Pasar horas en una fila para intentar obtener productos básicos es la rutina en la Venezuela post-Chávez. Es un país que no produce lo que consume y depende de las importaciones para abastecerse en una economía considerada en quiebra por amplios sectores opositores. Cada día los ciudadanos esperan su turno para recibir su ración de alimentos o medicinas a precios regulados por el Estado.