Kimberlyn Menjivar fue a tomarse las huellas para el permiso de trabajo y terminó deportada: la separaron de su bebé de 6 meses

La joven, de 22 años, asegura que firmó unos documentos pidiendo ser deportada junto con su bebé, pero las autoridades migratorias lo ignoraron y la enviaron a su país sin el niño.

Video Amenazaron con quitarle a su hija y procesar a su familia si no aceptaba ser deportada

Kimberlyn Menjivar no ha podido tener a su bebé entre sus brazos desde septiembre. Desde Honduras, a cientos de millas de distancia, la joven madre revive una y otra vez el instante en que una cita rutinaria para recibir su permiso de trabajo terminó en una detención migratoria, una deportación acelerada y la separación de su familia.

El pasado 29 de septiembre, la mujer fue separada de su hijo, nacido en EEUU y que tenía solo seis meses en ese entonces.

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Y poco, después fue deportada a Honduras, un país de donde salió en 2021 huyendo de la persecución de las pandillas que, según dice, la acosaban sexualmente.

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Menjivar asegura en entrevista con Univision que firmó unos documentos pidiendo ser deportada junto con su bebé, pero las autoridades migratorias lo ignoraron y la enviaron a su país sin el niño.

La hondureña, de 22 años, está desde entonces en una zona de nadie: trata de reiniciar su vida en Honduras, batalla para regresar legalmente a Estados Unidos junto a su hijo, y de no lograrlo, busca opciones para llevárselo con ella.

Esta es su historia.

Una migración forzada y una batalla legal constante

El padre de Kimberlyn Menjivar vio la migración como una salida para sus problemas económicos y se fue a EEUU cuando ella tenía 15 años. Dos años después ella siguió su camino pero por razones diferentes junto con su hermano menor.

“Cruzamos el río…nos fuimos porque acá en mi país había muchas pandillas de las Maras y a mí me acosaban y a mi hermano lo querían reclutar”, cuenta la joven.

Ambos se entregaron a las autoridades migratorias una vez que llegaron a la frontera y, como ambos eran menores no acompañados, fueron llevados a un hogar temporal a la espera de que se resolviera su caso.

De acuerdo con el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), los Menjivar entraron a Estados Unidos el 13 de abril de 2021 cerca de Eagle Pass, Texas.

Y pese a que fueron liberados “en este país por la administración Biden, se le concedió el debido proceso y un juez de inmigración ordenó su expulsión el 12 de octubre de 2022”, dice un correo electrónico de la subsecretaria Tricia McLaughlin enviado a Univision Noticias.

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Pero de acuerdo con Menjivar, ella nunca estuvo al tanto de la orden de deportación por otro complicado asunto en su familia.

La orden que nunca conoció

Unas semanas después de entrar a EEUU, los hermanos fueron entregados a su padre, que quedó registrado como tutor legal y responsable de todo su proceso migratorio, cuenta a Univision Noticias, Kelly Clark, abogada de la firma Heinz Law a cargo del caso de Kimberlyn Menjivar.

El padre nunca continúo el papeleo para regularizar el estatus migratorio de sus hijos y, al ser menores de edad, ellos no podían contratar un abogado por su cuenta, dijo Clark.

La joven, por su parte, relata que después de vivir con su papá por un tiempo, "tuve problemas con él y me fui de su casa”.

Poco después, su padre fue detenido, acusado de abuso sexual y deportado. En todo ese lapso, la hondureña no pudo consultar el historial de su proceso migratorio.

No tuvo acceso a la casa de su padre ni a la correspondencia, por lo que nunca se enteró de su orden de deportación.

La ruta hacia la legalidad de Kimberlyn Menjivar que terminó en deportación

A los 20 años, Kimberlyn tomó por su cuenta su proceso migratorio y decidió contratar a una representante legal para que la ayudara.

Como era todavía menor, no podía solicitar asilo en Dakota del Sur, pero su abogada le recomendó iniciar su proceso en Minnesota, donde era posible obtener una visa juvenil y así conoció a Clark, quien la ayudaba también a conseguir un permiso de trabajo.

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La joven “iba y venía de Dakota del Sur a Minnesota para todos los trámites” y tenía dos empleos en una misma cadena de restaurantes mexicanos con sucursales en esos estados.

Además, trabajaba como empacadora en un almacén de papas para poder costear sus gastos legales.

En 2024, Menjivar se mudó con su actual pareja, otro hondureño que ya tiene permiso legal para trabajar en el país, y para marzo del siguiente tuvieron su primer hijo.

Casi dos años después de iniciar su proceso legal, Clark la llamó para avisarle que su permiso de trabajo y su visa juvenil habían sido aprobados y solo tenía que presentarse a que le tomaran las huellas digitales.

El Estatus Especial de Inmigrante Juvenil (SIJS por sus siglas en inglés), es una protección para menores de 21 años en EEUU que han sido abusados, abandonados o descuidados por uno o ambos padres, como en el caso de Kimberlyn.

La joven relata que condujo por más de cuatro horas con su pareja y su hijo de entonces seis meses hasta las oficinas de inmigración en Minnesota sin imaginar que ese día sería el último en que su familia estaría unida.

“En cuanto llegué la oficial empezó a revisar mis papeles detenidamente y me preguntó por qué llevaba una copia de los documentos y no el original. Le dije que se lo podía mostrar en el celular y solo se levantó y me pidió que la siguiera”, relata la joven.

