De todos los programas de visas que les permiten a los extranjeros trabajar legalmente en Estados Unidos, ninguno parece incitar más al debate que la H-1B. Aunque su propósito es ayudar a las compañías a contratar trabajadores con habilidades difíciles de encontrar, los que la critican dicen que el programa les permite a los empleadores contratar miles de trabajadores baratos para sustituir a los trabajadores estadounidenses. Sin embargo, los proponentes del programa dicen que es necesario atraer a los mejores talentos de todo el mundo. Ambas partes quieren que el programa se someta a algunos cambios drásticos.
El otro problema sin resolver de EEUU y los inmigrantes: los visados para trabajadores de labores especializadas
La visa H-1B ha sido criticada por quienes quieren más y menos trabajadores extranjeros en el país. Su futuro dependerá en gran medida de lo que haga el gobierno de Trump.

Los estudiantes extranjeros tienen más probabilidades de tener experiencia en las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) que los estadounidenses. De hecho, muchos han vivido en Estados Unidos durante años, estudiando en universidades estadounidenses. El camino más fácil para ellos después de graduarse es obtener una oferta de trabajo y solicitar una de las codiciadas 85,000 visas H-1B que se otorgan cada año mediante un sistema de lotería. Lo que se pierde en la polémica sobre la visa H-1B es el hecho de que los inmigrantes que trabajan en las disciplinas STEM son cada vez más responsables de la innovación en Estados Unidos. Estos inmigrantes tienen mayores probabilidades de titularse en ciencia e ingeniería que los alumnos estadounidenses, y registran dos veces más patentes estadounidenses.
Pero, a pesar de la retórica que sugiere que la mayoría de los inmigrantes son una fuente de mano de obra barata, estos trabajadores, después de todo, no son baratos. De hecho, nuevas investigaciones muestran que, en promedio, les cuestan más a largo plazo a sus empleadores que los trabajadores estadounidenses. Un estudio publicado la semana pasada por economistas de la Universidad de California, en San Diego, y Dartmouth College muestra que el trabajador extranjero promedio en los empleos de ciencia y tecnología comienza ganando sólo ligeramente menos que los nacidos en Estado Unidos: alrededor de 94 centavos por dólar. Pero después de trabajar en Estados Unidos durante cinco años, el trabajador extranjero promedio en las disciplinas STEM gana $1.04 por cada dólar de sus colegas estadounidenses.
Este aumento en el salario podría ser el resultado de varios factores. Una posibilidad es que se produce porque los trabajadores adquieren más experiencia laboral en Estados Unidos. Otra es que después de obtener una tarjeta verde, los inmigrantes pueden trasladarse a empleos mejor remunerados. Un promedio de 10 centavos adicionales por hora después de cinco años es un salto notable en comparación con los empleos en las disciplinas ajenas a STEM, donde a los trabajadores inmigrantes les toma un promedio de 20 años obtener la misma remuneración que sus homólogos estadounidenses. "Ha habido un acalorado debate sobre si los trabajadores con visas H-1B les restan valor a los trabajadores estadounidenses al aceptar salarios considerablemente inferiores, pero no vemos evidencia que apoye eso", dice Gordon Hanson, economista de la Universidad de California, quien es el autor principal del informe.

El estudio analiza los datos censales desde 1980, enfocándose en los trabajadores en las disciplinas STEM con al menos una licenciatura. Los investigadores controlaron las discrepancias salariales de los trabajadores según género, raza, región geográfica, educación y edad. Es imposible saber exactamente cuántos de todos los trabajadores extranjeros en las disciplinas STEM llegaron a Estados Unidos con visas H-1B—en comparación con otros programas de visas o mediante una tarjeta verde obtenida a través de la reunificación familiar. Pero aún así, el programa de H-1B sigue siendo la manera más fácil para que las compañías tecnológicas contraten extranjeros de la gran reserva internacional de estudiantes graduados de las universidades estadounidenses, o del extranjero.
