El trabajo duro muchas veces es considerado como una virtud clave en Estados Unidos, la que llevaría al éxito y a la oportunidad. Y hay mucha evidencia de que los trabajadores creen en esto: por ejemplo, un reciente estudio halló que los estadounidenses trabajan un 25% más que los europeos y que tienden a tomar menos vacaciones y jubilarse más tarde. Pero, para muchos, simplemente trabajar más duro no está llevando a una vida mejor.
Los estadounidenses están escépticos de que el trabajo duro valga la pena
Mejorar en la escalera económica depende en la automotivación, pero también requiere oportunidades.


En el pasado, los economistas han reconocido que citar al trabajo duro como un camino a la prosperidad es simplificar y ser excesivamente optimista. Si el trabajo duro puede ayudar a la gente a tener mejores condiciones económicas es una pregunta muy compleja y la fórmula sólo funciona si los esfuerzos individuales están acompañados con más oportunidades. De acuerdo con las investigaciones, está haciéndose cada vez más difícil para los estadounidenses subir en la escalera de ingresos.
Una nueva encuesta de Strong, Prosperous and Resilient Communities Challenge (SPARCC), organización que busca apoyar las economías locales, descubrió que los estadounidenses están cada vez más escépticos de la narrativa que relaciona la riqueza con el esfuerzo personal.
De acuerdo con sus datos, un 74% de los encuestados creen que la mayoría de la gente pobre trabaja duro, pero no puede salir de la pobreza debido a la falta de oportunidades. En Estados Unidos, un 19% de la desigualdad de ingresos se atribuye a circunstancias predeterminadas, como la raza, el género y el ingreso de los padres de la persona. El reporte también destaca investigaciones anteriores que muestra que la movilidad y salud económica dependen mucho de la geografía, lo que sería otra prueba de que el esfuerzo individual no es suficiente, ya que las oportunidades no están bien distribuídas.
El argumento del trabajo duro también está metido en la discusión política. "Una mayor desigualdad podría resultar de la toma de riesgos y el emprendimiento aumentado en un ambiente de rápido cambio tecnológico. En este, algunos emprendedores producen mejores innovaciones, o tienen más suerte, que otros, y logran mejores recompensas", escribieron los economistas Katherine Bradbury y Robert Triest, del Banco de la Reserva Federal de Boston. "También puede resultar en crecientes disparidades en el esfuerzo en el trabajo, con individuos más industrializados ganando más debido a esto. En ambos casos, uno podría decir convincentemente que el aumento de la desigualdad está justificado y no se necesitan cambios remediales en la política pública. Pero, por otra parte, si el aumento en la desigualdad depende de factores que están más allá del control de los individuos, existe un poderoso caso para responder con políticas públicas".
Bradbury y Triest dicen que sin intervenciones de políticas, la desigualdad de oportunidades probablemente persistirá, mientras que la movilidad económica se deteriorará. SPARCC, por su parte, está intentando mejorar la mobilidad con inversiones en desarrollo comunitario en seis ciudades. La iniciativa es una colaboración de 90 millones de dólares por tres años entre el Banco de la Reserva Federal de San Francisco, Enterprise Community Partners, el Fondo de Inversiones para Bajos Ingresos, el Consejo de Defensa de Recursos Naturales y una serie de otras organizaciones.
Restaurar la movilidad económica es un factor crucial especialmente para aquellos que están más abajo: de los niños nacidos en el último quintil de ingresos, un 44% siguen en ese quintil como adultos. Ese es un problema económico, pero además es un problema más profundo, uno que tiene que ver con el corazón del Sueño Americano y quién tiene acceso a este.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Atlantic y en CityLab.com.














