarle el rostro “irreconocible”.
Pero no fue sino hasta dos horas después del incidente que los guardias notaron que lo habían matado.
Estos detalles han sido revelados en un reporte de la Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia, el cual concluye que el asesinato de Bulger se pudo prevenir, pues sucedió debido a una serie de fallas por parte de funcionarios carcelarios: no lo protegieron, lo pusieron en una prisión llena de pandilleros y hasta mintieron para sacarlo de otro penal donde había sido indisciplinado.
Sin embargo, el informe sobre la muerte de Bulger no descubrió ninguna indicación de que empleados del Buró Federal de Prisiones (BOP) actuaron con "intención maliciosa".
El FBI realiza una investigación separada que se enfoca en verificar si esos funcionarios cometieron algún delito federal, más allá de las deficiencias en los procedimientos penitenciarios.
El reporte del Inspector General concluye que las autoridades del BOP no tomaron medidas adecuadas para cuidar a Bulger, quien estaba en mayor riesgo por haber sido informante del FBI.
Además, permitieron que decenas de personas se enteraran de su traslado al penal en West Virginia y allí lo colocaron en una sección donde reos peligrosos purgan sus condenas.
En ese sentido, hubo “fallas en el desempeño del personal y la gerencia; incompetencia burocrática; y políticas y procedimientos defectuosos, confusos e insuficientes”, señala el informe de 65 páginas.
“Desde nuestro punto de vista, ninguna transferencia de un recluso del BOP, ya sea que se trate de un delincuente notorio o no violento, debe manejarse como se hizo en la transferencia de Bulger”, subraya.
Los acusados por el crimen de Bulger
Tres reos fueron acusados en agosto por el asesinato del mafioso bostoniano. Se trata de Fotios Geas, Paul J. DeCologero y Sean McKinnon. El primero también es señalado por matar a otro preso que cumplía una cadena perpetua.
El Inspector General indica que tras la sentencia de Bulger en 2013 se consideró que era un preso con mala salud y lo colocaron en Coleman, una instalación carcelaria en Florida con servicio médico de alto nivel. Pero en ese sitio hizo fama por incumplir las recomendaciones de los doctores y en 2018 amenazó a una enfermera advirtiéndole que “pagaría” por tratarlo como “un perro”.
Al revisar los registros en la prisión, los inspectores federales descubrieron que hubo varios intentos por enviarlo a otro sitio y que incluso mintieron al afirmar que la salud de Bulger había mejorado.
Su último traslado “planteó interrogantes adicionales debido al historial de violencia entre los reclusos en Hazleton, que albergaba a pandilleros y reos con conexiones al crimen organizado”, indica.
Se menciona, además, que el mafioso estaba deprimido y le había comentado a un funcionario que había perdido las “ganas de vivir” por estar en confinamiento solitario durante mucho tiempo.
Los inspectores creen que eso lo habría llevado a pedir que lo pusieran con la población general en Hazleton, a pesar del peligro. Quizás lo solicitó, cita el informe, para conversar con otros reos.