La imagen de un niño pequeño chupando su dedo pulgar es una de las más utilizadas en la publicidad y los medios de comunicación. Muchas personas consideran que es algo tierno, pues el niño en cuestión luce adorable e inocente. Sin embargo, esto no es tan bueno para su salud.
Si tu hijo se chupa constantemente el dedo, podría tener este problema de salud en un futuro

El reflejo de succión es algo instintivo en el ser humano. Los bebés saben que succionar el pecho de su madre les ayuda a obtener alimento y saciar su hambre. Además de satisfacer una necesidad física, tiene un objetivo emocional, ya que les ayuda a sentirse seguros cuando están en una situación que los provoca angustia.
Si no tienen el pecho de su madre cerca, los pequeños buscan algo que puedan colocar en su boca y les ayude a estar tranquilos. Así, lo más común es que chupen su dedo pulgar. Además, algunas mamás optan por darles un chupón o chupete, sobre todo en los primeros meses de vida.

Aunque chupar su dedo es algo natural y darles el chupón es con una buena intención, debemos recordar que todo en exceso puede ser malo. Si tu hijo tiene alguna de estas prácticas durante mucho tiempo (varias horas al día y/o después de los tres años), podría sufrir problemas de salud.
Efectos nocivos
Cuando los niños se chupan el dedo todo el día, sobre todo después de los tres años, esto puede ocasionar deformaciones en los dientes y maloclusión de la mordida; es decir, que su boca no cierre bien. Esto empeora si la práctica de succionar su pulgar se extiende hasta los cinco o seis años, periodo en el que comienzan a salir los dientes definitivos.
Con el paso del tiempo, la dentadura va adquiriendo la forma del pulgar, por lo que se forma un hueco entre los dientes de superiores e inferiores. Al no haber contacto entre los incisivos de arriba y los de abajo, el infante tendrá dificultades para masticar correctamente, lo cual también puede acarrear problemas en la digestión.
Los trastornos maxilofaciales también pueden tener consecuencias en el lenguaje. La mayoría de los niños coloca el pulgar dentro de su boca con una orientación ‘hacia arriba’. Esto significa una presión constante en el paladar, de tal manera que cada vez se hace más convexo (curvo).

Esta alteración en la forma del paladar ocasiona problemas en el habla, pues la lengua no puede hacer contacto con el mismo y pronunciar correctamente algunas letras. Los niños que se chupan el dedo por mucho tiempo, tardan más en decir correctamente los fonemas ‘t’, ‘d’, ‘l’, ‘r’ y ‘rr’, además de cecear (pronunciar el sonido de la ‘z’ en lugar de la ‘s’). Aunado a esto, los niños pueden sufrir heridas en su dedo, como rozaduras y ampollas.
En cuanto al chupete o chupón, este no debe darse antes de las seis semanas de vida. Es necesario esperar a que el bebé ya esté bien adaptado a la lactancia (recordemos que no todos los bebés lo logran a la primera), para no interferir con este proceso.
Si bien el chupón es más blando que el dedo y tiene menos probabilidades de causar alteraciones maxilofaciales, no se recomienda su uso más allá de los tres años. Esto es para evitar que los niños lo mordisqueen mientras lo tienen en la boca y se acostumbren a masticar en esa posición.

En caso de que el pequeño lo use varias horas al día, este objeto también puede provocar retraso en el desarrollo del habla. Es probable que el infante trate de hablar mientras lo tiene en la boca y esto no permitirá que realice los movimientos adecuados con la lengua y la boca, para pronunciar las palabras.
Por si fuera poco, las repercusiones negativas también pueden llegar hasta los oídos de tus hijos. Un estudio publicado en la revista Pediatrics, avalado por la Academia Americana de Pediatría (AAP), reveló que los niños menores de año y medio que no usan chupón o sólo lo utilizan para dormirse, tienen un 33% menos de posibilidades de sufrir otitis (inflamación del oído a causa de una infección).
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