Habla Elba Soto, la mujer encarcelada en California por una foto borrosa

Después de 15 semanas en la cárcel, un jurado concluyó que ella no colaboró en la fuga de su esposo, pero la declaró culpable por mentir a un alguacil y por ello enfrenta una pena de cinco años en prisión.

Imagen capturada en la garita fronteriza Otay Mesa, California, 08/18/2016.
Imagen capturada en la garita fronteriza Otay Mesa, California, 08/18/2016.
Imagen Distrito Central de la Fiscalía de Estados Unidos

LOS ÁNGELES, California.- Elba Soto considera un milagro el poder celebrar la Noche Buena con sus hijos y familiares en su hogar en el sur de California. El 21 de diciembre salió libre bajo fianza luego de pasar 15 semanas en la cárcel por una acusación federal que se basó en una imagen de baja resolución y de la cual fue exhonerada.

PUBLICIDAD

Un jurado concluyó la semana pasada que Soto, de 37 años, no ayudó a que su esposo, José Guadalupe Vega-Zúñiga, se fugara a México. La principal evidencia de los fiscales federales en este caso era una fotografía que capturó una cámara de vigilancia en la garita fronteriza de Otay Mesa, en San Diego.

La imagen, borrosa y en blanco y negro, captó a Elba Soto conduciendo una camioneta pick up antes de cruzar a Tijuana. Una persona de brazos cruzados va en el asiento del pasajero. La Fiscalía alegaba que se trataba de Vega-Zúñiga en su escape hacia México, pero en realidad era su cuñada, Alicia Soto. La confusión se debió a que ambos tienen rasgos faciales similares.

José Guadalupe Vega-Zúñiga, a la izquierda; y Alicia Soto.
José Guadalupe Vega-Zúñiga, a la izquierda; y Alicia Soto.
Imagen Distrito Central de la Fiscalía de Estados Unidos/ Familia Soto

“La pasé muy mal en la cárcel, fue una experiencia muy dura y muy triste, porque soy inocente”, dijo a Univision Noticias, Elba Soto, cuyos problemas legales aún no han concluido. A pesar de que la acusación original ha sido desechada, el jurado la declaró culpable de un cargo por mentir a los alguaciles.

Según los fiscales, Soto proporcionó información errónea en el interrogatorio con agentes del Servicio de Alguaciles, que investigaban la fuga de su marido. Ella, por su parte, asegura que les respondió un “no me acuerdo”, porque este año ha visitado Tijuana unas diez veces con distintos familiares.

Por ese cargo enfrenta una pena de hasta cinco años en prisión. Le dictarán sentencia el 27 de febrero.

“Le diría al juez que tenga compasión, que mire que yo no tuve nada que ver. No quiero regresar a la cárcel, ese lugar no es para mí. Mis hijos me necesitan”, suplicó con lágrimas Soto.

PUBLICIDAD

El drama de Elba

Esta mujer de Moreno Valley, en la desértica región de Inland Empire, terminó en este lío judicial luego que su esposo decidió evadir a la justicia quitándose el dispositivo que las autoridades le habían colocado en un tobillo para rastrearlo y huyendo aparentemente hacia México en agosto.

Vega-Zúñiga se declaró culpable por conducir ebrio (DUI) el 26 de mayo. En espera de su condena, con el beneficio de la libertad bajo palabra tras abonar una fianza de 100,000 dólares, se le perdió la pista. Este hombre de 38 años tiene un largo historial delictivo: es convicto por tráfico de heroína, asalto con arma de fuego, DUI y por reingresar ilegalmente a EEUU. Fue deportado en cuatro ocasiones.

Ella lo recuerda como un alcohólico que “en su juicio” es un hombre trabajador y responsable, un buen esposo y un padre amoroso. “Pero escogió malos hábitos en su vida”, dice.

Soto cuenta que lo vio por última vez el 6 de agosto y, según ella, jamás le avisó que huiría. “Nomás se fue”, dice. Se cree que el fugitivo se esconde en su comunidad natal, Zapopan, en el estado de Jalisco.

“Le mando decir que dé la cara por lo que hizo, porque yo pagué por algo en lo que no tuve que ver. Que él acepte su responsabilidad como hombre”, señaló.

Ella, al igual que su familia, cree que el gobierno federal solo la mantuvo tras las rejas durante 99 días para que su esposo se compadeciera de su situación y decidiera entregarse. Pero no fue así.

Antigua empleada en una tienda de ropa, Soto llora en distintos momentos de la entrevista. Recordar sus días en prisión y lejos de sus tres hijos, de 11, 15 y 18 años, le vuelve a romper el corazón. Pero más le conmueve contar lo que pasó aquella madrugada del 14 de septiembre, cuando un comando policiaco irrumpió en su apartamento y se la llevó esposada.

PUBLICIDAD

“Llegaron con pistolas y apuntándome a mí y a mis hijos menores. Al de 18 años, que tenía fracturado un brazo, lo jalaron del brazo y lo sacaron”, relató Soto haciendo pausas por el llanto.

Desde aquel arresto, afirmó, sus hijos han perdido el interés por el estudio y no han regresado a su apartamento. “No quieren volver porque creen que pasará lo mismo, quedaron traumados”.