Fue llevada a una habitación donde se encontraban tres agentes de ICE.

“La mujer me preguntó si el niño que estaba afuera era mi bebé, que si estaba amantando y en cuento le dije que no, le hizo una señal a los agentes y me pidieron que me levantara, me esposaron y me sacaron del edificio”, recuerda

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Menjivar solo alcanzó a ver a su pareja mientras la sacaban esposada del lugar. No pudo despedirse de él ni de su hijo.

“Él no entendía lo que pasaba. Solo íbamos a que me tomaran las huellas y terminé detenida”, recuerda Kimberlyn.

La hondureña de 22 años lleva casi un mes en su país tratando de reiniciar su vida y paralelamente luchando una batalla legal para poder regresar legalmente a Estados Unidos y realizando otros papeleos para poder llevar a su hijo a Honduras en caso de que no pueda regresar con él a Dakota del Sur.
La hondureña de 22 años lleva casi un mes en su país tratando de reiniciar su vida y paralelamente luchando una batalla legal para poder regresar legalmente a Estados Unidos y realizando otros papeleos para poder llevar a su hijo a Honduras en caso de que no pueda regresar con él a Dakota del Sur.
Imagen Kimberlyn Menjivar/Cortesía

Mes y medio en un centro de detención y un largo viaje de deportación

Kimberlyn estuvo detenida en una prisión del condado de Kandiyohi ,en Minnesota, que también sirve como centro de detención del ICE para inmigrantes, desde finales de septiembre hasta el 17 de noviembre, cuando fue deportada a Honduras.

En todo el tiempo que estuvo presa, solo puedo hacer dos videollamadas para ver a su bebé por unos breves minutos, ya que los familiares de los detenidos deben pagar altas tarifas para poder comunicarse con ellos.

“Es muy caro para las familias que tienen detenidos en los centros, porque además de los gastos de afuera, tienen que darnos dinero a los que estamos ahí para poder comprar cosas de uso personal o comida, por eso no quería que mi pareja gastara tanto”, relata la mujer.

Cuenta que, mientras estuvo detenida, la comida era limitada y tenía que usar de su propio dinero si quería comer algo después de las 5:00 pm, porque no los volvían a alimentar hasta las 7:00 am del día siguiente.

Menjivar dice que quería firmar los documentos de deportación desde los primeros días que ingresó al centro, porque extrañaba mucho a su hijo, pero su abogada le aconsejó que luchara legalmente por su caso.

“Mi abogada presentó dos mociones que fueron rechazadas y teníamos una audiencia para una apelación. Una semana antes, me deportaron a Honduras en la madrugada”, recuerda.

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A las 3:00 am del 17 de noviembre la sacaron de la celda que compartía con más compañeras y la llevaron a otro centro de detención, de ahí, al aeropuerto.

Pero no voló directamente a Honduras, antes pasaron a Nebraska y Louisiana por más inmigrantes que iban a ser deportados.

“Ya no recuerdo bien cuantas veces aterrizamos y despegamos, pero pasamos muchas horas en lo que nos procesaban y subían más al avión”, relata.

Dos botellas de agua y tres sándwiches de mortadela con queso después, ya estaba en el Aeropuerto Internacional Ramón Villeda Morales en San Pedro Sula, donde autoridades hondureñas la recibieron a ella y otros inmigrantes y les dieron tarjetas de teléfono para que hablaran con sus familias.

En busca de la reunificación familiar

Menjivar asegura que no le hubiera gustado separarse de su hijo ni un solo momento, pero que las autoridades estadounidenses ignoraron sus deseos y desde entonces ha tenido que sufrir la separación de su familia.

DHS, por su parte, lo niega, y asegura que “ICE no separa a las familias”.

“Se pregunta a los padres si desean ser deportados junto con sus hijos o, de lo contrario, el ICE entregará a los niños a una persona de confianza designada por los padres. Esto es coherente con la política de inmigración de la administración anterior. Menjivar decidió no cooperar con el ICE en la deportación del niño, por lo que este fue entregado al cuidado de su padre”, dijo el Departamento en un correo a Univision Noticias.

Clark asegura que eso es mentira, y que su clienta expresó en todo momento querer ser deportada junto con su hijo.

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El DHS no mencionó cuántos menores de edad están en custodia de Estados Unidos o de familiares luego de que sus padres fueran deportados. Sin embargo, un reporte de la Comisión de Mujeres Refugiadas (WRC en inglés) documenta al menos otros tres casos de mujeres hondureñas expulsadas sin sus hijos.

Sus casos ilustran cómo la amplia campaña de represión migratoria del presidente Donald Trump se basa cada vez más en amenazas de separar a las familias y otras tácticas agresivas para presionar a las personas a aceptar la deportación.

El DHS afirmó a principios de diciembre que Trump había deportado a más de 593,000 personas desde que asumió el cargo.

Futuro incierto para una familia

Ahora, el pequeño hijo de Menjivar, que está por cumplir nueve meses, está al cuidado de su padre.

Al no tener ningún otro miembro de la familia que se encargue del menor, el hombre presenta problemas económicos, porque no puede ir a trabajar con la misma frecuencia que antes para poder cuidarlo.

Por ello, Kimberlyn valora llevarse a su hijo a Honduras, en caso de que su proceso legal para regresar a Estados Unidos no avance en los próximos meses.

"Yo solo quiero estar con mi bebé. Lo extraño mucho", dice, luego agrega que no quiere pasar un día más sin verlo crecer.


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