En fotos: la historia del preso más antiguo de las FARC, dentro y fuera de la cárcel
Jorge Augusto Bernal Romero, alias Robinson 22, es el guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC) que más tiempo pagó en prisión. "El calabozo me quitó todo. Lo único que me queda son las FARC", cuenta Robinson 22. Lea aquí la historia del preso más antiguo de las FARC-EP
Desde que salió el libertad, el 24 de mayo, Robinson 22 publica cada día en Facebook una nueva primera foto. Esta es la de su primer gesto de victoria en la calle.
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Jorge Augusto Bernal Romero tiene ahora 47 años y entró a la guerrilla cuando tenía 15. En 1990 fue detenido por primera vez y logró fugarse.
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Desde la década de los 90 hasta ahora, Bernal ha estado recluido en diez cárceles de Colombia:La Modelo, La Picota, Cómbita, La Dorada, Valledupar, Popayán, Girón, Manizales, Coiba y, finalmente, Chiquinquirá.
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El expediente de Robinson 22 de los últimos 16 años es de cuatro tomos de carpetas y papeles. Los principales cargos que se le imputan son terrorismo, secuestro, porte ilegal de armas, rebelión, falsedad documental y homicidio.
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Pensar en el sentido de las FARC fue la disciplina de Jorge Augusto Bernal Romero, de 47 años, para no matarse durante 23 años, un mes y 15 días que contó uno tras otro.
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En septiembre de 2016, el secretariado invitó a Bernal a participar en su última conferencia, donde se discutiría la formación del partido de las Farc una vez que los acuerdos de paz entraran en vigor.
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Fue su primera vez al aire libre en dos décadas. Bernal saludaba a quien se le cruzara, contaba su historia a quien le mostrara curiosidad y bailaba por las noches en los conciertos.
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En diciembre, cuando se firmó la ley de amnistía que permitiría a muchos de los guerrilleros salir en libertad, continuaron los bailes en la cárcel Chiquinquirá, donde el Estado reunió a la mayoría de ellos.
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Con una sudadera marrón del Che cogió el micrófono en un acto que se realizó en diciembre de 2016 en la cárcel de Chiquinquirá: “Hasta la victoria siempre”, “Somos ejército del pueblo”, “Viva Jacobo Arenas”, “Viva Marulanda”, arengaba a cientos de guerrilleros, que repetían sus consignas con el puño en alto.