Son más de las 2 am y he estado despierta durante varios minutos escuchando el ladrido de un perro en la calle. Las ventanas de mi apartamento en el segundo piso están abiertas para dejar entrar el fresco aire otoñal de Madrid. Estoy esperando que el perro se calle para poder volver a dormir. Pero los ladridos continúan, así que me levanto a investigar. Quién sabe, tal vez el perro esté en problemas, o ¿tal vez el dueño esté herido?
La difícil lucha contra el ruido de Madrid
En toda España, 12 millones de residentes están expuestos a un ruido excesivo. En la capital, residentes, abogados y funcionarios están intentando promover espacios más tranquilos durante la noche.

Nada de eso. Cuando retiro las cortinas, veo dos personas, un labrador y una pelota. El perro, sin duda encantado de correr por una calle sin tráfico, disfruta el juego de traer la pelota. Los ladridos, las risas y las bromas en voz alta reverberan en el vecindario y quiero asomar la cabeza por la ventana y gritar: "¡Cállense, @&%$!" Pero no lo hago. Tampoco ninguno de mis vecinos.
En los cinco años que he vivido en Madrid, el ruido ha sido mi compañero constante. Hay conductores que piensan que tocar el claxon continuamente y todos a la vez resolverá todos los embotellamientos. En el centro de la ciudad, hay bares nocturnos y discotecas que derraman la acción y el ruido hacia las calles circundantes. Existe el botellón, una tradición de beber botellas de bebidas alcohólicas con amigos en las esquinas, plazas o en los parques. El botellón, ilegal pero muy popular entre los jóvenes, incluso ha llevado a algunos residentes a abandonar sus ruidosos vecindarios, dijo Antonio Cano-Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el ruido es el segundo factor desencadenante de problemas de salud, superado únicamente por los problemas de calidad del aire. Además del estrés, los altos niveles de ruido se asocian con deficiencias cognitivas, alteraciones del sueño, hipertensión, enfermedades cardiovasculares e incluso la muerte prematura. En un estudio de 2016 publicado en el Environmental Research Journal, investigadores del Instituto de Salud Carlos III y de la Universidad Autónoma de Madrid concluyeron que, entre las personas de 65 años o más, un aumento de un decibelio (dB) en la exposición regular al ruido puede resultar en la muerte debido a condiciones tales como infarto al miocardio, cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular, neumonía, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o diabetes.
A diferencia de los manifestantes que protestan contra otros tipos de contaminación, aquéllos que se quejan del ruido excesivo a menudo se consideran ‘aguafiestas’.
La OMS recomienda una exposición a no más de un promedio de 40 decibelios (dB) por noche. En toda España, cerca de 12 millones de personas —alrededor de un 25% de la población del país— están continuamente expuestas a niveles de ruido superiores a los recomendados, según un informe reciente de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Se menciona el tráfico por carretera como el principal infractor, seguido de cerca por los ferrocarriles, los aeropuertos y las industrias.
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Sin embargo, el informe no explica el ruido que, según muchos, causa mayor irritación en España: ruido del ocio, que es el ruido producido por las actividades de entretención de las personas. "El ruido tiene un componente subjetivo", dijo Jorge Pinedo, miembro fundador de la Asociación de Abogados contra el Ruido. " Molesta más cuando se percibe como inútil. Cuando escuchan ambulancias, bomberos o la policía, las personas no se molestan mucho porque lo consideran un ruido útil". Pero cuando el ruido sale de un bar, agrega, "ahí es cuando la gente ya no puede soportarlo".
La Asociación de Abogados contra el Ruido ha estado trabajando para ayudar a reducir el ruido en el país durante los últimos 20 años. Fundada por cuatro abogados, Pinedo entre ellos, hoy la Asociación se encuentra activa en todas las provincias de España. Sus casos han llegado incluso al Tribunal Supremo de España y al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y han tenido éxito tanto en castigar a los infractores como en promover regulaciones de zonificación destinadas a reducir el ruido.
