Hasta septiembre de 2020, más de 77,000 personas han desaparecido en México sin dejar rastro. Gabiel Aguilera Castañón es uno de ellos. No se sabe nada de él desde hace seis años. Su padre Raimundo Aguilera lo sigue buscando en las costas del golfo de México, en Tamaulipas.
Familia de un desaparecido en México teme que lo hayan arrojado al mar
Los padres de Gabriel Aguilera Castañón, desaparecido el 15 de abril de 2014, buscan a su hijo en las aguas del Golfo de México, en Tamaulipas. Más de 77,000 personas están desaparecidas en México, de acuerdo con cifras oficiales.

“No se perdió un perro ni un gato ni un perico o un pajarito. Se perdió un ser humano”, dice don Raimundo a Aquí y Ahora. Teme que su hijo fue arrojado al mar. “Una persona, si no tiene contrapeso, flota a los tres días”, dice. Gabriel tenía 33 años cuando desapareció, el 15 de abril de 2014. Trabajaba en cobranzas.
La búsqueda comenzó cuando su padre conoció a Josefina De León Mendoza, madre también de una desaparecida. Cynthia Mabel Pantoja de León tenía 25 años cuando se esfumó, el 21 de abril de 2012. Estudiaba derecho y trabajaba para la Procuraduría (Fiscalía) del estado de Tamaulipas. Se quería ir de México, un país donde casi la mayoría de los delitos quedan impunes. La fundación Insight Crime asegura que el 99% de todos los crímenes no se castiga, de acuerdo con datos de 2016. “Su proyecto de vida era especializarse más y salir fuera del país”, afirma.
De León, directora de la Red de Tamaulipas, aseguró a Univision Noticias que no cree que su hija haya sido arrojada al mar, pero ayudó a los padres de Gabriel en la búsqueda. Don Raimundo comenta: “Una persona, si no tiene contrapeso, a los tres días flota [...] “[A los muertos] los arrojan con piedras, los amarran con alambre de púas”.
La madre de Gabriel, Marina Castañón, relata: “Mi angustia era muy grande, con una esperanza al siguiente día, de irlo a buscar y encontrarlo”.
Una pequeña barca con seis personas, acompañada de otra embarcación más (con dos miembros de la Marina mexicana) inició el rastreo. Hallaron restos óseos, pero no los removieron.
“Nos llevó un año la búsqueda en el agua”, comenta De León. “Hay una fauna ahí peligrosa, yo no sabía lo que pasaba en las corrientes. [...] Este tipo de restos no se pueden sacar así. Se deben conservar en agua para así llevarlos al antropólogo, para que los identifique”.
“Los cuerpos no salen a flote, porque así nunca son hallados”, repite don Raimundo. Otras 77,000 familias en México esperan respuestas de sus seres queridos, que también desaparecieron.












