El 7 de febrero se descubrió que la rampa de salida de agua de Oroville, la represa más alta de EEUU y una de las más grandes de California, tenía una zanja como consecuencia del hundimiento del terreno por las intensas lluvias del invierno. La situación no parecía grave hasta que la reserva llegó al límite de su capacidad y desbordó, lo que obligó a las autoridades a abrir las compuertas de la instalación para reducir el nivel del embalse rápidamente. Ese violento torrente estuvo activo sin interrupción hasta que el lunes 27 de febrero se cerró la 'llave' de la represa, lo que dejó ver por primera vez el alcance real del impacto del agua en la colina.