Cuando expresé mi sorpresa de que los vecinos no parecen reaccionar ante los escándalos debajo de sus ventanas, Pinedo se encogió de hombros. "Trabajo en derecho ambiental", dijo. "Si llega alguien contaminado por el agua o intoxicado por gases, todos le expresan su solidaridad. Sin embargo, al que denuncia el ruido se le considera un aguafiestas. La gente dice 'éste no nos deja vivir' ... Hay un factor peyorativo en eso".
España es un país mediterráneo que ama su estilo de vida al aire libre. La actitud de vive y deja vivir parece ser el sentimiento detrás de esta desaprobación. Pero no siempre fue así. Manuel Fraga, quien trabajó como Ministro de Información y Turismo durante la dictadura de Franco y luego asumió el cargo de Ministro del Interior, acuñó la frase "la calle es mía", explicó Francesc Daumal i Domènech, profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña. Inmediatamente después de la muerte de Franco, "si había más de tres personas en la calle, la policía les decía que se dispersaran", dijo Daumal i Domènech. "Todo esto creó un movimiento. Después de que finalmente pudimos salir a la calle y expresarnos, la calle fue nuestra. La calle ya no era de Fraga, ahora pertenecía a todos".
La 'Movida Madrileña' estuvo a la vanguardia de este cambio cultural. Después de la muerte de Franco y estimulados por la libre expresión en una España que recientemente había ganado su democracia, artistas, músicos y escritores desafiaron las restricciones de la dictadura. Tierno Galván, alcalde de Madrid durante la Movida, se hizo famoso por pedirle a la gente que se uniera al movimiento y reclamara las calles de Madrid. "Queremos que Madrid sea una ciudad viva y la viveza de Madrid depende en gran parte de la viveza de estas plazas que estamos recobrando para el pueblo", dijo en un famoso discurso de 1984. Nació la frase Madrid nunca duerme.
Esta celebración de libertad ocurrió también en otras ciudades españolas: Barcelona, Vigo, Bilbao y Sevilla, entre otras. "Los ayuntamientos entendieron que necesitaban otorgar licencias para abrir bares, de modo que hubiera un área donde la gente pudiera ir para tomar una copa de vino y disfrutar del ambiente", dijo Pinedo. "Eso convirtió la ciudad en algo irreversible. Si pones 20 bares en un vecindario pequeño, estás expulsando a sus residentes porque no pueden soportar el ruido".
Muchos residentes trabajan estrechamente con abogados como Pinedo para convencer a los gobiernos de las ciudades de que escuchen sus preocupaciones. La oficina de Pinedo en Madrid recibe alrededor de 1,000 quejas de ruido al año y cerca de 30 de ellas llegan a los tribunales. No ha sido fácil, dijo Pinedo, en parte porque los bares tienen fuertes grupos de presión. Pero gracias a los esfuerzos de la Asociación, Madrid ahora tiene cuatro Zonas de Protección Acústica Especial (ZPAE), donde se permiten menos licencias de bares nuevos, los restaurantes existentes deben cerrar sus mesas al aire libre antes, y se implementan los nuevos planes de zonificación caso por caso. Según José Amador Fernández Viejo, Subdirector General de Calidad y Evaluación Ambiental del Ayuntamiento de Madrid, esto ayuda a mantener las cosas más tranquilas. En una ZPAE, el número de días marcados por el excesivo ruido de ocio se redujo en un 33%, dijo.
Además de estas ordenanzas municipales, el Ayuntamiento de Madrid y la Asociación de Abogados contra el Ruido trabajan con los jóvenes en iniciativas de concienciación sobre el ruido. El grupo de Pinedo dirige programas escolares que enseñan a los niños sobre los problemas asociados con la exposición excesiva al ruido. El gobierno local dirige un programa para ayudar a maestros y estudiantes a comprender el impacto de los altos niveles acústicos en la salud y el medio ambiente.
Queda por ver si estas medidas silencian o no los hábitos de una sociedad empeñada en vivir ruidosamente al aire libre. Por ahora, Madrid sigue siendo una de las capitales más ruidosas de Europa.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com




















