Otro veterano deportado regresa a su casa en EEUU, pero para ser sepultado

El funeral de Enrique Salas se realizó con honores militares en un cementerio de la ciudad de California donde creció y se alistó en la Marina, el mismo lugar a donde luchó por regresar desde su deportación en 2006. El veterano falleció tras un violento accidente vehicular en Tijuana. "No deberíamos llevar a estos hombres a casa en una bolsa para cadáveres", dijo sobre su muerte el también veterano deportado Héctor Barajas, quien acaba de volver como ciudadano.

El veterano Enrique Salas fue deportado en 2006 a Tijuana, México.
El veterano Enrique Salas fue deportado en 2006 a Tijuana, México.
Imagen Facebook

LOS ÁNGELES, California.– El veterano deportado Enrique Salas lloró al lado de Héctor Barajas cuando este recibió en Tijuana, México, una cita para su ceremonia de ciudadanía que le permitió volver a Estados Unidos. Salas luchó durante muchos años para regresar a su casa en California. El 12 de abril –un día antes que Héctor regresara a EEUU– lo hizo para recibir atención médica urgente debido a un accidente automovilístico, pero sufrió un paro cardiaco de camino a San Diego, donde le diagnosticaron muerte cerebral.

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Este viernes, Salas, quien sirvió cuatro años en la Infantería de Marina estadounidense y fue expulsado del país en 2006, finalmente regresó a su hogar en el Valle de San Joaquín: dentro de un ataúd cubierto con una bandera de EEUU. En Reedley, la ciudad donde creció y se alistó como marine, lo sepultaron con honores militares. Unas 150 personas acudieron al servicio fúnebre, incluido Barajas.

"La única manera legal de que ellos (los veteranos deportados) puedan regresar ahora es en una caja", dijo a la prensa Ricardo Franco, presidente del Comité de Veteranos Deportados y quien también acudió al sepelio. "(Salas) murió en un horrible accidente de auto, desafortunadamente no pudimos traerlo a Estados Unidos para que recibiera el tratamiento médico al cual tenía derecho y salvar su vida", agregó.

El veterano fallecido tenía 47 años y vivió en Tijuana desde su deportación hace 12 años. Ahí se encontró con otros excombatientes en la misma situación a través de la Casa del Veterano Deportado, conocida como 'El Búnker'. Ahí le apodaron 'Papa Bear', por su gran tamaño, alegría y jovialidad.

"Mis padres dieron a sus dos hijos a la Infantería de Marina y ahora nos han perdido a los dos (su hermano menor cayó en combate)", expresó Salas, según un reporte de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) que contó su historia para mostrar la complicada situación de cientos de excombatientes expulsados a México y otros países.

A la edad de 6 años Salas emigró de México a EEUU. Desde pequeño quiso ser marine, por eso a los 17 años se alistó en esa corporación militar. Entrenando en Camp Pendleton, en San Diego, él celebró su cumpleaños 18. Fue a la Guerra del Golfo Pérsico y brindó sus servicios en Filipinas, Tailandia y Singapur. Ganó varios reconocimientos, como la Medalla de Buena Conducta y la del Servicio de la Defensa Nacional. En 1992 fue dado de baja, aunque permaneció en la Reserva de la Marina hasta 1996.

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Su guerra personal

Al salir de los marines comenzó otra batalla, el trastorno de estrés postraumático (PTS), que lo acompañó hasta sus últimos días en Tijuana, donde no recibía tratamiento para superarlo. En California, Salas comenzó a consumir drogas y en 2004 fue declarado culpable de posesión de una sustancia controlada para su venta, un delito grave. Dos años después, él fue detenido en una garita fronteriza cuando regresaba con su familia de un paseo en Tijuana. Había perdido su cartera con su green card.

Los cargos anteriores terminaron metiéndolo en un lío migratorio y "frente a una detención prolongada que le impediría mantener a su familia y sin el dinero suficiente para consultar a un abogado, Salas firmó su orden de deportación", cita el reporte de ACLU.

"Él creía que su servicio militar y el estatus de su abuela como ciudadana de Estados Unidos le ayudarían, pero fue en vano. Después de 30 años en Estados Unidos, incluidos cuatro años de servicio militar, Salas se vio obligado a exiliarse", agrega el informe.

Su desesperación por regresar con los suyos lo hizo cruzar ilegalmente la frontera en dos ocasiones, aunque fue expulsado ambas veces. En 2014, estando en este lado de la frontera, volvió a un tribunal por una multa de tráfico, pero lo enjuiciaron por reingreso ilegal a EEUU y lo condenaron a 18 meses en una prisión federal.

ACLU asegura que el juez que vio su caso y que reconoció su servicio militar se sorprendió al verlo en la corte. "No perteneces a México, pero no puedo hacer nada por ti", le expresó el magistrado.

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En Tijuana, Salas se volvió un miembro activo de 'El Búnker', mientras trabajaba para una empresa que presta servicios y repara gas industrial. Poco después de acudir al centro para aplaudir el triunfo de Héctor Barajas, resultó gravemente herido en un accidente automovilístico en Tijuana.

El Comité de Veteranos Deportados pidió una visa humanitaria de emergencia después del choque, la cual le concedieron dos semanas después para recibir atención médica en la Universidad de California en San Diego. Antes de cruzar la frontera, Salas sufrió un ataque al corazón y, cuando lo transportaban a San Diego, experimentó otro paro que terminó con su vida.

"Él era una de las personas que iba a poder volver a casa... No deberíamos llevar a estos hombres y mujeres a casa en una bolsa para cadáveres", expresó Barajas sobre la muerte de su amigo.

Franco, del Comité de Veteranos Deportados, dijo que ser expulsado a un país que no conoces "es uno de los peores castigos que alguien puede recibir".

En la cerca fronteriza desde el lado de Tijuana, un grupo de veteranos se reunió el viernes para recordar a Salas. Pusieron su foto con el uniforme de gala de los marines y flores.

Los restos de Sala descansan junto a los de su hermano menor, también veterano de la Infantería de Marina, en un cementerio de Reedley.

Video El veterano deportado Héctor Barajas vuelve a EEUU para hacerse ciudadano estadounidense