El problema es que la demanda es muy alta en relación con el número de visas disponibles. El año pasado, los empleadores solicitaron 236,000 visados, pero sólo había 85,000 disponibles. Esta gran demanda ha llevado a la industria tecnológica a presionar para ampliar el número de visas H-1B. "¿Por qué ofrecemos tan pocas visas H-1B para especialistas talentosos que cada año la oferta se agota a los pocos días de comenzar?", escribió Mark Zuckerberg, director general de Facebook, en un editorial en The Washington Post.
Los esfuerzos para ampliar el programa han encontrado una feroz resistencia de muchos republicanos en el Congreso y algunos demócratas, quienes han acusado a compañías como Disney y la compañía de servicios públicos California Edison de despedir a trabajadores de IT (Información y Tecnología) y reemplazarlos con contratistas baratos con visas H-1B. El mes pasado, un juez federal de Florida desestimó una demanda presentada por ex empleados de Disney que acusaron a la compañía de fraude en la obtención de visados. El año pasado, una investigación del Departamento de Trabajo no encontró irregularidades en el caso de una empresa de externalización que les proporcionó los trabajadores a California Edison. En ambos casos, las compañías de externalización se beneficiaron de un resquicio legal que exime a determinados empleadores de demostrar que sus trabajadores con visas H-1B no ocuparán empleos de estadounidenses. Investigadores federales también acusaron a una empresa de externalización, Infosys, de obtener de forma fraudulenta visas de negocios-viajes para trabajadores extranjeros que deberían haber utilizado visas H-1B. El Departamento de Justicia en 2013 resolvió un caso de fraude de visado con la empresa por 34 millones de dólares.
Algo en lo que ambas partes parecen coincidir es en la necesidad de replantear el programa mientras se les permita a las grandes compañías tecnológicas reclutar a los mejores trabajadores que puedan encontrar. Algunas ideas para reformar el programa de H-1B incluyen exigirles a las empresas que demuestren que no pudieron encontrar un trabajador estadounidense calificado que ocupara el puesto (un requisito para otros permisos de trabajo temporales, como en la agricultura). Otros han sugerido que se priorice la visa de los trabajadores cuyos empleos pagan los salarios más altos, para impedir que las compañías utilicen el programa como una fuente de mano de obra barata.
Lo que suceda con el programa de H-1B depende mucho de lo que el presidente electo, Donald Trump, piense al respecto, y eso ha sido difícil de descifrar. Durante la campaña, cambió de opinión en repetidas ocasiones. En un debate de las elecciones primarias republicanas, lo calificó de "muy malo", aunque unos días antes había dicho que estaba "relajando su postura" porque Estados Unidos necesita gente con talento. Su candidato a procurador general, el senador Jeff Sessions, de Alabama, ha sido más coherente en sus críticas. El año pasado, Sessions introdujo una legislación para disminuir la cantidad de visas disponibles para las grandes empresas de externalización, como las que tienen sede en la India, que proveen de trabajadores de IT a las compañías estadounidenses. Estas empresas obtienen el mayor número de visas H-1B mediante el sistema de lotería. "Miles de trabajadores estadounidenses están siendo reemplazados por mano de obra extranjera", dijo Sessions sobre el programa de H-1B en febrero, según Reuters.
Como jefe del Departamento de Justicia, Sessions probablemente hará del fraude de visados una de sus batallas distintivas. Eso podría contribuir a frenar abusos a gran escala del sistema, pero si va demasiado lejos podría alejar a los inmigrantes que ayudan a Estados Unidos a competir internacionalmente. Y podría socavar el papel de Estados Unidos en la creación de las mayores y más rentables compañías de tecnología en el mundo.
Este artículo apareció originalmente en inglés The Atlantic, como parte del proyecto Next America: Communities, que tiene el apoyo de una subvención de Emerson Collective.










